
La estrategia de presentar a Jordi Pujol como un enfermo incapaz de seguir una conversación no ha funcionado. La defensa del patriarca del catalanismo había aportado inquietantes informes sobre el estado de salud de Pujol. Aluden a "marcadores de alzhéimer en sangre" y múltiples patologías relacionadas con la edad que le impiden mantenerse en pie sin ayuda. Quienes han hablado con él en los últimos tiempos aseguran que está muy sordo y que se repite mucho, que es capaz de pronunciar un discurso o escribir una especie de dietario pero que no podría seguir un interrogatorio judicial porque la memoria remota funciona mucho mejor que la reciente.
Su médico personal, Jaume Pedrós, fue tajante respecto a la salud de Pujol al afirmar que "ya no puede tener una conversación normal" y que "no está en condiciones de someterse a interrogatorio alguno". Sin embargo, el hijo que debía heredar el legado político de Pujol, Oriol Pujol, había manifestado por activa y por pasiva que su padre no solo quería formar parte del juicio sino que estaba dispuesto a personarse en San Fernando de Henares, en la sede de la Audiencia Nacional, para seguir de manera presencial la vista oral. Eso dicen también sus partidarios, que Pujol, a pesar de su notorio declive físico, mantiene un espíritu combativo en vistas a defender lo que considera su obra política.
La confesión, clave
Han pasado once años de la confesión de la fortuna oculta en Andorra, una confesión con la que Jordi Pujol pretendía salvar a su familia, un acto antipolítico al que fue conducido por presiones de su esposa y su primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, el acusado que carga con mayor petición fiscal, 24 años de cárcel.
Singularmente, Pujol padre parece ser el único interesado en que se celebre el juicio. Su defensa y las de sus hijos preferirían no someterse a una larga y penosa vista oral. De ahí que aduzca Cristóbal Martell, el afamado penalista que también fue el abogado de Messi en sus pleitos con Hacienda, que la competencia no corresponde a la Audiencia Nacional sino a la Audiencia de Barcelona porque la mayoría de los supuestos delitos se imputan en territorio nacional, no en Andorra.
El resto de los letrados han apuntado en las cuestiones previas a la prescripción de los hechos, a la obtención supuestamente ilegal de las pruebas, al carácter político de la investigación, a la presunta falta de concreciones de la acusación y a la vulneración de derechos fundamentales.
Contra todas esas argumentaciones opera la confesión del propio Pujol, que uno de los letrados ha atribuido a la publicación por parte de El Mundo de las cuentas en Andorra de la familia, días antes del escrito con el que Pujol admitió que su familia tenía una fortuna oculta en el extranjero. Jaime Campaner, letrado de Josep Pujol, sostiene que la confesión fue la consecuencia directa de la publicación en el citado medio de las cuentas con todo detalle antes de que la banca andorrana hubiera facilitado de manera oficial los datos.
El primer día de la histórica vista, Jordi Pujol no ha quedado exonerado, tal como daban por sentado las defensas tras el informe de los forenses de la Audiencia de Barcelona. Ha sido el primer revés. El juicio no pierde el atractivo político que le confiere que en el banquillo, telemático, eso sí, se siente el que fuera el todopoderoso presidente de la Generalidad entre 1980 y 2003.


