
El Mundo
"El fiscal jefe de la Audiencia vio "terrorismo" en Tsunami y lo rectificó tres días después del 23-J". ¿De quién depende la fiscalía? Pues eso. Bueno, la fiscalía, el Constitucional, el CNI, el CIS, el Congreso, la mayoría de los medios de comunicación, casi todo como en una dictadura que se precie.
Mientras, la cosa se pone fea en la calle. "La Policía carga contra los radicales que intentaban derribar las vallas al final de la manifestación contra la amnistía en Ferraz". "En toda democracia los ciudadanos tienen derecho a concentrarse en la calle contra aquello que consideren injusto, siempre y cuando no utilicen métodos violentos. La violencia es el límite que no debe cruzarse nunca; menos aún cuando se invoca el respeto a la ley", dice el editorial. Tienen que ser infiltrados del PSOE, si no, no se entiende el favor que le están haciendo a Sánchez.
"La convocatoria de protestas ante las sedes de los partidos no es ilegal pero sí rechazable, como también lo fueron las que la izquierda promovió hace años frente a Génova", de las ni La Sexta, ni TVE ni los medios sanchistas dicen esta boca es mía.
"Vox está prestando otro magnífico servicio al PSOE. La presencia de Abascal frente a Ferraz y su discurso inflamado solo contribuyen a caricaturizar a una gran parte de la población que, desde la racionalidad y la busca del interés general, se opone a la amnistía". Si no existieran, el PSOE los crearía.
Federico Jiménez Losantos dice que, tras la "durísima nota" del CGPJ, "la dictadura de Sánchez sería un hecho, gracias a su compinche Pumpido". "Y del gran responsable de la destrucción de la democracia española, que no sería el presidente del Gobierno en defunciones, sino el encargado de legalizar sus ilegalidades, vino este lunes la segunda noticia: la puesta en libertad de su hijo por una jueza muy ligada a la fértil dinastía galaica de los Conde-Pumpido, sin dictar orden de alejamiento ni medidas cautelares pese a la denuncia de una mujer por violación grupal o en manada". Y las irenitas calladitas, calladitas, que su ministerio está en el aire. "Dos vías, y sólo dos, se le ofrecen a España: justicia a la europea o a la venezolana, independencia judicial o indefensión ante una casta fuera de la ley y que impone su ley a todos".
Rafa Latorre cuenta con pelos y señales la estrategia del peor presidente que ha tenido España. "Sánchez era perfectamente consciente de cuáles serían las consecuencias de promover una amnistía contra la mitad del Parlamento. Se trata de una ley que afecta a la médula democrática y que pretende aprobarse, no ya sin el apoyo de la mitad del Parlamento, sino estrictamente en su contra, pues su fin declarado es evitar como sea la alternancia política". O sea, el asesinato civil de media España y el fin de la democracia. "De manera que Sánchez decidió crear el clima de excepcionalidad que le permitiría prosperar a pesar de su debilidad. Es bien visible el rastro de una voluntad deliberada para sumir a España en el frentismo". Y lo ha conseguido. Así cualquiera.
"Aún se dice que el PP es una fábrica de independentistas, como culpándole de la floración antisistema. Bien, y si eso es así y a la luz de las recientes expresiones de alarmante descontento en las calles y ante la evidente radicalización de algunas protestas, ¿qué es lo que Sánchez está fabricando? ¿O es que ahora no hay que ocuparse de la lamentable desafección?". No, ahora es cosa de fachas y cayetanos.
El País
"Los ultras se adueñan de la agitación callejera contra la amnistía", dice el periódico ultrasanchista. Queridos niños, antes de la dictadura sanchista, la agitación callejera se llamaba derecho a la manifestación. "El PP no condena el acoso a las sedes del PSOE". Para empezar eso es mentira, y además, tiene gracia. Las sedes más acosadas de la reciente Historia de España han sido las del PP, pero el PSOE no las condenó porque eran los propios socialistas los que las convocaban.
Curiosamente, ahora el periódico ultra se echa las manos a la cabeza y exige al PP que acabe con el acoso a las sedes del PSOE que, al contrario de lo que pasó en innumerables ocasiones contra el PP, este partido no ha convocado. "El acoso a un partido político, sea del signo que sea, es una línea roja clarísima para cualquier demócrata. Sobre todo cuando ese acoso lo agita otro partido y, por supuesto, cuando deriva en tensión violenta, como ha ocurrido esta semana ante la sede madrileña del PSOE. El legítimo derecho a la libre expresión y a la manifestación acaba ahí". Pues eso. Se echó de menos esta firmeza cuando los acosados eran otros.
