
El Real Madrid atraviesa uno de sus peores momentos de las últimas temporadas. La imagen ofrecida ante el Cádiz y el rival más débil de su grupo en la Champions, el Shakhtar Donetsk, deja tocado a Zinedine Zidane. El Madrid, hoy por hoy, es un equipo mal entrenado.
Es cierto que la planificación deportiva no ha sido la mejor esta temporada y que hay jugadores que deben dar un paso adelante, como Marco Asensio o Rodrygo, que están desaparecidos. Otros, como Luka Jovic, no terminan de demostrar tener potencial suficiente para jugar en el Madrid. Hay posiciones cojas, como ambos laterales —Marcelo es una rémora—, la delantera o incluso el extremo derecho. También hay un factor de mala suerte con lesionados importantes como Hazard, Carvajal, Sergio Ramos o Odegaard. Pero, con lo que tiene, Zidane está obligado a dar otra imagen y a sacar otros resultados.
El Madrid no tiene un patrón de juego, no tiene ADN, no se sabe a lo que juega. Sin identidad, ha habido partidos que se nota que están mal planteados. Encuentros en los que el técnico rival te da un baño táctico. Alineaciones inexplicables. No hay plan B en los partidos. El equipo sale relajado ante rivales teóricamente muy inferiores. Jugadores como Isco o Marcelo —que siguen contando con minutos— cuando no están ya para jugar en el Real Madrid, escasísimas soluciones tácticas... Son demasiadas cosas, pero, sobre todo, el hecho que opina buena parte de la cúpula directiva del Real Madrid es que Zinedine no consigue sacar el máximo rendimiento a su plantilla ni tampoco ilusionar a una afición que cada vez está más desencantada.
El crédito se agota
En las oficinas de Valdebebas, Zidane cada vez es más criticado. No se entienden varias de sus decisiones ni gusta su manera de desarrollar los entrenamientos. Ni siquiera ha conseguido el galo en este arranque de curso mantener lo que consiguió tras el parón por el dichoso coronavirus: formar un bloque sólido, sin alardes, pero muy difícil de superar, centrado en un gran sistema defensivo.
En la dirección deportiva tienen el nombre de un técnico apuntado en rojo desde hace tiempo: Mauricio Pochettino. Un especialista en el desarrollo de jóvenes talentos. Un entrenador al que no le tiembla la mano en sentar a cualquier vaca sagrada si no da el nivel y conceder la alternativa a cualquier perla que se lo gane en el campo. El argentino, que está en paro esperando la llamada de algún proyecto ilusionante, tiene muchas papeletas de acabar entrenando al Real Madrid. Antes o después. Es el técnico ideal para llevar a cabo el cambio de ciclo e intentar exprimir el talento de todos los jóvenes por los que el Madrid apostó estos años atrás.
El crédito de Zidane se agota y Pochettino espera a la vuelta de la esquina. La Directiva del Real Madrid, al contrario que su entrenador, sí parece tener un plan B.