
Europa vuelve a comprobar su vulnerabilidad en un momento en el que Estados Unidos parece cada vez más replegado en sus propios intereses. En las últimas dos semanas, el continente ha encajado golpes en distintos frentes: primero fueron los drones y cazabombarderos que atravesaron su espacio aéreo; después, las interferencias de señal que obligaron al avión de Ursula von der Leyen a aterrizar en Bulgaria con mapas de papel; y ahora, un ciberataque que ha colapsado los sistemas de facturación y embarque en varios de sus aeropuertos más importantes. Un patrón que podría responder a la lógica de una guerra híbrida sostenida desde Moscú.
El colapso de Collins Aerospace
El último episodio tuvo como objetivo a Collins Aerospace, proveedora de servicios para aerolíneas en todo el mundo. La madrugada del viernes al sábado, un ataque contra su software MUSE, utilizado en aeropuertos para compartir mostradores y puertas de embarque, dejó fuera de juego los sistemas automáticos de Heathrow, Bruselas y Berlín-Brandeburgo. Heathrow y Berlín se limitaron a hablar de un problema técnico, mientras que Bruselas reconoció abiertamente un ciberataque que tendría "un gran impacto en el calendario de vuelos".
El paso obligado a los procedimientos manuales provocó largas colas y cancelaciones. Según FlightAware, hasta las 11:00 horas del sábado se habían acumulado casi un centenar de retrasos en Heathrow, unos 70 en Bruselas y 15 en Berlín. El aeropuerto belga se vio obligado incluso a suspender la mitad de las salidas previstas para este domingo. En España, Aena aclaró que la red operó con normalidad, salvo en los vuelos con origen o destino en las terminales afectadas. La única aerolínea que sorteó el caos fue British Airways, gracias a un sistema alternativo propio, según la BBC.
Von der Leyen obligada a volar sin GPS
El ataque a los aeropuertos no es un hecho aislado, sino una pieza más de un tablero mucho más amplio. El pasado 31 de agosto, el avión en el que viajaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se vio obligado a dar vueltas durante una hora sobre Plovdiv (Bulgaria) antes de aterrizar manualmente, con las ayudas electrónicas de navegación desactivadas y mapas de papel. Según la Comisión Europea, las autoridades búlgaras "sospechan que esta flagrante interferencia fue llevada a cabo por Rusia". La imagen de la tripulación recurriendo a mapas analógicos para tomar tierra de forma segura ilustra hasta qué punto los sistemas europeos de navegación y transporte se encuentran bajo amenaza.
Estrategia de guerra híbrida
Estos incidentes se suman a las incursiones de drones y cazabombarderos que han violado recientemente el espacio aéreo europeo, consolidando un patrón que combina guerra electrónica, sabotaje digital y operaciones psicológicas. Este tipo de ofensiva no busca la destrucción física, sino la erosión de la confianza: colas interminables, retrasos masivos, costes económicos y la sensación de que Europa carece de defensas frente a un adversario que conoce sus puntos débiles.
En los últimos años, colectivos prorrusos han atacado webs y aplicaciones aeroportuarias en Alemania (2023) e Italia (2024). En diciembre, el grupo NoName57 llegó a reivindicar ataques contra los aeropuertos de Malpensa y Linate con un mensaje en redes: "Los rusófobos italianos están recibiendo una respuesta cibernética bien merecida". Hasta ahora eran simples denegaciones de servicio, pero lo ocurrido en Bruselas, Berlín y Londres supone un salto cualitativo: esta vez se interrumpieron operaciones y se encadenaron cancelaciones y retrasos.

