
Santiago Abascal ha confirmado su candidatura para presidir Vox en la Asamblea del próximo 27 de enero, cuyo plazo para concurrir concluye mañana. Una cita que se celebrará en uno de los momentos más críticos para el partido, en plena caída de afiliados y cuando se han producido importantes salidas, sobre todo en el grupo parlamentario.
La última de ellas, la de Carla Toscano, que seguirá en el Ayuntamiento de Madrid pero que, después de las renuncias de Iván Espinosa y Juan Luis Steegmann, ha vuelto a sacudir al partido en el Congreso, cuando se cumple año y medio de la salida de Macarena Olona y seis meses después de la exclusión en listas de Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso.
A este goteo se suman los diputados que no lograron escaño el pasado 23-J, cuando Vox se dejó 19 escaños, además de la renuncia de la consejera de Extremadura, Camino Limia, o la salida del partido del diputado balear, Xisco Cardona, apenas unas semanas después de que echaran a andar los gobiernos autonómicos del PP, algunos de ellos en coalición con Vox. En estos primeros meses de legislatura, el partido ha sufrido también varias crisis en distintos territorios como Cantabria.
La convocatoria de la Asamblea ha dejado también al descubierto la caída de afiliados, que Vox achaca a la crisis económica, puesto que la mitad de los 66.000 que dicen tener inscritos no está al corriente de pago, es decir, no abona la cuota correspondiente para ser militante. El censo de afiliados de pleno derecho supera ligeramente los 32.000, un 35% menos de los 49.000 que tenían hace cuatro años, cuando Abascal renovó mandato.
Este descenso es, cuanto menos, un síntoma de la desmovilización existente entres sus bases, como evidencia también la decisión de no celebrar este año el evento anual de Viva que venían convocando desde 2021, y que sustituía a los Congresos de Vistalegre celebrados los tres años anteriores. El partido dijo que, debido al ciclo electoral, se convocará posiblemente antes de las europeas que tendrán lugar en junio.
La cita nacional con las urnas será una auténtica prueba de fuego para el partido, que medirá la salud real de una formación que ya enlaza varias convocatorias electorales decepcionantes para los suyos. Después de no lograr el resultado esperado en Andalucía, donde se quedaron fuera del gobierno, consiguieron remontar el 28-M al entrar en hasta cinco gobiernos, aunque la marca empezaba a dar síntomas de desgaste.
Después llegaron las generales en las que se dejaron más de medio millón de votos, quedando fuera del Gobierno. Galicia es la siguiente cita en el horizonte y no se esperan buenos resultados, al ser la única comunidad que todavía se les resiste por la aplastante mayoría absoluta del PP.
La convocatoria tendrá lugar con la cúpula del partido ya renovada, después de que el propio Abascal confirmara que se acometerán cambios en el Comité Ejecutivo Nacional, donde de nuevo podrían producirse importantes salidas. Las gallegas son la primera prueba a la que se someterá el partido ya remodelado y, aunque se juegan poco, si no renuevan el escaño que tienen en el País Vasco, la sacudida podría dejarles muy tocados a las puertas de las europeas, y agravar el malestar creciente de algunos cargos.

