
Vox se muestra cada vez más preocupado por lo que consideran una maniobra de PP y PSOE para regresar al bipartidismo e intentar arrinconarles. Una estrategia que se ve apuntalada con encuestas como el CIS que sitúan al partido casi en la irrelevancia, al tiempo que crece la confrontación con los medios de comunicación cuando el partido parecía vivir sus horas más bajas tras el resultado de Andalucía.
La celebración de Viva 22 supuso, sin embargo, un auténtico revulsivo después de meses en los que han tenido que hacer frente a su primera crisis interna, con la salida de Macarena Olona y la sustitución de Javier Ortega Smith al frente de la secretaría general del partido. El logro de reunir a numerosos líderes internacionales en torno a Santiago Abascal y congregar a más de 40.000 personas, ha permitido a Vox exhibir músculo cuando muchos ya auguraban la desaparición del partido.
Sin embargo, de puertas para afuera, la percepción de que el partido sigue sin levantar cabeza, prevalece. El reciente reportaje de La Sexta en el que exmiembros de Vox acusaban a la dirección de falta de democracia y opacidad en las cuentas, unido a las últimas encuestas o al hecho de que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo hayan trasladado el foco mediático del Congreso al Senado para debatir solos, está siendo visto con recelo, lo que les ha empujado a mover ficha.
Abascal advierte sobre el año que les espera
Para intentar dar la vuelta al clima de opinión que puede instalarse entre los ciudadanos y acabar perjudicando sus expectativas electorales en el mes de mayo, Santiago Abascal ha salido a insuflar ánimo a los suyos y advertirles del difícil año que se avecina. En su cuenta oficial de Twitter escribía esta semana un mensaje en el que alertaba de que "los ataques, censuras, cordones, pedradas y manipulaciones" que siempre han sufrido, "se recrudecen en años electorales".
El líder de Vox señalaba directamente a PP y PSOE, además de a los medios de comunicación, por "alentar" esos ataques porque "prefieren pactar entre ellos", en referencia a las negociaciones que ambos partidos llevan a cabo para la renovación del CGPJ, asunto en el que también se sitúan al margen. "Irán a más y serán peores", avisaba, al tiempo que despreciaba la posibilidad de que logren su objetivo asegurando que "no importa" porque "deciden los españoles que ya no les creen".
VOX no ha dejado nunca de sufrir ataques, censuras, cordones, pedradas, manipulaciones...
Se recrudecen en años electorales, alentados por unos y otros, porque prefieren pactar entre ellos.
Irán a más y serán peores.
No importa. Deciden los españoles, que ya no les creen.
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) October 19, 2022
Objetivo: desmontar las encuestas
Un día antes, el portavoz parlamentario, Iván Espinosa, comparecía en una rueda de prensa en el Congreso en la que traía preparado todo un arsenal de ataques contra el CIS, que un día antes les situaba por debajo del 10% de votos, recordando sus errores en anteriores predicciones, al tiempo que exhibía otras encuestas de empresas demoscópicas que recogen que sólo PP y Vox suben en intención de voto.
La estrategia habitual del partido es despreciar todos los sondeos asegurando que la calle transmite otra idea pero, ante la influencia que tienen en la opinión pública, Vox ha decidido salir a confrontar esos datos para evitar que el desánimo cunda entre los suyos. Ya lo hicieron durante la campaña de las elecciones andaluzas al poner en cuestión el prestigio de estas empresas por haber fallado en anteriores ocasiones.
Al mismo tiempo, Espinosa se quejaba de que Sánchez y Feijóo busquen debatir en solitario en un intento por resucitar el bipartidismo, defendiendo que su regreso en España no es posible, como ya han hecho antes otros dirigentes que advierten de que Vox ha venido para quedarse. Una idea que defienden con más ahínco desde que Georgia Meloni ganó en Italia y prendió la mecha de lo que podría ser el resurgir de la derecha más conservadora en Europa.
Mayo como termómetro político
Aunque Vox está acostumbrado a lidiar con este clima, el resultado en Andalucía y la posterior crisis interna se convirtieron en un peligro real que podía acabar lastrando su resultado en las elecciones municipales y autonómicas. Será precisamente esta cita el verdadero termómetro que dé cuenta de hasta qué punto el partido goza o no de buena salud.
Si el llamado efecto Feijóo, que Vox ya da por amortizado, acaba imponiéndose y no logran ser decisivos, en las generales podrían acabar perdiendo la fuerza que tienen ahora. Por el contrario, si logran sus objetivos de entrar en gobiernos con el PP y extender su influencia, podrían acabar dando la vuelta a la situación como ya hicieron entre abril de 2019 y noviembre del mismo año cuando, pese a los malos augurios, doblaron su número de diputados.

