Marta Rovira ya está de regreso a España. Viaja por carretera desde Ginebra porque tiene el pasaporte caducado. Se pone punto final así a una fuga que empezó el 23 de marzo de 2018, cuando estaba citada a declarar en el Tribunal Supremo. Rovira se marchó a Ginebra junto a su familia y ha residido allí desde entonces. El archivo de la causa del Tsunami por un defecto de forma ha facilitado el retorno de la secretaria general de ERC y máxima autoridad del partido republicano en lo relativo a las negociaciones para investir al socialista Salvador Illa como presidente de la Generalidad.
En las últimas semanas acompañaban a Rovira en Ginebra el diputado autonómico de su partido Ruben Wagensberg, Oleguer Serra, vicepresidente de Òmnium, Jesús Rodríguez, periodista de un digital independentista y Josep Campmajó, un empresario y activista gerundense, todos ellos imputados en el sumario que ha sido archivado. Serán objeto de grandes recibimientos y homenajes no sólo por parte de los partidos y entidades separatistas sino también por parte del gobierno de la Generalidad, que además prevé dotar de escoltas de los Mossos a Rovira dada su condición de dirigente de ERC.
El regreso de Rovira se produce en un contexto crítico para su formación tras las últimas derrotas electorales. Pero también por la guerra interna entre roviristas y junqueristas, dos sectores que se disputan el control del partido. Oficialmente las negociaciones sobre la investidura de Illa son responsabilidad de Marta Rovira, que ha quedado como el referente del partido tras la renuncia de Junqueras a la presidencia para volver a presentarse en el congreso extraordinario que celebrará la formación el 30 de noviembre.
Fruto de las guerras intestinas en el seno de ERC fue la campaña de falsa bandera contra los hermanos Maragall utilizando la enfermedad de Pasqual, el exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalidad aquejado de alzhéimer. Y también la estructura paralela a la dirección que organizó Marta Rovira para puentear a Junqueras desde 2018, cuando el presidente de ERC ya estaba en prisión y Rovira fugada en Suiza.
La "guerra civil" entre republicanos
En ese contexto y según ha desvelado este jueves la emisora Rac 1, Rovira se puso al frente de un grupo en el que estaban entre otros Sergi Sabrià, el "cerebro" de las campañas anónimas del partido contra sus rivales externos e internos, así como Jordi Bacardit, mano derecha entonces de la propia Rovira, o el jefe de la empresa de marketing que utiliza ERC para atacar a sus rivales sin dejar rastro, Bernat Aubia. Ellos eran los encargados de dirigir la estrategia del partido siempre al margen de las estructuras de mando oficiales y, sobre todo, al margen de Junqueras.
Según los partidarios del expresidente de ERC, fueron los roviristas quienes marginaron a Junqueras. En cambio, los afines a Rovira sostienen que fue Junqueras, caracterizado por su desidia y alergia a tomar decisiones, quien se marginó. Ese retrato de Junquera coincide con el que hizo de él Carles Puigdemont.
En teoría, el retorno de Rovira favorece las opciones de Illa de ser investido y gobernar con el apoyo externo o dentro del "Govern" de ERC. Fuentes republicanas sostienen que las negociaciones van por buen camino, pero falta el sí definitivo, pendiente de la oferta que Moncloa realice sobre la financiación "singular" de Cataluña. De momento, el Gobierno ha ofrecido a ERC que la Generalidad recaude todos los impuestos, pero que lo haga a través de un consorcio tributario formado a medias por el Estado y la administración autonómica.