"Lo que se está viviendo a las puertas de las sedes socialistas es un acto sostenido de acoso a un partido democrático". Totalmente de acuerdo. ¿Dónde estaba El País cuando se acosaban las sedes del PP? Pues con los acosadores. La ultrasanchista Pepa Bueno acusa directamente a Vox. "Alentado por Vox, recuerda a la persecución sufrida por las formaciones constitucionalistas en el País Vasco y a los escraches más recientes a cargos públicos". Ni rastro de los acosos a las sedes del PP. Si es que no tienen vergüenza ninguna.
"Desde que las negociaciones entre el PSOE y el independentismo catalán para la investidura de Pedro Sánchez ocupan el escenario político, las derechas están utilizando la calle para elevar la presión". ¿Utilizando la calle? Pues con las recientes manifestaciones de sanitarios alentadas por Mónica García contra Ayuso no dijo nada el periódico ultra de utilizar la calle para elevar la presión, por poner un ejemplo reciente. Tampoco cuando se acosó a Moreno Bonilla tras ganar las elecciones en Andalucía. Alerta antifascista, lo llamaron, ¿se acuerda El País?
"Los ciudadanos tienen derecho constitucional a la manifestación y a la expresión de la crítica política", dice Pepa en un lápsus democrático para quedar bien, "pero los partidos responsables tienen la obligación de evitar la tensión callejera y el acoso a las formaciones democráticas". El PP no tiene nada que ver con esas manifestaciones en Ferraz y el periódico ultra lo sabe perfectamente. En el PP saben mucho de acosos a formaciones democráticas por parte de la izquierda. "Volcar así la frustración por la incapacidad para formar Gobierno es iniciar una peligrosa deriva hacia la deslegitimación del resultado electoral". No, hija, no, la deslegitimación del golpe de Estado sanchista.
Sergio del Molino dice que si "fuera uno de los asesores monclovitas que se descuernan estos días por convencer al vulgo de que la amnistía es la más dulce de las medicinas y que hay que tomar una cucharadita por papá y otra por mamá, estaría encantado con los follones que se montan frente a las sedes del PSOE y mandaría un jamón a cada uno de los ocho vocales del Consejo General del Poder Judicial que promovieron el comunicado. Menudo favorazo han hecho a la causa: ahora, quienes nos oponemos a la amnistía podemos ser asimilados con magistrados partidistas y con hooligans que ondean banderas con el aguilucho". No parece muy acertado comparar a jueces que intentan parar el asalto a la democracia con los ultras del aguilucho, Sergio, que se te ve el plumero.
"Aclarar que oponerse a la amnistía no implica la menor aquiescencia con posiciones de derechas ni con kales borrokas aventadas por Vox —decir, incluso, que uno se opone a la amnistía por razones estrictamente izquierdistas— es una obviedad que malogra cualquier debate". Ya. Y si se convocaran elecciones volverías a votar a Sánchez, claro. Un socialista bueno... de boquilla.
"Siento vergüenza por quienes llevan todo el día la palabra diálogo en la boca y nunca se les ha visto dialogar con nadie que no les dé la razón. Siento vergüenza por un Gobierno que compadrea con gente tan indeseable como Gonzalo Boye o Laura Borràs, y siento vergüenza por una oposición que no tiene crédito ni dignidad, pues también la ha canjeado muchas veces por un puñado de garbanzos. Ojalá la vergüenza me inspirase algo mejor que impotencia y frustración. Al menos, no me inspira silencio. Todavía". ¿Y no sientes vergüenza de escribir en un periódico descaradamente al servicio de un partido y de su jefe?
Por cierto que J.J. Gálvez y Óscar Gómez Fonseca acusan de mentir a Miguel Ángel Pérez, de Libertad Digital, y a Ángela Martialay (El Mundo). "Las imputaciones por el ‘caso Tsunami Democràtic’ aceleran los movimientos para descartar el terrorismo". "Fuentes del ministerio público insisten en que "nunca" han visto terrorismo". Ustedes, sabios lectores sabrán a quién creen. De nuevo, ¿de quién depende la fiscalía? Pues eso.
