
Ha vuelto la Marta Rovira más combativa, la mujer de los ultimatos y las amenazas y en menos de 48 horas ha volteado la negociación con los socialistas para la investidura de Salvador Illa. Y lo que hasta la semana pasada eran unas conversaciones muy positivas y unas negociaciones que avanzaban a buen ritmo se han convertido en otra cosa que no acaba de convencer a la dirigente independentista, especializada en echar agua al vino socialista. Rovira quiere concreciones y no le vale el consorcio fiscal que le propone el Gobierno para que la Generalidad recaude todos los impuestos pero los gaste de acuerdo con el Estado. El objetivo es recaudar, pero además tener soberanía fiscal.
La secretaria general de ERC y en estos momentos máxima autoridad en la formación republicana pretende reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para tratar la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalidad a cambio de un sistema de financiación "singular", una reproducción del concierto vasco para Cataluña. Además, no está dispuesta a llevar a cabo una "negociación de último minuto" y que ERC sea la culpable de la repetición electoral. "A finales de julio, tenemos que ver si hay agua en la piscina. Si no, nos levantaremos de la mesa de negociación", ha advertido la dirigente separatista.
De este modo, Rovira marca unos plazos que no son los previstos por el PSC, que pretende madurar el "sí" de ERC a su candidato Illa a cambio de cesiones no sólo en materia de financiación autonómica. La oferta socialista se basa también en el mantenimiento de cientos de cargos nombrados por ERC en la estructura de la administración autonómica. Rovira, en cambio, apuesta por una negociación que dé resultados en breve, a finales de este mismo mes. De lo contrario, instará al PSC a negociar con otros, como Junts, ha deslizado la retornada. Esa opción está descartada tanto por los socialistas como por los posconvergentes, todos ellos refractarios a la propuesta de una "sociovergencia" que ya se ha probado en algunos ayuntamientos y diputaciones, pero nunca en la Generalidad.
Así que una de las primeras consecuencias del regreso de Rovira es el endurecimiento de la posición negociadora de ERC, que reprocha además a los socialistas que no haya habido avances en el prometido traspaso de las cercanías de Renfe y en la condonación de 15.000 millones de la deuda autonómica catalana.

