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"Sabía que fugarme no estaba bien, pero nadie se preocupaba. ¿Tú te crees que la Policía me estaba buscando?"

Fugas, drogas y una falta de arraigo que hace a los menores tutelados vulnerables ante las redes de trata.

Fugas, drogas y una falta de arraigo que hace a los menores tutelados vulnerables ante las redes de trata.

Lola y Esmeralda han sido tuteladas prácticamente durante toda su infancia y adolescencia. Esmeralda tiene 26 años y Lola, 46. A pesar de esa diferencia de edad, una desde Léon y otra desde Gandía han vivido vidas paralelas. Su relato demuestra que el sistema de tutela ha cambiado bastante poco a lo largo de los años.

Corría el año 2008, en plena crisis de Zapatero cuando el padre de Esmeralda entró en prisión porque "tenía un pelín de piromanía". En ese momento, su madre se quedó sin trabajo, sin casa y con 4 hijas que mantener: "Acabamos durmiendo en el Renault 5 hasta que una de mis tías puso una denuncia y nos separaron a todas de nuestra madre"

Las cuatro hermanas ingresaron en un centro de menores en el que se les permitía ver a su madre cada 15 días, siempre dentro del centro y bajo la supervisión de un educador. "A mí aquello me parecía la cárcel. Mis hermanas aceptaron mejor esa realidad pero yo lo vivía con mucha ansiedad. Llegué incluso a tener tricotilomanía"

Lola ingresó en el centro con 4 años. No tenía madre y su padre no podía hacerse cargo. Al principio estaba en un piso tutelado con otros 20 niños de entre 2 y 6 años con los que compartía cama. Se trata de centros de primera acogida donde viven incluso bebés y niños muy pequeños a los que no se ha podido encontrar una familia de acogida.

"Cada año los educadores cambian"

Ella recuerda que en esta etapa los educadores más o menos eran estables pero cuando pasó a un centro de más edad "cambiaban cada año y los niños, al ver que no conocían a nadie se ponían a llorar. Eso es feo, porque coges cariño a las personas que te cuidan y de repente es como que te vuelven a dejar"

Así lo vivió también Esmeralda. Son edades en las que la falta de arraigo o de alguien que se preocupe por ellos de verdad, empieza a tener consecuencias: "Nadie te pregunta cómo estás a nivel psicológico. Yo sabía que fugarme de un centro de menores no estaba bien pero nadie se preocupaba por mí". Así que sus salidas empezaron a ser recurrentes. "Ya era una especie de prueba para ver si alguien me buscaba"

"No había un control" añade Lola. "Hubo un vigilante que terminó cuidando él sólo un centro con 50 niños. Nosotros decíamos "pues hoy la montamos y nos vamos" y en seis días o siete no volvíamos"

"Tuve que entregarme"

Los centros tienen obligación de denunciar la desaparición pero otra cosa es que haya recursos para buscar a estos menores. Lo vimos con el educador canario que entrevistamos en el primer capítulo y que hablaba de MENAS que llevaban meses fugados. O este verano con la noticia del MENA que quemó viva a otra tutelada que llevaba desaparecida de su centro 4 días.

Esmeralda también estuvo una semana fugada: "¿Tú te crees que la Policía estaba buscándome a mí? La Policía estaba acosando a mi madre a ver dónde coño yo estaba. Tuve que entregarme para que me volvieran a llevar al centro"

"A mí el Estado me vendía una protección pero yo sabía que mi madre estaba tirada en la calle y eso me mataba. Me llegaron a mandar a otro centro en Zamora para alejarme de mi madre porque me fugaba demasiado. Qué esperabas jodío si me estás metiendo en un centro de menores y me estás pautando la vida casi hasta cuando voy a cagar"

"Si te quitaban la droga, montabas la de Dios"

Todo esto la lleva a consumir con 9 años. "Nadie me puso una pistola en la cabeza, lo decidí yo y no les culparé de ello pero se supone que los adultos que me estaban separando de mi madre tenían que estar pendientes"

Lola también empezó joven: "En el centro no te podían decir nada de lo que hacías fuera. Solo te quitaban la droga si te la pillaban pero les montabas la de Dios y te la acababan devolviendo. Lo más que pasaba era que te dejaban sin paga y eso a nosotros nos importaba tres cojones"

En lo que sí recuerda más duro el sistema era en el caso de los delitos graves: "Si veían que no te podían controlar o que habías cometido un delito grave te llevaban al Centro de Medidas Judiciales y de ahí no salías. Y si a los 18 no habías terminado de cumplir la condena, ibas a la cárcel, no como ahora que los dejan sueltecitos. Yo eso no lo entiendo"

Sin embargo el colapso de los centros lleva a que si no hay plaza en los centros de medidas judiciales, a veces se traslade a menores con delitos a los centros normales. Esmeralda recuerda que ha dormido en un centro "con un neonazi que horas antes había asesinado a un chico aquí en León. Los educadores se opusieron pero al final se acabó quedando. Siempre nos respetó, siempre nos trató bien pero no dejaba de haber matado a una persona y nos lo estaban metiendo en el centro de menores"

"Mi pareja me sacaba 24 años"

Con este panorama, cuando ya van a cumplir los 18, muchos menores buscan una salida. Esmeralda reconoce que "pasaba más tiempo en las comisarías que en los centros" y ahí conoció al que fue su pareja: "Me sacaba 24 años. Un día quiso llevarme a casa, empezamos a ligar y casi creo que le usé de pie para salir de los centros"

Lola no quiso esperar. A los 13 años se fugó a Francia con un hombre que le doblaba la edad y se quedó embarazada con 16 años. Con él sufrió maltrato y también con otras ex parejas. "Creo que yo he buscado al mismo tipo de hombre toda mi vida", reflexiona.

Esto muchos de los casos y, si los padres ex tutelados no consiguen mantener unos buenos hábitos o labrarse un buen futuro, sus hijos corren la misma suerte.

En su caso, una pelea en la calle llevó a los servicios sociales a valorar la situación de su hijo. Sin embargo, consiguió cambiar su vida y hoy cuenta orgullosa cómo "su hijo tiene su trabajo, su familia y su casa".

"Las chicas salíamos a buscar"

"Tú sabes que los educadores no son tu familia. Desde muy pequeña, creces sola. Los compañeros cambian, los adultos que te acompañan cambian …". Ambas se dieron cuenta pronto de que estaban "obligadas a buscarse la vida". Y el afecto. No olvidemos que estamos hablando no sólo de adolescentes, también de pequeños que viven en un centro pero que van al colegio y comparten con otros menores que tienen más juguetes o más lujos.

"Nosotras cuando íbamos a la escuela veíamos las cartas de cambiar y queríamos eso. Entonces yo para conseguirlo hacía lo que me daba la gana. Igual te ibas con uno y le dabas unos morreítos … Todo eso era así. Las chicas salíamos a buscar".

La prostitución surge en torno a los centros a edades muy tempranas y va en paralelo a los casos de abusos que a veces se dan dentro de esos muros donde se les debe proteger. Lola y Esmeralda también han sido víctimas de esto y nos lo van a contar el próximo viernes.

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