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Dubái da un paso más en su apuesta por el deporte… y Libertad Digital está allí para vivirlo y contarlo

La Dubai Run, con 307.000 corredores, plato fuerte del Dubai Fitness Challenge para promover un estilo de vida saludable entre residentes y turistas.

La Dubai Run, con 307.000 corredores, plato fuerte del Dubai Fitness Challenge para promover un estilo de vida saludable entre residentes y turistas.
Momento de la Dubai Run vivido por LD. | G.D.

Dubái no decepciona. La ultramoderna y lujosa de los Emiratos Árabes Unidos, famosa por sus icónicos rascacielos -entre los que destaca el impresionante Burj Khalifa, con sus 828 metros de altura-, su arquitectura ostentosa, su estilo de vida súper lujoso y su capacidad de transformar el desierto en una metrópolis moderna con islas artificiales –Palm Jumeirah–, nos espera con los brazos abiertos.

Hasta allí se ha desplazado este redactor de Libertad Digital, junto a un grupo de periodistas españoles invitados por Visit Dubai y Marco Agency —impagable labor de Matías, que se ha estrenado por todo lo alto—. El motivo, cubrir in situ el Dubai Fitness Challenge (DFC), la iniciativa lanzada por el gobierno de Dubái que, con el lema 30x30, tiene por objeto promover entre residentes y turistas los hábitos de vida saludables —comprometiéndose la población a realizar al menos 30 minutos de actividad física diaria durante los 30 días del mes de noviembre—, con eventos gratuitos, centros de fitness públicos y actividades como yoga, ciclismo y carreras.

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El plato fuerte de este Dubai Fitness Challenge fue la Dubai Run, una espectacular carrera de 5 o 10 kilómetros -a gusto del participante- que el pasado domingo 23 de noviembre celebró su séptima edición con récord de participación, con un total de 307.000 corredores que tomaron la salida en la espectacular Sheikh Zayed Road, que es la carretera más larga de Emiratos Árabes situada en pleno centro de Dubái.

27 grados… de madrugada en noviembre

Una auténtica barbaridad: algo así como si toda la población de Valladolid (unos 300.000 habitantes) tomara parte en esta singular carrera, con el Burj Khalifa, el Museo del Futuro, el Dubai Mall o la Ópera de Dubái como testigos de excepción, entre otros icónicos edificios. Huelga decir que la Dubai Run es la carrera más multitudinaria del mundo, batiendo su propio récord de 2024 (278.000 participantes). Y LD tuvo el honor de estar allí para poder contarlo (unas líneas más abajo, con detalle).

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El caso es que Dubái, después de siete horas de vuelo —que se hizo más llevadero gracias a la previa gestión gastronómica de Simón—, nos esperó con los brazos abiertos… pero también con un calor sofocante: 27 grados, con una altísima humedad, a las 2:30 hora local. Nos confesaron, sin embargo, que es más calor de lo habitual a estas alturas del año (finales de noviembre). "Welcome to Dubai winter", decía, con sorna y por lo bajini, el conductor del transfer que nos llevó hasta el hotel.

Golf y pádel, experiencias ‘religiosas’

No hubo que madrugar al día siguiente pero sí vestirse de corto para realizar las dos primeras actividades deportivas del programa: golf y pádel. La primera parada del día fue el Dubai Creek Golf & Yacht Club, donde Edward Atack, un profesional inglés del PGA Tour, nos enseñó a poder golpear la bola con un hierro 8 y el driver. Algunas nociones de golf (vagas) tiene quien escribe estas líneas, que siempre dice que "más que jugar", a lo que se dedica es a "levantar chuletas en el campo" —cuando algo de tiempo le queda, claro está—. Solo por ver cómo le pega a la bola Ed y por ver las impresionantes instalaciones del Creek valió la pena la visita. Y también por lo que nos contó nuestro instructor para la ocasión: de vez en cuando juega al golf con el mismísimo Lando Norris. Palabras mayores…

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Tras almorzar en el Time Out Market del Dubai Mall y visitar las entrañas del Burj Khalifa -con las impresionantes vistas de Dubái que regala-, la siguiente parada fue Ballers, un club deportivo del downtown de Dubái donde tuvimos la ocasión de recibir una clase de pádel a cargo de la argentina Alexandra. Si encima es con el sol agonizando y a pocos metros de la silueta del edificio más alto del mundo, la experiencia mejora muchísimo. Había que mejorar sensaciones con el hierro, con la madera… y también con la pala. Parecen actividades de baja intensidad, pero nada más lejos de la realidad. Cierto es que este redactor no está precisamente en su prime de forma física (y huelga recordar que las navidades acechan a la vuelta de la esquina), pero ni el golf es para jubilados, ni el pádel es un deporte poco exigente.

Hatta: el desierto nos espera

A unos 130 kilómetros al sureste del centro de Dubái se encuentra Hatta, un históri­co pueblo que contrasta con el skyline de la ciudad gracias a sus mon­tañas, manantiales cristalinos y sus maravillosos valles. Hasta allí nos desplazamos a primera hora de la mañana el sábado 22 de noviembre. Fue el primer día de madrugón, pero mereció la pena desplazarnos hasta este enclave.

La dura jornada —quizá la más exigente de nuestro viaje a Dubái— comenzó con una intensa sesión de hiking con el ghanés John como guía. Ése sí que es el GOAT porque se movía por las montañas como si fuera una cabra, sin sobresalto alguno y sin apenas reponer fuerzas. Después de una buena caminata llegamos hasta el punto cumbre, el letrero tipo tipo Hollywood en lo alto de una colina donde es inevitable hacerse fotos. Y es que en 2023, Hatta obtuvo el récord Guinness como el rótulo de referencia más alto del mundo, con 19,28 metros de altura. Otra plusmarca más para el orgullo emiratí, donde sus gerifaltes son aquellos de los que parecen decir: "¿Que no lo supero? Sujétame el cubata…".

