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El penúltimo raulista vivo

Cuadrilátero culé

El as en la manga de Rosell, que es ya un presidente lo suficientemente desacreditado como para que nadie le haga excesivo caso, no era otro que Tito Vilanova. El otro día, tras explotar contra todo y contra todos y colocar al Barcelona al borde mismo de una nueva guerra civil, Guardiola se recreó en la suerte exigiendo que si alguien estaba en condiciones de rebatir su sorprendente afirmación de que la actual junta directiva había utlizado la enfermedad de Vilanova contra él lo hiciera cuanto antes mejor. Guardiola, por supuesto, no aportaba prueba alguna de que eso fuera cierto y, abusando de la autoridad que le concede a ojos del barcelonismo el hecho de haber ganado tantos títulos, dejaba absolutamente fuera de juego a Rosell siendo como era consciente de que todo acabaría en un palabra contra palabra y que en dicho escenario él sería el previsible ganador por K.O. técnico en el primer asalto.

El desmentido de Rosell llegó, como casi siempre tarde y mal, ayer pero su eco ha sido limitadísimo debido justamente a que en el cuadrilátero culé Sandro es un peso pluma y Guardiola el Tyson azulgrana. "¿Qué Rosell ha dicho qué?... ¡No fotem!"... Si Zubizarreta, que es el director deportivo que acaba de dejar escapar a Thiago por una gravísima negligencia o que traspasó por 2,1 millones de euros al máximo goleador histórico de la selección campeona del mundo y de Europa cuando resulta que costó 40 en 2010, hubiera presentado hoy mismo ante la prensa los planos de una máquina del tiempo de su invención y repartido posteriormente entre los periodistas una fotografía suya acompañado de Genghis Khan, el efecto habría quedado también reducido a la mínima expresión porque a estas alturas a él ya tampoco le cree nadie.

Vilanova es otra cosa. Vilanova es el hombre que estuvo ingresado en un hospital de Nueva York, la ciudad en la que por cierto vivía Guardiola y desde la que sí sacó tiempo para mostrar su apoyo al independentismo, curándose de una gravísima enfermedad. Y lo que hoy ha dicho Vilanova es que se sintió solo, que le extrañó que Guardiola dijera que la directiva había utilizado su enfermedad contra él porque no es cierto, que él se habría comportado de otra forma con su amigo y que Pep no estuvo allí cuando le necesitaba. Me parece que ni todas las Champions y Ligas del mundo pueden replicar lo expuesto por Tito Vilanova, convertido en el sorprendente actor principal de un drama para el que en principio no tenía papel con diálogo. Guardiola votó el otro día por Laporta y Vilanova, que es de quien se ha estado hablando a lo largo de los últimos días, acaba de darle la razón a Rosell. La tan cacareada y publicitada amistad entre los dos últimos ocupantes del banquillo del Camp Nou es más parecida al resentimiento que al cariño sincero. Mal rollito.

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