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¿En qué se diferencia la 'intención directa' y la 'estimación' de voto?

Todas las encuestas serias que se precien cocinan o corrigen los resultados obtenidos en la intención directa de voto. ¿Por qué es necesario?

Todas las encuestas serias que se precien cocinan o corrigen los resultados obtenidos en la intención directa de voto. ¿Por qué es necesario?
La Asamblea de Podemos | Archivo

La publicación de la última encuesta electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha generado una enorme expectación debido a que es la primera que otorga a la joven formación Podemos el primer puesto en intención de voto. Pero, ¿qué significa exactamente esto?

¿Qué mide la intención directa de voto?

Los primeros meses de cada trimestre -enero, abril, julio y octubre-, los barómetros del CIS, que se realizan cada mes, incluyen preguntas sobre las actitudes políticas y la intención de voto de las personas entrevistadas. Por ejemplo: valoración de la actuación del gobierno, valoración de la actuación de la oposición, confianza en el presidente del gobierno, confianza en el líder de la oposición, etcétera.

Entre estas preguntas 'trimestrales' se encuentra la intención directa de voto en las elecciones generales, que sale de la respuesta de los entrevistados a la siguiente pregunta: 'Suponiendo que mañana se celebrasen elecciones generales, es decir, al Parlamento Español, ¿a qué partido votaría usted?'

La intención de voto, explicaba el CIS en octubre, recoge la serie de porcentajes de respuesta para cada partido político. En ese caso, Podemos obtenía un 17,6% de intención de voto, el PSOE un 14,3% y el PP un 11,7%. Esta serie es, afirmaba el organismo presidido por Félix Requena Santos, un indicador que no precisa de ninguna elaboración. De hecho, en voto directo, podría decirse que la primera fuerza es, con diferencia, el 40% que no sabe a quién va a votar o no lo declara.

Sin embargo, las respuestas a esta pregunta no son en sí mismas la previsión sobre los resultados de unas elecciones próximas, ya que los porcentajes de respuestas 'No sabe' y 'No contesta' son muy altos. Hay mucha gente que aún no ha decidido su voto o no quiere declararlo, en ese caso en torno al 40%, y hay que estimar a quién votarán para obtener una aproximación más realista a los resultados finales.

¿Qué es la estimación de voto?

Es por esto que el CIS elabora, a partir de la intención de voto, lo que se conoce como estimación de voto. La estimación de voto es el resultado de aplicar a la intención de voto un modelo de corrección basado en otras variables de la encuesta: la experiencia pasada, informaciones de tipo cualitativo, etcétera. Es lo que popularmente se conoce como la 'cocina' del CIS. Esta 'cocina' se realiza en cualquier encuesta seria en todos los países del mundo. Y esta necesidad de 'cocinar' los datos surge de la premisa de que del dicho al hecho hay mucho trecho.

Un ejemplo de esto es que si hay un porcentaje de personas encuestadas que dicen haber votado a Podemos mayor del que realmente les votó en las pasadas elecciones europeas, puede significar que estos datos estén sobrerrepresentados. Y a la inversa: si existe un porcentaje de gente que dijo haber votado al PP menor del que realmente les votó estos datos estarían infrarrepresentados. Es en este momento cuando entra en acción la famosa 'cocina'. Que no es otra cosa que aplicar algoritmos matemáticos que intentan corregir, de forma proporcional, las desviaciones que se observan entre voto declararado, recuerdo de voto, voto oculto, abstención prevista, efecto 'partido ganador' (personas que se suben al carro del partido de moda)...

Tal y como explicó en Es la Tarde Dieter Lorenzo Ferrer, técnico de análisis electoral de NC Report, para que que la intención de voto directa se pueda proyectar, sin tratar como estimación de resultados la muestra -personas encuestadas- tiene que reproducir exactamente el universo -población española- idéntico al de las últimas elecciones. Es decir, preguntar en la misma proporción exacta a votantes del PP, PSOE, IU... Si el PP tuvo un 40% por ciento, tendría que haber un 40% de encuestados que votaron al PP y así sucesivamente con todos los partidos. Algo imposible, ya que al seleccionar la muestra se aplican criterios de edad, sexo, distribución geográfica, estrato social, etcétera, pero, lógicamente, no se puede saber, a priori, el voto de los encuestados, ya que éste es secreto.

Basta con repasar la serie histórica de encuestas del CIS para confirmar que los datos de estimación de voto se aproximan, siempre, mucho más a la realidad de los resultados que el voto directo. Así, se puede observar que el voto declarado al PP es, desde siempre, inferior al que después obtiene en las elecciones. Esto puede deberse a múltiples factores como lo era hasta hace unos años el terrorismo de ETA, o la imagen que de este partido se da en los medios de comunicación de masas. No hay, pues, ninguna razón para dar, por sistema, un sentido peyorativo al término 'cocinar' una encuesta, equivalente a manipulación. Lo cual no quiere decir que el CIS, como instrumento gubernamental, no haya manipulado en muchas ocasiones los datos para satisfacer al Gobierno de turno.

En el caso de la estimación de voto en la encuesta del pasado mes de octubre, el PP seguía como primera fuerza con un 27,5%, el PSOE, segundo con un 23,9% y Podemos se situaba en tercera posición, con 22,5%.

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