
Hace diez años Jordi Pujol confesó la existencia de una fortuna oculta en Andorra. La revelación causó tal impacto entre el electorado nacionalista que el patriarca del nacionalismo moderno pasó al ostracismo. Durante décadas había engañado a la sociedad catalana proyectando la imagen de un hombre desinteresado y sin el más mínimo apego al dinero. Pero era pura fachada. Su esposa, Marta Ferrusola, y sus hijos manejaban cantidades estratosféricas de dinero y formaban una organización criminal con el presidente de la Generalidad a la cabeza que se había enriquecido por todos los medios menos el trabajo y gracias en gran parte al cobro de comisiones por adjudicación de obras públicas.
El destrozo que provocó la confesión en el catalanismo fue de tal calado que supuso el fin de Convergència, el partido que fundara Pujol en Montserrat en 1974, y supuso el arrinconamiento de Pujol, del que se prescindió como referente por corrupto. Pero el estigma duró poco. No había pasado ni un año cuando se difundían imágenes del matrimonio Pujol Ferrusola agasajado en la abadía de Montserrat por los monjes benedictinos. Obtenido el perdón espiritual, el caso de los Pujol entraba en una fase de dilaciones injustificadas que prolongaron la instrucción del sumario durante más de una década. Hace pocos días que se anunció la fecha del juicio, será en noviembre del año que viene y durará hasta el 23 de abril del siguiente.
Ahora, a sus 94 años y tras el fallecimiento el pasado verano de su esposa, que sufrió de alzhéimer durante los últimos años de su vida, Pujol ha recuperado su agenda pública. Ya no es un apestado, sino todo lo contrario. Después de los estragos del 'procés', sus autores intelectuales y materiales recuerdan con nostalgia el pujolismo y pasean literalmente al anciano president de homenaje en homenaje. Se trata de actos de pequeño formato, presentaciones de libros sobre Enric Prat de la Riba, que Pujol reivindica como referente, charlas en centros cívicos. Esa actividad corre paralela a los homenajes en los principales medios de Cataluña a cuenta del cincuenta aniversario de la fundación de Convergència. Los diarios de papel de Cataluña, TV3, las radios y los diarios digitales rindieron homenaje a quien fuera presidente de la Generalidad entre 1980 y 2003, cuando su esposa e hijos amasaban una enorme fortuna mientras él presumía de austero.
El pasado martes, Pujol era la gran estrella en la presentación de dos libros sobre Enric Prat de la Riba en una céntrica librería de Barcelona perteneciente a Tatxo Benet. Allí había acudido acompañado de Jaume Giró, el exdirectivo bancario que encarna el denominado gen convergente en Junts, el partido de Puigdemont y la formación sucesora de Convergència en todo menos en el apartado de las deudas económicas.
Acto de pago
El próximo 29 está anunciado en una entidad de amigos de Prat de la Riba de la localidad de Castelltersol que cobra por la presencia de Pujol: 6,20 euros es la entrada mínima, aunque quien lo desee puede contribuir con más dinero. Se cobra vía Bizum y la recaudación es a favor de la entidad que organiza el evento. Sin embargo, el cartel promete, puesto que están anunciados Artur Mas, Xavier Trias y Núria de Gispert, la expresidenta del Parlamento regional conocida por sus ideas supremacistas.
Pero no todos los actos de Pujol son de pago. A principios de noviembre participaba en un acto en el ayuntamiento de Llorens del Panadés del que se hacía eco la diputada de Junts Montse Ortiz en su cuenta de la red social X. En una de las imágenes se aprecia a Pujol y a su hijo Oriol Pujol acompañados por un grupo de 14 personas. En esos actos Pujol suele alertar del riesgo de que desaparezca el idioma catalán y de la pérdida de identidad de Cataluña.

