L D (EFE) En unas semifinales, con doble duelo hispano-argentino, Nalbandian batió a Albert Costa, por 6-7 (4/7), 6-1 y 6-4, en 2 horas y 37 minutos; mientras que Moyá lo hizo más rápido ante Mariano Zabaleta, por 6-3 y 6-4, en setenta y siete minutos. Es la primera final para ambos en el Abierto de Italia, la quinta del año 2004 para Moyá (ganó en Chennai (India) y Acapulco (México) y perdió las de Sydney y Buenos Aires), pero la primera para Nalbaldian, que ha tenido que llevar el calvario de una lesión.
Nalbandián y Costa disputaron un partido durísimo, con ambos jugadores castigándose físicamente y teniendo que sufrir un fuerte viento que dificultaba enormemente el resto. Por ello, tras un primer set decidido en el "juego decisivo", no se registró la primera bola de rotura del servicio rival hasta justo cumplirse una hora de juego: la tuvo a su favor Nalbadián en el segundo juego de la segunda manga y la materializó. El argentino, con un mejor tenis, con una mayor agresividad y variación de golpes, en ese set se mostró intratable ante un relajado Costa y se hacía con el mismo, por un amplio 6-1.
El tercer set vio el renacer de Costa, que en el segundo juego rompió por vez primera en el partido el saque de Nalbandián. Pero el argentino se lo devolvió a continuación. Ambos jugadores empezaban ya a denotar cansancio físico y aumentaban el número de errores no forzados. Nalbandián, no obstante, se mostraba más regular con su saque, mientras que a Costa le costaba mantenerlo, como indica que cedía continuas bolas de rotura al rival, al no entrarle ya con regularidad el primer saque. Costa, no obstante, y casi más por fallos del argentino a la hora de "matar" el juego, se mantuvo en el partido hasta el noveno juego. Ahí, Nalbandián aprovechó la decimocuarta ocasión de romper el saque del leridano que tuvo en dicho set y se fue a un 5-4 que ya sería determinante, pues con su saque se hizo con el partido.
A Moyá, en cambio, las cosas le rodaron mucho más favorable y, sobre todo, rápida y cómodas de las previsiones. Moyá ya rompió el saque de Zabaleta en el segundo juego y poco importó que lo cediera en el siguiente ya que era evidente la superioridad de sus golpes. En el sexto volvió a quebrarlo y ya se fue, con la firmeza de su servicio, al triunfo en la manga, por 6-3. El equilibrio en el segundo set se mantuvo hasta el séptimo juego, si bien hasta ahí Moyá era quien estaba más cerca de romper el del rival. El español aprovechó la segunda bola de que dispuso en ese juego para hacerse con el servicio adversario y ya se encaminó hacía su triunfo en el partido, que materializó con su saque también a la segunda oportunidad.
Nalbandián y Costa disputaron un partido durísimo, con ambos jugadores castigándose físicamente y teniendo que sufrir un fuerte viento que dificultaba enormemente el resto. Por ello, tras un primer set decidido en el "juego decisivo", no se registró la primera bola de rotura del servicio rival hasta justo cumplirse una hora de juego: la tuvo a su favor Nalbadián en el segundo juego de la segunda manga y la materializó. El argentino, con un mejor tenis, con una mayor agresividad y variación de golpes, en ese set se mostró intratable ante un relajado Costa y se hacía con el mismo, por un amplio 6-1.
El tercer set vio el renacer de Costa, que en el segundo juego rompió por vez primera en el partido el saque de Nalbandián. Pero el argentino se lo devolvió a continuación. Ambos jugadores empezaban ya a denotar cansancio físico y aumentaban el número de errores no forzados. Nalbandián, no obstante, se mostraba más regular con su saque, mientras que a Costa le costaba mantenerlo, como indica que cedía continuas bolas de rotura al rival, al no entrarle ya con regularidad el primer saque. Costa, no obstante, y casi más por fallos del argentino a la hora de "matar" el juego, se mantuvo en el partido hasta el noveno juego. Ahí, Nalbandián aprovechó la decimocuarta ocasión de romper el saque del leridano que tuvo en dicho set y se fue a un 5-4 que ya sería determinante, pues con su saque se hizo con el partido.
A Moyá, en cambio, las cosas le rodaron mucho más favorable y, sobre todo, rápida y cómodas de las previsiones. Moyá ya rompió el saque de Zabaleta en el segundo juego y poco importó que lo cediera en el siguiente ya que era evidente la superioridad de sus golpes. En el sexto volvió a quebrarlo y ya se fue, con la firmeza de su servicio, al triunfo en la manga, por 6-3. El equilibrio en el segundo set se mantuvo hasta el séptimo juego, si bien hasta ahí Moyá era quien estaba más cerca de romper el del rival. El español aprovechó la segunda bola de que dispuso en ese juego para hacerse con el servicio adversario y ya se encaminó hacía su triunfo en el partido, que materializó con su saque también a la segunda oportunidad.