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Cargos del PP apuntan a Rajoy por el escarnio público a Rato

Montoro habla de "un procedimiento normal", pero en el PP se revuelven: "Esto no pasa así si el presidente no quiere".

Montoro habla de "un procedimiento normal", pero en el PP se revuelven: "Esto no pasa así si el presidente no quiere".
Rato, grabado por numerosas cámaras | IGV

"No llegó a ser Dios, pero casi". Durante años, Rodrigo Rato representó lo mejor de la marca PP. Todos le colmaban de elogios, en público y en privado. "Cuando él pasaba, el resto nos apartábamos", en voz de un histórico. Siempre en la terna de posibles candidatos a la Moncloa. "Te deberías presentar tú, contigo ganábamos", le animaron en 2008 cuando el liderazgo de Mariano Rajoy estaba más en entredicho que nunca.

Rato lo fue casi todo en el PP y para el PP. "El mejor ministro de Economía de la democracia, el hombre del milagro económico español", se repitió una y otra vez en mítines y actos del partido. Pese a su altivez -"era de familia bien"-, las bases le aclamaban. Se citaba su nombre y, de inmediato, llegaba el aluvión de aplausos.

Un icono, halagado dentro y fuera de España, que empezó su decadencia tras su marcha poco explicada del Fondo Monetario Internacional, y se aceleró cuando Rajoy forzó su salida de Bankia. Los teléfonos dejaron poco a poco de sonar y los amigos a desaparecer. "Estamos haciendo como si nunca hubiera existido. Pero este PP ha crecido ensalzando su figura", en palabras de un veterano.

Vaya por delante que la inmensa mayoría, por encima de cualquier otra premisa, afirma que si Rato cometió delito "tendrá que pagarlo". De hecho, candidatos a las elecciones de mayo explican que "no hay otra opción" ya que "los ciudadanos no entenderían otra cosa". Así lo piensa Esperanza Aguirre, por poner un ejemplo, que se definió muy "defraudada".

Si bien, en los círculos políticos del PP, se extienden todo tipo de teorías sobre la caída a los infiernos del otrora gran referente interno. Algunos lamentan "el manejo de los tiempos", con un escándalo "que, diga lo que se diga, nos afecta de lleno" en víspera de unos comicios cruciales. "No me puedo creer que no se haya podido gestionar de otra manera", se exasperaba un barón autonómico. "¿Por qué se filtra? ¿Cómo se filtra así?".

Fuentes del Ejecutivo deslizan que "había que tapar la hemorragia cuanto antes" e intentar transmitir a la ciudadanía que la Justicia es igual para todos, y Soraya Sáenz de Santamaría dio orden de ser duros en las explicaciones a los medios. Así, casi en paralelo a la evolución de los acontecimientos, un ministro o portavoz de Moncloa salía a los pasillos del Congreso para defender su "implacable actuación", con independencia del nombre y los apellidos. Incluso ocurría que Cristóbal Montoro, en su día próximo a Rato, hacia unas duras declaraciones que sólo se entendieron a la perfección cuando se registraba y detenía al exministro.

En el PP observaron el escarnio público atónitos, y el clímax llegó con el momento de la detención poco antes de que dieran inicio los informativos de la noche, con el canal 24 horas de TVE, La Sexta y Cuatro emitiendo en directo. La imagen de Rato siendo conducido a un coche para continuar los registros, mientras algunas personas le chillaban "chorizo", se repitió una y otra vez en los programas de máxima audiencia. "Esto no pasa si el presidente no quiere", admitió un destacado popular.

"Da la sensación de que Rajoy quería que toda España supiera que Rato había sido detenido y que lo viera en directo. Esto no ha pasado con nadie. Por supuesto, no pasó con Pujol", en voz de un líder autonómico. La tesis fue compartida por varios cargos consultados. Incluso antes, como se pudo leer en este diario, otro barón del PP avisaba: "No van a parar hasta meterlo en la cárcel".

La relación entre Rajoy y Rato no fue nunca especialmente buena -siempre rivalizaron por la presidencia del PP-, y se truncó en mala tras la salida del exministro de Bankia en 2012. A partir de entonces, se aceleró su caída, y el partido se fue distanciando cada vez más de su icono. Tanto, que en octubre del año pasado, polémica de las tarjetas black de por medio, se le forzaba a cursar su baja como militante de la formación.

A Rato le dolió mucho que Rajoy permitiera que portavoces que él considera de segunda, como Carlos Floriano, salieran a la palestra para censurarle. Lamentó que éste no le llamara, como tampoco antiguos compañeros del Gobierno de Aznar que ahora vuelven a estar en puestos de enorme importancia. Y, finalmente, se dio cuenta de que estaba solo. Más aún, según su entorno, de que "había una cacería contra él".

Al término del Consejo de Ministros, la vicepresidenta -que calificó el caso como una cuestión "personal"- se hizo acompañar de Montoro, que es el que más está dando la cara. "No estoy para sentimientos personales sino para aplicar la ley", dijo, negando medidas excepcionales. "Es un procedimiento normal", como también que Vigilancia Aduanera actúe como policía judicial, destacó. Antes, había anunciado la reforma de la Ley General Tributaria, que prevé la publicación en el cuarto trimestre de una lista de deudores con Hacienda y otra de defraudadores condenados por sentencia firme en los tribunales.

El lamento de Rato es que nadie quiso escuchar su versión de los hechos, y menos Luis de Guindos o el presidente. Para Génova, los acontecimientos hacen "muy difícil la campaña", aunque la tratarán de reconducirla como puedan. La frustración abarcaba prácticamente a todos. "Ahora, que venga Rajoy a decirnos que hablemos de economía".

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