
No hay margen para las grandes sorpresas en el congreso de Junts per Catalunya (JxCat) que arranca este viernes en la localidad barcelonesa de Calella. Salvo que el prófugo Carles Puigdemont intente otra "incursión" como la del pasado 8 de agosto, el cónclave del partido separatista será plácido. Todo está atado de antemano y ni siquiera se podrán votar por separado los nombres de la nueva ejecutiva, una petición de los escasos críticos que resisten en un partido diseñado a la medida de las veleidades de su principal referente, el expresidente de la Generalidad protagonista del golpe de Estado de 2017.
Puigdemont se apresta a recuperar la presidencia del partido tras el fiasco del Consejo de la República, una plataforma con la que el expresidente catalán y exalcalde de Gerona pretendía aglutinar a todo el independentismo. Dadas las circunstancias, Puigdemont se aferra a lo más seguro, un partido en el que opera como cartel electoral único y al que sólo él dota de sentido. De ahí que Laura Borràs, la inminente expresidenta, no haya opuesto la más mínima resistencia a su defenestración política.
Tras su condena por corrupción (concesión de contratos troceados a un amigo cuando dirigía la "Institución de las letras catalanas") el peso de Borràs se ha reducido paulatinamente. Ahora le espera la dirección de la fundación que aporta el partido Demòcratas de Unió, Toni Castellà, que desaparece en la fusión con Junts. Según los partidarios de Borràs, su función será la de dotar de calado intelectual a ese proyecto de think tank.
Con Borràs caen todos sus fieles, que serán sustituidos por los hombres y mujeres que más fidelidad han demostrado al vecino de Waterloo y al indultado Jordi Turull. Los cuatro vicepresidentes serán Míriam Nogueras, Josep Rius, Mònica Sales y Toni Castellà mientras que de la secretaria de organización se ocupará la desconocida diputada Judith Toronjo, quién sustituirá al borrasista David Torrents.
Puigdemont también cuenta para su ejecutiva con personajes como el exdirectivo bancario Jaume Giró (la cara visible del ala supuestamente moderada de Junts), Damià Calvet y la también exconsejera Victòria Alsina.
Rasgos convergentes
La intención de Puigdemont es recuperar los rasgos convergentes, convertir Junts en el heredero del viejo partido fundado por Jordi Pujol en 1974 y enterrado por Artur Mas en 2016. Tras destruir el PDeCAT, las primeras siglas que sucedieron a Convergència, Puigdemont quiere ahora un partido que se le parezca sin renunciar al espíritu antisistema cupero con el que se ha desempeñado Junts en los cuatro años que lleva de existencia.
El prófugo dispone en el Congreso de los Diputados a su fiel Míriam Nogueras, que encarna la facción del partido que no militó en Convergència, mientras que el partido está controlado por Jordi Turull, el representante del ADN político del pujolismo. En el entorno de Puigdemont ascienden la portavoz en el Parlament, Mònica Sales, la ya mencionada Judith Toronjo y Antoni Castellà. Josep Rius forma parte del equipo de Puigdemont desde que el prófugo fuera nombrado presidente de la Generalidad en enero de 2016 y le designara jefe de gabinete.
Se especula con que Jordi Pujol y Artur Mas se afilien al partido en este congreso. Hace unos meses Jordi Turull anunció que Pujol se sacaría el carnet del partido. Fue en un homenaje privado al evasor fiscal confeso que aún está a la espera de juicio en la Audiencia Nacional. La posibilidad de que Pujol y su delfín Mas se hagan de Junts está sobre la mesa y puede ser una de las notas destacadas del cónclave.


