El 2 de junio de 2010, durante la disputa del duelo que enfrentaba a Detroit Tigers con Cleveland Guardians, el pitcher venezolano Armando Galarraga se encontraba a las puertas de entrar en la gloria del béisbol mundial. Llevaba eliminados 26 bateadores de forma consecutiva. Estaba a uno de lograr el denominado Partido Perfecto, aquel en el que un lanzador elimina a todos los bateadores -27 en total- a los que se enfrenta, sin que estos hayan podido alcanzar la primera base.
Estaba, pues, a un paso de entrar a formar parte de una reducida lista de elegidos. Apenas una veintena a lo largo de toda la historia de las Grandes Ligas.
El rookie Jason Donald era el siguiente bateador. Debía ser la última víctima de Galarraga para alcanzar la perfección. Consiguió impactar la bola, pero de manera suave, y ésta se quedó entre la primera y la segunda base. El jugador de los Tigers ahí situado, Miguel Cabrera, atrapó la pelota y se la lanzó a Galarraga, quien la recibió pisando ya la base.
Estaba hecho. Donald no había llegado a tiempo de tocar la almohadilla. Era un out en toda regla. Galarraga y Detroit celebraban el que se acababa de convertir en su Partido Perfecto. Pero la alegría durante apenas unas décimas de segundo.
Jim Joyce, el árbitro en la primera base, decretó que Donald sí había llegado. Nadie podía creerlo. Ni siquiera el jugador de los Guardians. Galarraga sonreía cariacontecido. El partido perfecto ya no era posible.
En cuanto las cámaras televisivas mostraron la repetición, confirmó lo que se había sentido: había sido out. Galarraga había capturado la bola pisando la base, antes de que lo hiciera su rival Donald. Pero ya no había nada que hacer. La decisión estaba tomada.
El error de Jim Joyce había echado al traste la perfección que Armando Galarraga sí había conseguido.
El partido continuó. Galarraga eliminó al siguiente bateador, consiguiendo así completar el partido con un solo hit. Detroit se llevó la victoria de manera contundente. Pero ya no había opción de Juego Perfecto. Aunque los aficionados siempre han denominado aquella acción como "el juego perfecto de 28 outs".
La deportividad en el sinsabor
A pesar de lo vivido, a pesar de que un error arbitral impidió a Galarraga entrar a formar parte de la historia de las Grandes Ligas, la ejemplaridad con la que el venezolano se tomó el asunto también ha quedado para el recuerdo.
"Nadie es perfecto. Todos somos humanos y cometemos errores. A veces, tomamos decisiones erróneas, y le doy crédito al árbitro al decirme que lo sentía mucho", dijo Galarraga sobre aquella situación.
Porque sí, efectivamente, en el siguiente encuentro en el que coincidieron, Jim Joyce se acercó al pitcher y, entre lágrimas, le pidió perdón. "Sus ojos estaban llorosos. Solo nos dimos un abrazo. ¿Qué se le va a hacer?".
Aun así, Armando Galarraga pediría una reconsideración de la jugada. Estaba en su derecho. "Pensé, ¿qué puedo hacer para tener un mejor final de esa historia? ¿Cómo puede la Major League Baseball darme el juego perfecto? Porque fue perfecto, ¿verdad?¿Por qué no? ¿Por qué esperar tanto tiempo? No quiero morir, y que luego digan, ‘¿Sabes qué?, lanzó un juego perfecto", declararía el pitcher venezolano.
Una solicitud a la que se unieron muchos estamentos. Entre ellos, un grupo de abogados, que entregaron un documento a la MLB para que le reconocieran el Partido Perfecto. Pero la respuesta de Rob Manfred, comisionado de las Grandes Ligas, fue que no se alteraría el veredicto de aquella jugada.
"Mi error le costó a ese muchacho un partido perfecto. Estaba convencido de que el corredor llegó a la base, hasta que vi la repetición. Fue la decisión más importante de mi carrera. Yo hubiera sido el primero en reclamar. Entiendo las protestas de los jugadores de Detroit, pero Galarraga no me dijo nada", diría Jimy Joyce ya en 2017.
Una carrera inolvidable
A partir de aquella gran noche, no puede decirse que la carrera de Armando Galarraga fuera a mejor. Antes al contrario. En enero de 2011 sería enviado a los Arizona Diamondbacks. Y un año más tarde estaba jugando en las divisiones inferiores de los Baltimore Orioles. Tras un periplo por las ligas profesionales de China y de México, se retiró en diciembre de 2015.
Pero Armando Galarraga sigue siendo recordado. Y así será por mucho tiempo. Aquel Partido (No) Perfecto, aquella forma en que le fue arrebatada la gloria, y la manera en que reaccionó ante aquella situación, han hecho que el nombre del venezolano haya quedado en el recuerdo, en el buen recuerdo, del mundo del béisbol.
"Yo tuve la suerte de haber tenido mala suerte", ha repetido en más de una ocasión. Y, según como se mire, es verdad. Una decisión arbitral errónea le impidió entrar en el registro oficial de un hito que muy pocos han alcanzado en la historia del béisbol. Pero de esos, hay una veintena. En cambio, casos como el suyo, sólo hay uno. Partidos (No) Perfectos, solo hay uno. El de Armando Galarraga. Y eso queda.