En los octavos de Roland Garros con Tsurenko enfrentándose a Swiatek y un 5-1 a 1 a favor de esta, consolidada número uno del mundo, el árbitro pitó final antes de tiempo. La tenista ucraniana Tsurenko pedía parar por un ataque de ansiedad.
Ya es habitual empezar a ver deportistas de élite de renombre pidiendo parar por sufrir este tipo de síntomas. No es algo nuevo que antes no ocurriese. Es algo que por fin se empieza a visibilizar y sobre todo a normalizar. Al igual que lo están los desgarros musculares y las roturas de ligamento cruzado.
Empezaron como casos aislados, sorprendiendo a la sociedad que tenía la imagen del deportista fuerte donde la debilidad no tenía cabida. Con las nuevas generaciones de atletas se ha empezado a eliminar un tabú que además sirve de ayuda para el resto de la sociedad.
Se podría considerar que la salud mental dejó de ser tabú después de los JJ.OO. de Tokio 2020 dónde Simone Biles marcó un antes y un después. Biles decidió abandonar unos Juegos Olímpicos a causa de la ansiedad que sufría. Esto hizo ver que esta patología ya era un motivo de peso como para que deportistas de élite pidiesen parar.
Simone Biles no ha sido la única que ha hecho públicos sus problemas de salud mental. Deportistas cómo Andrés Iniesta, Michael Phelps, Naomi Osaka o Kevin Love han confesado haber sufrido ansiedad y depresión, motivo por el que sus carreras deportivas se vieron afectadas.
Por ello, las mejores canteras y academias del mundo ya tienen como prioridad preparar a nivel mental a sus jóvenes promesas para intentar prevenir este tipo de baches o al menos, enseñarles a saber afrontarlo.