
El Partido Popular aspira a renovarse en el próximo congreso que tendrá lugar los próximos 4, 5 y 6 de julio. Un "rearme moral" para afrontar lo que resta de legislatura y, sobre todo, sentar las bases de la nueva etapa en la que cada día parece más claro que, esta vez sí, podrían llegar al gobierno. Se trata de un debate de ideas que no ocurría desde la época de Mariano Rajoy, cuya renuncia ideológica sigue a día de hoy lastrando al partido.
La cita de julio es una prueba de fuego para el PP. La cascada de casos de corrupción que afectan al Gobierno del PSOE, su debilidad parlamentaria y el deterioro en la gestión de los servicios públicos están pasando factura a la izquierda, pero generan inquietud e impaciencia en la derecha. El congreso debe dar respuesta a esta situación y romper el mito de un Sánchez invencible al que nada parece afectarle.
"Hay una gran desilusión con la política española, por la situación que vivimos, y una gran ansiedad, los ciudadanos quieren votar, cambiar y pasar esta pesadilla", admitía este martes Feijóo en rueda de prensa, al ser preguntado por este periódico sobre la respuesta que dará el PP a la desafección de la derecha. "Yo comprendo esa desilusión, esa ansiedad, esa desazón, la vivo todos los días", añadía, prometido celebrar un congreso que sea un "punto de inflexión".
Consciente de la desconexión que puede provocar en el electorado comprobar que el Gobierno resiste cualquier envite, y el riesgo que conlleva para los votantes de un lado y otro del espectro, Feijóo propiciará un debate de ideas "desde la unidad" para "generar ilusión" a través de la renovación de equipos y la confección de un esquema ideológico con el que concurrir a las urnas, aunque sin que llegue a convertirse en un programa electoral.
El debate de ideas
Se hablará de libertad, igualdad, institucionalidad, fiscalidad o seguridad (okupación e inmigración), para crear un armazón con unos principios básicos y simples, la carcasa con la que mirar al futuro pero, también, romper con la herencia de Mariano Rajoy, cuya renuncia a cumplir su programa provocó la división de la derecha.
Un lastre que sigue perjudicando las opciones electorales del PP, como prueba la existencia de Vox, cuyo origen responde a la traición que sintió una gran parte del electorado con el Gobierno de Rajoy. Una desconfianza que a día de hoy pervive en una parte de la derecha y con la que debe lidiar Feijóo, como evidencian sus discursos.
En Génova evitan referirse a este legado y son varios los actos en los que Feijóo ha aparecido con Rajoy, pero el líder del PP hace especial hincapié siempre en presentarse como un hombre de palabra, alguien al que preceden años de gestión y promesas cumplidas en Galicia, que sí llevará a cabo las reformas necesarias y se ajustará al trato suscrito con los electores.
Integrar a todos para evitar futuros enfrentamientos
El congreso no sólo aspira a coser heridas, sino también a dar satisfacción a las distintas familias integradas en el PP: liberales, conservadores y cercanos a la socialdemocracia, para evitar futuras fracturas como ocurrió tras el congreso de Valencia en el que Rajoy, aún en la oposición, decidió romper con los dos primeros. La elección de los miembros de la dirección y cómo se configuren las primarias, serán claves para integrar a todas las corrientes.
La relación con Vox, o con partidos independentistas como Junts, quedará excluida del debate. "Vamos a hablar de nuestra relación con los ciudadanos", decía Feijóo al ser preguntado sobre este asunto, aunque añadía que "del texto de la ponencia política y el contenido del congreso se podrán sacar muchas conclusiones sobre qué pensamos o nuestra orientación con otros partidos".

