A las ocho en el Calderón. Ése fue el lema que surcó las redes sociales durante todo el día del partido y la afición cumplió con su cometido. Desde las 18:00, incluso antes, la hinchada rojiblanca inundó los aledaños del estadio en la previa de un encuentro que apuntaba a ser histórico. Según se acercaba la hora del choque, la ribera del Manzanares recibía más y más gente y el ambiente era de fiesta.
Una vez abiertas las puertas del estadio, la afición atlética inició su propio calentamiento en las gradas. Saltaron los jugadores al terreno de juego y el Calderón empezó la fiesta coreando uno a uno los nombres de los futbolistas elegidos por Diego Pablo Simeone para iniciar el encuentro. La grada, muy consciente de a quién tenía que animar más, recordó a jugadores como Adrián que estaban a muerte con ellos y que daba igual lo sucedido en el pasado.
La plantilla rojiblanca enfiló el túnel de vestuarios con la motivación en su punto más alto y, al salir nuevamente al campo para arrancar la batalla definitiva, lo vieron escrito en las gradas: "Ganar, ganar y volver a ganar". Con ese mosaico inspirado en Luis Aragonés, el Calderón inició el encuentro. Alegría y locura con el gol de Koke Resurrección, desesperación con los postes y tensión cuando el Barcelona atacaba. Así se podría resumir el sentir del estadio rojiblanco, que veía pasar un minuto como si fuera media hora.
Noventa minutos de puro fútbol, intensidad y un resultado (1-0) que deja al Atlético de Madrid a las puertas de una final de la Champions. En semifinales da igual el rival, todos son complicados.
El Bayern es el más temido de la competición. El Real Madrid nunca es un buen contendiente por la rivalidad entre ambos equipos. El Chelsea tendría ventaja al no poder jugar Courtois por contrato. Tres equipos, tres cocos. El Atlético lo tiene claro y vuelve a tirar de otro de sus lemas: "Mientras otros duermen, nosotros soñamos".