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Un Sánchez "sin escrúpulos" se traga el escupitajo y deja "vendido" a Borrell

El pistolero Rufián y sus rufianes convirtieron ayer el Congreso en un saloon del Oeste, con la venia del presidente.

El pistolero Rufián y sus rufianes convirtieron ayer el Congreso en un saloon del Oeste, con la venia del presidente.

El Mundo dice que "Sánchez evita romper con ERC pese a la humillación a Borrell". Bueno, siendo así quien humilló realmente a Borrell fue su propio partido haciéndose el longui ante el escupitajo y los insultos de los pistoleros de ERC. Dice el editorial que "el bochornoso episodio protagonizado ayer por Rufian no es una anécdota desagradable", este camorrista vocacional nos tiene acostumbrados a sus escupitajos dialécticos, para eso le han puesto ahí. "Hemos pasado de chequear la veracidad de las declaraciones de sus señorías a pasar la moviola a un diputado independentista para ver si de su gesto de escupir a un ministro de Exteriores emanó efectivamente saliva". Sólo falta que le hagan la prueba de ADN a la alfombra del hemiciclo. "Sin embargo, lo peor fue el vergonzoso mensaje de Pedro Sánchez donde se "solidarizaba" con Borrell –como si fuera de otro partido– y pedía perdón a los españoles" tragándose la vejación a su ministro. "Sánchez y su portavoz Lastra evitaron señalar a los culpables –ERC– y optaron por socializar la culpa" exigiendo disculpas... a Casado, tócate las narices. "La falta de escrúpulos de Sánchez" no tiene límites. Sólo les faltó a los socialistas lamerles la suela de las botas a los de ERC. David Gistau dice que Borrell "hizo la definición perfecta de Rufián: una mezcla de serrín y excrementos. Casi da pena recordar que esos matones son la gente a la que deben La Moncloa y con la que quieren aferrarse al Falcon". Patético. Jorge Bustos tiene una explicación para el impresentable comportamiento de los socialistas. "El pánico a perder el escaño amordaza la voluntad de los culos de carné (…) Era cuestión de tiempo que el menos sanchista de lo ministros, Josep Borrell, recuperara algo de su orgullo herido por la sumisión a un tipo como Pedro Sánchez, cuya catadura personal sólo difiere de la de Rufian por la ficción que crea el desahogo de sus asesores". No se entiende que ayer Borrell no mandara al carajo a Pedro Sánchez y le estampara en la cara la cartera de ministro, ahí te quedas.

El País limita lo sucedido ayer a un pie de foto y elude el insulto a Borrell, nunca fue santo de su devoción. "Rufián, primer expulsado del Congreso en 12 años", dice en un pésimo titular sólo superado por el de la información que firman Anabel Díaz y Javier Casqueiro allá por la página 21. "El soberanismo tensa su relación con el Gobierno en el Congreso". El texto es un batiburrillo en el que mezclan la "diatriba" de Rufián contra Borrell con "la áspera relación de PP y Ciudadanos con Pedro Sánchez". Y tienen la desfachatez de decir que "en el grupo socialista reconocen que la mano tendida (a ERC) tiene un límite". Pues si escupir a uno de sus ministros no es un límite es que tienen unas tragaderas enormes. Pero es que para El País no hubo insultos. "Al pasar delante de Borrell, el ministro aseguró que uno de ellos, Jordi Salvador, le había escupido. Este lo negó. La grabación no demuestra que así fuera aunque sí reconoce un gesto del diputado hacia el ministro". No, si todavía le estaba mandando un beso.

ABC también se hace el loco en su portada con el asunto del día. En un breve en la página 2 dice que "Borrell acusa a un diputado de ERC de escupirle en un bronco pleno en el Congreso". No hay editorial. Rubido está muy raro últimamente. Menos mal que tiene columnistas. Luis Ventoso, que llama "makoki arrabalero" a Rufián –cualquier día algún diputado le va dar dos tortazos bien ganados– dice que ayer el PSOE dejó "vendido a Borrell". "Desde que Sánchez llegó a la Moncloa en el gobierno impera una consigna: pase lo que pase, prohibido molestar a los partidos separatistas", a ver si le van a quitar el Falcon. "Se hace muy duro que los españoles estemos gobernados por una persona que no es capaz de plantarse frente a Esquerra cuando acaba de escupir a uno de sus más importantes ministros". También se hace duro que un hombre con la formación y la historia de Borrell no le mande a tomar por saco. Pero claro, como dice Ignacio Camacho, pese a que "dan ganas de aplaudir a Borrell cuando se planta frente a la chulería de los rufianes, también inspira algo de lástima ese orgullo baldío porque esos tipos que le insultan y escupen son los que le permiten ser ministro". "Todo el tinglado presidencial, desde el Falcon hasta el reparto discrecional de cargos depende de su pulgar hacia arriba o hacia abajo (…) Y su manera de recordárselo es ese sucio barriobajero escarnio con que se consideran consentidos para humillar a un ministro como el señorito que maltrata a un criado". Así que hala, Borrell, Sánchez y a quien le toque ser el siguiente, a tragar escupitajos.

La Razón dice que "Rufian crispa; el PSOE culpa a Casado" y "los socialistas dejan solo a Borrell". Dice el editorial que "Rufián volvió a protagonizar un nuevo espectáculo indigno de un parlamentario, algo a lo que nos tiene acostumbrados y que, incomprensiblemente, se le consienten con demasiada frecuencia". Ay, esa transigencia maternal de Ana Pastor. Ahora llora como una criatura lo que no supo defender como presidenta del Congreso. Con todo "lo realmente alarmante es la situación de aislamiento en la que quedó Borrell, que en vez de contar con el apoyo cerrado de Pedro Sánchez, tuvo que oír por parte de ERC que estaba mintiendo cuando acusó a un diputado de ese partido de haberle escupido". "Que el presidente no pueda defender a su ministro de Exteriores es el ejemplo de la fragilidad de un gobierno que depende de un partido como ERC". Esto es lo que hay, a arrastrarse ante los "gañanes", como califica Sabino Méndez a Rufián.

Lo de La Vanguardia es la desvergüenza periodística llevada al límite. Una frase lo dice todo. "La sesión descarriló cuando el ministro de Exteriores acusó a un diputado de Esquerra de haberle escupido". Toma ya. Ya sabe, ministro, estos (también La Vanguardia) son los que le mantienen en el cargo. Así que o tiene la dignidad de dar un puñetazo en la mesa y dejar plantado a Sánchez, o a aguantar escupitajos y lo que le echen.

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