
La Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha estallado. El vicepresidente Jordi Pesarrodona y trece miembros del "secretariado nacional" han renunciado a sus cargos. El golpe de mano ha sido menor de lo previsto, ya que los críticos creían contar con una veintena de miembros dispuestos a dejar sus puestos de un total de 68. Sin embargo, el cisma coloca a la entidad que organizó las exhibiciones de masas del procés ante una crisis terminal.
Tras una tensa y larga reunión, de unas nueve horas, la presidenta de la entidad, la abogada de la Generalidad Dolors Feliu, resiste en su puesto y cree haber salido reforzada. Encabeza la corriente favorable a presentar lo que llaman una lista "cívica" en las próximas elecciones autonómicas con un programa de un solo punto: levantar la suspensión de la república proclamada por el parlamento regional en octubre de 2017.
Los críticos, vinculados a los entornos de Puigdemont y la CUP, maniobran en contra de ese proyecto al entender que no perjudicaría a ERC y sí a los separatistas antisistema y, sobre todo, a Junts per Catalunya (JxCat). Sin embargo, acentúan que su posición se debe a las prácticas antidemocráticas de Feliu y su equipo y a la ausencia de una estrategia clara y factible para alcanzar la independencia.
La ANC se caracteriza por su opacidad y porque la mayoría de los miembros de su abultada nómina directiva responden de manera obvia a intereses partidistas. La organización es uno de los campos de batalla de la guerra entre ERC y JxCat. Ahora, los dimisionarios anuncian que tratarán de forzar unas nuevas elecciones en la entidad para descabalgar a Feliu, a quien también imputan la galopante pérdida de capacidad de convocatoria. Las últimas manifestaciones de la ANC se han caracterizado precisamente por la falta de fuelle y la constante pérdida de participantes.
A ERC ya no le interesa la ANC mientras que Puigdemont pretende convertirla en un apéndice del "Consell per la República". Sin embargo, su hombre en la ANC, Jordi Pesarrodona, no ha logrado sus objetivos, en gran parte por su extravagante perfil. Pesarrodona es conocido como "el payaso del procés". Exconcejal de ERC en una pequeña localidad barcelonesa, el hombre cobró fama por retratarse con una nariz de payaso al lado de los guardias civiles que protegían los registros judiciales durante el golpe de Estado. También por enfrentarse a los Mossos en episodios tan grotescos como el que protagonizó durante la última cumbre hispano-francesa en Barcelona.


