Hay veces que la realidad puede superar a la ficción. Y uno de esos hechos rimbombantes ocurrió hace año y medio en la base aérea de Talavera la Real, en Badajoz. Allí se encuentra el Ala 23 del Ejército del Aire, dedicado a la enseñanza y formación de los aviadores de combate. Los futuros pilotos de los Eurofighter Thypoon y los F-18 Hornet se adiestran a los mandos de pequeños cazas F-5 Northrop, que en unos años tendrán que ser sustituidos.
Los hechos comenzaron cuando el 24 de octubre de 2016 los mandos de la base advirtieron a los militares de que al día siguiente se tendrían de someter a uno de los test antidrogas rutinarios que están dentro del Plan Antidrogas del Ejército del Aire. El soldado V. F. A., que era parte de la escuadrilla de Policía Aérea, parece que había consumido cannabis unos días antes y tenía la necesidad de buscar algún truco para no dar positivo y, por tanto, no ser sancionado.
Al día siguiente se presentó en las instalaciones del botiquín de la base para pasar el test como el resto de sus compañeros. La prueba consiste en orinar en un recipiente de plástico. Porteriormente, el propio militar tiene que vaciar el contenido de su prueba en dos tubos de ensayo, que son los que finalmente son analizados para comprobar si ha habido consumo de drogas. Pero ese día el soldado debía estar más nervioso que de costumbre.
Su nerviosismo llamó la atención de un teniente, que ordenó a los otros militares que estaban en esos momentos esperando su turno en el baño del botiquín que abandonasen el lugar. A solas con V. F. A. le pidió que se bajase los pantalones. Fue en ese momento cuando pudo ver una extraña tira negra sobresalir de su ropa interior. Las explicaciones del soldado sobre qué era esa tira negra no fueron suficientemente convincentes, por lo que el teniente le ordenó bajarse la ropa interior.
Según la sentencia de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, a la que ha tenido acceso el diario regional Hoy, el teniente observó cómo el soldado "portaba un artilugio en sus partes íntimas consistente en un pene de plástico que llevaba incorporado un depósito de orina y que sujetaba al cuerpo con un arnés de color negro alrededor de la cintura que llevaba por dentro de los calzoncillos".
Una vez descubierto su intento de engaño para superar el test antidrogas, y según la resolución judicial, el militar contó que había consumido cannabis unos días antes de la prueba y que no quería dar positivo en el test. Asimismo, explicó que le había pedido la orina que estaba en el depósito del pene de plástico a su hermano. Esta versión no sólo se la dio al teniente que lo descubrió sino que, inmediatamente después, se la confirmó a su inmediato superior.
Al militar se le intentó hacer la prueba de orina en ese mismo momento, pero no resultó válida por la baja densidad de su micción. Se le volvió a repetir diez días después y entonces sí dio positivo, por lo que fue arrestado durante 10 días. A esto se une ahora la condena del Tribunal Supremo por deslealtad, que son seis meses de prisión que deberá cumplir íntegramente. Ha salido bastante peor parado por el intento de engaño que por el consumo en sí de cannabis.