Blind se ha convertido en una de las piezas claves de la selección de Países Bajos en este Mundial de Qatar 2022. Imprescindible en el carril izquierdo de los de Van Gaal –ha disputado los 360 minutos hasta la fecha-, el pasado sábado se convertía, junto a su compañero Dumfries, en el artífice de la victoria oranje ante Estados Unidos en octavos de final, con un gol y una asistencia.
Pero hace justo tres años, el zaguero holandés estaba a punto de retirarse del fútbol. El 10 de diciembre de 2019, durante un partido de Champions League disputado en Mestalla ante el Valencia, cayó fulminado al suelo. Se temió lo peor. Tras poder abandonar el estadio por su propio pie, en el hospital se le diagnosticó una inflamación en el músculo cardiaco. Se le colocó un desfibrilador implantable. Su carrera estaba en riesgo.
Tras dos meses de parón, en febrero regresó a los entrenamientos. A un menor ritmo, sí, pero les médicos habían validado su vuelta al fútbol.
Pero en agosto de ese mismo 2020 Daley Blind viviría un capítulo similar. Durante un encuentro amistoso ante el Hertha de Berlín, el Johan Cruyff Arena enmudeció al ver cómo el futbolista caía desplomado. Compañeros y servicios médicos actuaron de inmediato y, tras el inmenso susto, el futbolista se levantó para abandonar el terreno de juego.
"El ICD (desfibrilador cardioversor implantable) de Daley Blind se disparó. Lo sustituimos de inmediato y ahora se encuentra bien, se siente bien", declararía su técnico entonces, Erik ten Hag.
Daley Blind se encontraba bien de salud nuevamente, pero aquel capítulo le hizo reconsiderar si valía la pena continuar jugando. Arriesgando su vida.
Aunque muchas voces le recomendaran la retirada, e incluso él mismo lo viera como una posibilidad real -como ha relatado en más de una ocasión-, decidió volver. Siempre y cuando los doctores aceptaran, y así lo hicieron. Con el ICD, podía hacerlo.
Y volvió. A jugar en el Ajax, y a jugar en la selección holandesa, donde Van Gaal, en su tercera etapa, lo recuperó para la causa. Siempre ha sido un futbolista fetiche para el histórico técnico holandés –quien por cierto anunciaba este año que padece una grave enfermedad-, y así lo ha dejado claro desde su regreso.
Ni siquiera lo vivido por su gran amigo Christian Eriksen en la Eurocopa de 2020 le empujó a abandonar el fútbol. Aunque, obviamente, volvieron a surgir las dudas.
Pero Daley Blind, una vez más, continuó. Y ahora, tras brillar en la fase de grupos y sobre todo en octavos, afronta el tramo final del Mundial de Qatar con las miras puestas en lo más alto. No es para menos. Tras estar a un paso de la retirada, tras ver cómo la vida le daba una nueva oportunidad, ahora se enfrenta a aquello que todo futbolista sueña desde niño. Desde luego, valió la pena continuar jugando.