ABC
"Los policías señalan al Gobierno y piden que no los utilice". "Ultras descontrolados revientan la protesta contra la amnistía". Infiltrados del PSOE, no puede ser otra cosa. "Feijóo critica a los radicales de las protestas en Ferraz y Sánchez culpa al PP". El editorial es claro. "Este periódico denunció en el pasado las concentraciones de acoso al PP en su sede nacional y ahora, por coherencia, defendemos lo mismo respecto a las sedes del PSOE". A ver si El País toma nota alguna vez. "Es un error convertir en un episodio de violencia el legítimo derecho de los españoles a manifestarse en el ejercicio de su libertad para rechazar la negociación con la que Pedro Sánchez pretende intercambiar amnistía por investidura. Deslegitima seriamente a quien incurre en ellos porque en democracia la protesta es un derecho, pero la violencia no".
"Con esas conductas, sus autores se equiparan justo a quienes dicen combatir, asemejando sus algaradas callejeras a las vividas en el pasado a manos de radicales independentistas en Cataluña, o a los extremistas de Podemos rodeando el Congreso o agrediendo a policías brutalmente. Ofrecer argumentos de radicalización justo contra quien, como Sánchez, ha radicalizado al PSOE, quita razones a quienes critican los abusos del presidente del Gobierno". A ver si les entra en la cabezota a los violentos.
"Las reacciones de Pedro Sánchez asegurando que «quien ataca al PSOE ataca a la democracia» parten de una premisa falsa. Manifestarse no es atacar". Bueno, eso era antes de la dictadura sanchista. "La izquierda siempre ha mostrado un doble rasero censurable. Lo hizo Podemos con su tesis del eufemístico «jarabe democrático» y lo hace ahora el PSOE".
Y eso es solo un ejemplo. Manuel Marín recuerda muchos más. "Lo que va de 2004 a 2023: «Merecemos un Gobierno que no nos mienta»". "Donde había 'jarabe democrático' derivado de 'alertas antifascistas' que obligaban a 'rodear el Congreso', o a convocar caceroladas ante el PP, ahora hay intentos «reaccionarios de destruir la democracia». En los procesos de memoria sólo cambian los actores y su estrabismo. Si la derecha gobierna, todo acto de protesta, incluso virulento, es justificable, proporcional y necesario porque la democracia peligra. Si gobierna la izquierda, como ahora, se impone inexorable la ley del embudo". Tienen una cara que se la pisan.
"Hay un problema de memoria, otro de negación de legitimidad, otro de coherencia y uno más, quizás el más surrealista, de verdad. ¿Por qué los españoles merecían en 2004 un Gobierno que no les mintiese y ahora no merecen lo mismo? ¿Por qué hoy la indignación es reaccionaria y antes era libertadora?". "Bastaría con no patrimonializar la democracia, con menos revanchismo banderizo y con un Gobierno que no nos mienta". Para eso es imprescindible que Sánchez desaparezca, es la mentira hecha carne.
La Razón
"Los negociadores rehacen la amnistía para salvar a Puigdemont". "PSOE y Junts están añadiendo in extremis un nuevo supuesto al texto ya pactado para que el expresident evite la imputación por terrorismo". Es alucinante, el PSOE está dispuesto a morir por salvar el pellejo a Sánchez.
Sobre las protestas, dice el editorial que "el uso de gases lacrimógenos, pelotas de goma o botes de humo es la excepción y no la norma, como señalan los sindicatos policiales, hasta el punto de que no llegaron a emplearse en los graves disturbios de Barcelona del año 2019". Hombre, entonces eran los amigos del PSOE, la violencia protegida por la izquierda.
"A nuestro juicio, es importante retener estos datos ante la nueva campaña de propaganda gubernamental, que se rasga las ropas ante las concentraciones de protesta en las sedes del PSOE y que, una vez más, busca la criminalización del adversario político, el «malvado» Partido Popular, al que se acusa de convocar manifestaciones al margen de los procedimientos administrativos". Los lloriqueos socialistas son poco creíbles.
"Entendemos la preocupación del PSOE y la sorpresa del Gobierno ante las crecientes muestras de rechazo ciudadano a la indignidad nacional que suponen las concesiones a unos golpistas que atentaron contra la Constitución y el Estatuto de Cataluña. Pero, del mismo modo, esos mismos socialistas deberían entender la inevitable reacción de protestas de una parte de la opinión pública que no está dispuesta a sufrir en silencio el atropello y no se resigna a asistir pasivamente a una compraventa del cargo de presidente del Gobierno por encima de las leyes y, además, con dinero público. Pero el problema más grave, de fondo, estriba en responder a la pregunta de ¿qué es para el PSOE la libertad de expresión? Porque ya cansa esa política del doble rasero con la que las izquierdas miden a esa población que no les vota". Y como se pasen en la sobreactuación, la ventaja que obtuvieron al principio se volverá contra ellos.





