
Este miércoles, la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se levantó con su rostro en casi todas las portadas. Bajo su sonriente cara había titulares demoledores sobre su última rueda de prensa. Desde "el Gobierno tergiversa" de El País a "mentir con Alegría" de El Mundo. "Eran peores los digitales ayer", afirmaban algunos de sus colaboradores, restándole importancia. Aunque otros en el Gobierno consideraban "excesivo" el titular del diario del grupo Prisa.
En el partido hay quien interpreta que la diarrea de bulos tras el Consejo de Ministros fue una de las últimas misiones de Alegría como portavoz del Gobierno. Quemarse a lo bonzo por Sánchez difundiendo una retahíla de trolas que sonrojó hasta a los más afines. El presidente supo corresponderle al día siguiente con un gesto de cariño y decidió que ambos entrasen juntos a la sesión de control. Como si fuesen el dúo perfecto: la difusora de bulos y el presidente que, unos minutos más tarde, alertaba contra la "desinformación" y "las mentiras" de la oposición.
Alegría, la disciplinada
Aunque el apoyo de Sánchez, entrando juntos en la sesión de control, no es garantía de continuidad (ya lo hizo con Calvo o con Ábalos) hay una práctica unanimidad en que Alegría va a seguir en el Gobierno pero la duda es si continuará en la portavocía. Los rumores apuntan al ministro de Transformación Digital, Óscar López. El que fuera mano derecha de Sánchez fue quien aupó a la secretaría de Estado de Comunicación a su amigo y exdiputado del PSC, Francesc Vallés, o lo que es lo mismo: el creador de argumentarios.
En el partido hay un cierto consenso sobre las carencias comunicativas del Gobierno y que Sánchez no acaba de atinar con sus últimas portavoces. Lo cierto es que tanto Pilar Alegría como Isabel Rodríguez son fieles y disciplinadas. Sólo le limitan a leer el argumentario que les escribe Vallés en sus fichas o que les manda vía Whatsapp cuando un asunto no está en su carpeta.
Alegría incluso ha delegado en la Secretaría de Estado de Comunicación que sean ellos los den los turnos en las ruedas de prensa. Lo que Vallés ha aprovechado para imponer vetos, restringir turnos y tratar de evitar que se pregunten por cuestiones espinosas.
Dos "errores"
En el Gobierno ya advierten que, pese a las críticas, mantendrán el argumentario "fake" de los últimos días, aunque algunos sólo admiten dos errores que subsanarán. Lo que desterrarán es una de sus mentiras: que el auto de la Audiencia Provincial señala que la instrucción de Peinado es "prospectiva". El resto, sobre Begoña Gómez, seguirá y defienden su derecho a "valorar" que merece ser archivado y que "no hay caso" pese a que la Audiencia avala la investigación.
También admiten que fue un error justificar la ley que conmutará las penas a los etarras con un informe del Consejo de Estado de 2023 fechado 7 meses antes de que se registrasen las enmiendas y nueve antes de que se aprobasen. Ya en la noche del martes, para tratar de enmendarlo, distribuyeron otro informe de este organismo del año 2013.
Lo que querían decir, matizan ahora, es que la ley que presentó Bolaños es prácticamente igual que una de Mariano Rajoy. Lo que obvian ambos informes es que, en el proceso de enmiendas, lo populares introdujeron una disposición adicional para evitar conmutar las penas y que, una década más tarde, en el trámite parlamentario, Sumar registró su eliminación. Una decisión que contó con la unanimidad del resto de grupos.
Los socios, indignados
Los argumentos de Alegría escudándose en el informe del Consejo de Estado o comparándolo con una ley del PP tampoco han gustado a los socios. En Sumar, partido integrado en el Gobierno, creen que el PSOE actúa con "falta de honestidad" y de "valentía" al "no defender algo en lo que realmente cree" en privado. "Hay que decir que no puede ser que, una vez que han cumplido su pena en Francia, tienen que venir aquí y volver a la cárcel", añaden en el partido de Díaz donde comparan los errores comunicativos de ahora con los de la amnistía.