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La visita a Hatta incluyó una visita al Centro de Descubrimiento de Abejas Melíferas de Hatta (Hatta Honey) —todos monísimos con el traje de apicultor— y un paseo, pedaleo mediante, en una embarcación en las tranquilas aguas del embalse que rodean las montañas de Al Hajar, gracias a la cortesía de Hatta Kayak.

Tras comer en el restaurante Al Hajarain —con productos locales y típica comida árabe—, vuelta a Dubái para relajarnos en el Paus Club, un centro de wellness, regentado por Sarah Pasha, que ofrece distintos tipos de actividades para equilibrar cuerpo y mente, incluyendo spa, clases de fitness, entrenamiento personalizado, talleres de nutrición, eventos de detox, relajación, mindfulness… todo ello enfocado en la salud integral y el bienestar, desde el ejercicio físico hasta la nutrición y la relajación mental, pero que en este caso también cuenta con los llamados 'matcha mornings'.

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307.000 ‘locos’ en la carrera más multitudinaria del mundo

Ahora sí, llegamos a la Dubai Run, el evento estrella del Dubai Fitness Challenge del que Emiratos Árabes Unidos (y en contrato el emirato de Dubái) no duda en sacar pecho. No es para menos. Es la carrera más multitudinaria del mundo, que en este 2025 ha cumplido su séptima edición y que año tras año se sigue superando (en esta ocasión han tomado la salida unas 30.000 personas más que en 2024).

Ya nos impresionó Dubái el primer día: una ciudad de 3,9 millones de habitantes con más del doble de extensión que Madrid (1.500 kilómetros cuadrados por los 605 de la capital de España). Una urbe súper limpia —ni un solo papel por la calle, a pesar de la escasez de papeleras—, donde el respeto y la seguridad son máximos entre sus habitantes, correspondientes a más de 200 nacionalidades: de hecho, el 89% de la población es extranjera. Una ciudad que nunca duerme —las tiendas y los locales de ocio y restauración cierran a altas horas de la noche— y que cuenta con un solo pero: el tráfico rodado. El claxon está a la orden del día. Como cada uno es ‘de su padre y de su madre’, aquí los conductores primero se incorporan y luego miran. Es el ‘primero dispara y luego pregunta al volante’.

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Nos lo confirman Deborah y Ricard, una pareja de españoles que lleva varios años residiendo en Dubái. "Esto del tráfico ha sido en los últimos años, antes del Covid no era así", nos cuenta ella, que ejerce como dentista en una prestigiosa clínica y ha encontrado en EAU la oportunidad que durante muchos años le ha venido negando la vida. "Dubái es una pasada. Puede que sea un sitio de paso, pero merece mucho la pena. Aunque también está claro que aquí hay que venir preparado, no se puede ir a ciegas", explica Ricard, que es arquitecto de profesión.

Pero centremos el tiro y volvamos al Dubai Run, el plato fuerte del Dubai Fitness Challenge. Si la ciudad impresiona, la carrera casi aún más. Otro madrugón, pero mereció la pena. A las 4:30 ya estábamos en pie para dirigirnos al hotel Four Points, a pocos metros del inicio de la carrera. Allí me otorgaron el dorsal ‘836593’. Dicen algunas lenguas que en ella participó el cantante Usher (no lo descartamos).

Con el paisaje urbano de fondo y al ritmo de la música de David Guetta, Coldplay, Ne-Yo o Black Eyed Peas, los participantes reflejaban en sus teléfonos móviles en el impagable momento. Espectacular. Luego cómo acabara cada uno, es otra historia (en el caso de este redactor, los 5KM a duras penas, pese a haber combinado carreras cortas con caminatas en su mayoría, no duelen prendas en decirlo). Una experiencia maravillosa, en definitiva, que promete cambiar la visión de este redactor.

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Baloncesto y la más impresionante ‘infinity pool’

El domingo 23 fue el último día en Dubái y aguardaba algunas sorpresas más. Tras la Dubai Run, nos desplazamos hasta el Shabab Al Ahli Dubai Club para ver in situ parte del entrenamiento del Dubai Basketball —club que participa en la Euroliga y en la Liga Adriática (ABA), a pesar de ser de Emiratos Árabes Unidos— y, en mi caso, entrevistar a los jugadores Dzanan Musa y Klemen Prepelic, ambos con pasado madridista, como el lector de LD ya pudo comprobar hace unos días.

Para terminar el viaje a Dubái, como gran guinda al pastel, una tarde inolvidable en el AURA Sky Pool, la piscina infinita con vistas 360º más alta del mundo, ubicada en la planta 50 del St. Regis Hotel y suspendida a más de 200 metros de altura. Una auténtica maravilla donde la atención es sencillamente exquisita. Una extraordinaria obra que se erige en pleno corazón del Palm Jumeirah, con el Hotel Atlantis -otro de los lugares más icónicos de la ciudad- como testigo de excepción.

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Vuelta a la dura realidad

Y así, de esta espectacular manera, pusimos fin a nuestro viaje a Dubái. El jueves 24 fue una paliza: vuelta a casa, a la dura realidad. Salida del hotel a las 11 de la mañana y regreso a casa a eso de las 12 de la noche -teniendo en cuenta el cambio horario, lógicamente-. Amenazamos con volver. Porque Dubái, artificios y ostentaciones al margen, es simplemente maravillosa.

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