
Dos años después de su fundación, el segundo partido independentista catalán, Junts per Catalunya (JxCat), renueva por completo su cúpula. En una reunión en la localidad francesa de Argelers, el presidente y el secretario general del partido, Carles Puigdemont y Jordi Sànchez, ceden sus cargos a Laura Borràs y Jordi Turull, que forman la única candidatura para el relevo.
En su discurso de despedida, Puigdemont ha arremetido contra ERC a cuenta del último ataque de Gabriel Rufián, que en una sesión del Congreso le espetó al podemita Jaume Asens que dejara de ir tanto a Waterloo. El expresidente prófugo no se ha podido aguantar y ha comenzado su intervención aludiendo a esas palabras con este mensaje: "Lo que no es normal es tener que ir a Waterloo para visitar a alguien, pero lo que es normal y decente es ir a visitarlo para que no se sienta solo". "Al exilio -añadió- se le tiene que ir a ver se piense como se piense".
Puigdemont no sólo considera que está exiliado en vez de fugado sino que ha llegado a compararse con los exiliados de 1939, muchos de los cuales, ha recordado, murieron en Argelers, enclave elegido por los posconvergentes para su segundo congreso.
Pero no ha sido esa la carga más dura contra ERC. Puigdemont ha acusado al partido republicano de practicar una política de "reconciliación" basada en una "falsa normalización" cuyo objetivo es "priorizar el bienestar de sus cuadros". "Eso -adujo- tiene consecuencias catastróficas para los ciudadanos".
Vuelve el "España nos roba"
El dirigente separatista ha aprovechado el dato de que el Estado sólo ejecutó el 36% de las inversión en Cataluña frente al 180% en la Comunidad de Madrid para exhibir sus dotes histriónicas y desempolvar el galvanizador para los separatista "Espanya ens roba". "¡El 36% frente al 180%. Cojones!", exclamó en un aplaudido pasaje de su discurso. También recibió una fuerte ovación cuando atribuyó al discurso del Rey del 3 de octubre de 2017 "el comienzo de la represión". También acusó al Estado de "acoso a los catalanohablantes como en los peores tiempos".
A pesar de que Puigdemont se ha garantizado el relevo en el partido, el proceso de sustitución no aclara todavía la nueva estrategia. Tampoco el papel que tendrá Puigdemont a partir de ahora en JxCat, que comenzó como una candidatura electoral y se convirtió en partido alrededor de la figura indiscutida del expresidente de la Generalidad.
El horizonte judicial de Borràs
En cuanto a Borràs, se acumulan las evidencias de sus manejos en sus tiempos de directora de la Institución de las Letras Catalanas. Un funcionario del organismo, dependiente de la Generalidad, ha aportado a la causa unos audios telefónicos en los que Borràs le conmina a pagar a su amigo informático una cantidad pendiente de una subvención supuestamente irregular y le exige que le avise si los Mossos se presentan en la sede. El juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) está pendiente de fecha.
En cuanto a su discurso a favor del "embate" contra el Estado, quedó en evidencia cuando asumió y ejecutó como presidenta del Parlament la retirada del escaño del cupero Pau Juvilla, inhabilitado por desobediencia. Y a eso hay que sumar los líos de las prejubilaciones en el parlamento catalán y la dimisión de la secretaria general de la cámara tras haber obtenido su hijo una plaza de ujier.
Una mesa "en búsqueda y captura"
La nueva presidenta de JxCat ha reivindicado en todo momento la figura de Puigdemont y ha recordado en reiteradas ocasiones el 1 de octubre de 2017 para advertir que el partido y el independentismo tienen que "recomenzar". También ha criticado a ERC de manera implícita al censurar la política de "normalidad". "No hay normalidad cuando Puigdemont no puede cruzar la frontera", declaró. También ha arremetido contra el Gobierno de Pedro Sánchez, al que ha acusado de ser igual que los de la derecha. El espionaje y la ejecución presupuestaria de las inversiones también han formado parte de un discurso con tintes nostálgicos y constantes alusiones al 1-O, la fecha fetiche del separatismo, su última "victoria". De la "mesa de diálogo" ha ironizado que "está en búsqueda y captura'. ¿Alguien la ha visto?".
Respecto a la definición del partido, ni el nuevo secretario general, Jordi Turull, ni la nueva presidenta, Borràs, han ido más allá de decir que juntos no significa iguales y han apelado a las virtudes de la unidad independentista y al "deber de la determinación para conseguir el derecho a la autodeterminación". Discursos de poco calado y escasamente emotivos después de la intervención de Puigdemont, que sigue como referencia inevitable. JxCat proseguirá su congreso en otra sesión en Barcelona a principios de julio. Ahí es donde se abordará la línea estratégica a seguir. Será sobre la base de que con ningún Gobierno de España es posible pactar la autodeterminación. Y el mensaje de fondo, que las cosas siguen como el 1-O, tras el referéndum ilegal. El tiempo se ha detenido para los "puigdemontistas".
Los militantes de JxCat han avalado la candidatura de Borràs y Turull. Era la única. Turull ha conseguido 1.854 votos y Borràs, 1.776. Las dimensiones del partido de Puigdemont tienen poco que ver con lo que fue Convergència en tiempos de Pujol e incluso de Artur Mas.



