
Todo lo que podía salir mal en el operativo de los Mossos para detener al golpista prófugo Carles Puigdemont salió mal. Para empezar, el objetivo principal de la operación era, según el informe remitido al magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, garantizar la celebración del pleno de investidura de Salvador Illa. En segundo término, el arresto de fugitivo más famoso de España desde Luis Roldán. Pero todo falló porque Puigdemont, según los Mossos, se aprovechó de su buena fe.
La intención de los Mossos era arrestar a Puigdemont cuando este intentara acceder a la cámara autonómica, pero la acumulación de efectivos de la policía autonómica en la puerta que pretendía utilizar, según fuentes policiales, hizo que el dirigente separatista cambiara de opinión y decidiera fugarse. Pero los problemas no comenzaron con la irrupción de Puigdemont en el Arco del Triunfo de Barcelona. Un día antes, los Mossos pretendieron registrar la sede del Parlament. La hipótesis policial era que Puigdemont podía encontrarse oculto en la cámara para cumplir así su promesa de participar presencialmente en la sesión de investidura del socialista Salvador Illa. Sin embargo, el presidente del 'Parlament' y correligionario de Puigdemont Josep Rull impidió el acceso a los agentes, según consta en el informe de 23 páginas remitido por el jefe del cuerpo, Eduard Sallent, al juez Llarena en respuesta a su requisitoria.
Los Mossos dan cuenta de que Rull había advertido días antes de que impediría la entrada de la policía en el interior del edificio, lo que dio pie a los Mossos a valorar la posibilidad de que Puigdemont se hallara escondido en la cámara. Sin embargo, las peticiones para registrar el Parlament con unidades caninas cayeron en saco roto. Los funcionarios dependientes de Rull se pasaban la patata caliente unos a otros y derivaban finalmente la cuestión al presidente, quien mandó decir que la inspección policial no se podía llevar a cabo porque no había el personal "adecuado" para el trámite.
"Estos hechos reforzaron las sospechas sobre un posible acceso del señor Puigdemont al Parlament de forma previa al debate de investidura", apunta el informe, pero la hipótesis resultó ser errónea.
Una "maniobra de distracción"
Los Mossos también se quejan amargamente de que Puigdemont les tomó el pelo con su "maniobra de distracción", una operación que según el documento "escapa a toda lógica racional o política". Y es que los Mossos creían estar frente a un político de palabra y no un delincuente. La posibilidad de que Puigdemont viniera a España y luego se escapara no entraba en los cálculos de los analistas del cuerpo policial autonómico.
En el informe la policía regional se escuda en que "la huida del señor Puigdemont, gracias a una maniobra de distracción desarrollada con la cooperación involuntaria de miles de personas y la actividad organizada de un grupo de colaboradores próximos, impidió a los Mossos dar cumplimiento a la orden de detención emitida por el Supremo, a pesar de ser esta su voluntad y determinación".
Entre los múltiples fallos consta también que el dron desde el que los Mossos controlaban los movimientos de Puigdemont se "despistó" cuando el escapista se introdujo en la parte posterior del escenario ayudado por su letrado Gonzalo Boye (condenado por colaboración con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla e imputado por supuesto blanqueo de capitales del narco Sito Miñanco). En vez de seguir al prófugo se orientó hacia las autoridades y cargos de Junts en la creencia de que Puigdemont pretendía entrar en el parlamento encapsulado en ese grupo.
Error en la identificación del vehículo
En el informe también se pone como excusa que el único mosso que se dio cuenta de la maniobra de fuga se equivocó al referenciar el vehículo como un Peugeot en vez de como un Honda. El agente inició la persecución a pie del vehículo, pero le perdió el rastro cuando un semáforo se puso en verde.
En suma, un cúmulo de circunstancias que apela a la incompetencia de los Mossos y trata de descartar por completo la hipótesis de la connivencia.

