Hace un año, el FC Barcelona quería que la última final de la Copa del Rey se disputase en el Santiago Bernabéu, pero el Real Madrid se negó alegando que en las fechas en las que se iba a jugar el partido (25 de mayo) el estadio estaría de obras. Estas explicaciones no convencieron ni al Barça ni al Athletic de Bilbao -el otro finalista-, que trataron hasta el último momento que el coliseo madridista fuera la sede del encuentro.
El partido se jugó finalmente en el estadio Vicente Calderón, donde se registró una atronadora pitada al himno español en los prolegómenos de la final, después de que el Real Madrid se negara a ceder el estadio.
Y ahora la situación se repite en la Copa, pero a la inversa: esta vez es el club blanco, que acaba de eliminar al Barça, el que quiere disputar la final en el Camp Nou. Los jugadores de José Mourinho alegan que en los últimos tiempos se les da francamente bien jugar en el feudo azulgrana, como demostraron en el clásico de anoche (1-3), con un campo grande para desarrollar el fútbol que más les conviene.
Pero a nadie se le escapa que, con esta estrategia, el Madrid quiere devolverle la moneda al eterno rival. Si acaba pidiendo formalmente que la final se juegue en el Camp Nou, el Barcelona quedaría contra la espada y la pared: si accediera, correría el riesgo de que los blancos se proclamen campeones en su estadio; si se niega, acabarían asumiendo lo mismo que criticaron la pasada temporada.
Una difícil papeleta, pues, para Sandro Rosell y su Junta Directiva. No obstante, el diario ABC apunta la posibilidad de que la Federación Española acabe acudiendo al rescate del Barça y fije otra sede para la final.
Además del Camp Nou, otros estadios que se barajan son Mestalla y La Cartuja. Sin embargo, la lógica invita a pensar que si la final es entre equipos madrileños (el Atlético busca esta noche el pase ante el Sevilla), se acabe disputando en la capital de España. En ese caso, el encuentro decisivo por el título podría jugarse en el Vicente Calderón.