Emplear un recurso tan abundante tiene su precio. El 70 por ciento del coste de producción del agua es energía. Para obrar un proceso denominado ósmosis inversa, hay que bombear con mucha potencia. El equivalente casi a un bombeo de 700 metros de altura pero con mucha más fuerza y en horizontal, en depósitos con una membrana entre medias. De manera que las sales se quedan retenidas en una cara de la membrana.
Lo que llamamos salmuera, que tiene una elevadísima concentración de sal. Y en ese residuo está el coste medioambiental es muy contaminante y debe volver al mar. Por eso es importantísimo que cuando se vierta de nuevo, se haga de forma completamente distribuida porque si no se podría afectar al medio.
El agua ya dulce cuesta entre 4 y 5 veces más que, por ejemplo, la de un trasvase. Meterla en un barco, trasladarla, que no se estropee, aumenta la factura. Los expertos apuestan por hacer más eficaz un proceso fundamental, considerar la desalación como un seguro hídrico en tiempo de sequía.

