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Cannon Films: con los 80 en mente

El estreno limitado en España de Electric Boogaloo: la loca historia de Cannon Films, nos lleva a recordar algunos de los hitos (alguno real, los demás entre comillas) de la casa de los israelitas Menahem Golam y Yoram Globus, dos productores que, a su manera, lograron que Hollywood bailara al son de sus reglas. | Juanma González @confecinepata

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El realizador Mark Hartley realiza en clave cómica un repaso de la trayectoria de la Cannon Group, la mítica productora de los 80 responsable de algunos de los éxitos de taquilla (y fracasos) más particulares y casposos de esa década. El documental acaba de estrenarse en España de manera limitada y pronto se verá en VOD.

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Menahem Golam y Yoram Globus, dos primos israelíes enamorados del cine, consiguieron acaparar gran parte de la industria cinematográfica de su país. Una vez tocaron techo, decidieron dar el salto a sus amados EEUU.

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¿Chuck Norris y Jean Luc Godard? ¿Charles Bronson y Franco Zeffirelli? No, no nos hemos vuelto locos. Todos ellos trabajaron para el sello creado por Menahem Golam y Yoram Globus, una empresa cuyas ansias de conquista hicieron temblar Hollywood. La historia de la Cannon es como un carnaval y bien merece un repaso.

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Y aunque el control de calidad no era precisamente la prioridad de su empresa, lo cierto es que durante un tiempo consiguieron que la Meca del Cine bailara su música. Lo lograron gracias a su entusiasmo desmedido y su habilidad para negociar... o más bien embaucar a sus clientes. Golam, a la derecha, era la mente creativa, mientras Globus aportaba la visión empresarial.

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Y para muestra, un botón. La Justicia del Ninja fue uno de los primeros títulos con vocación internacional del grupo. Tras el rodaje del filme, en condiciones que sólo pueden ser calificadas de cutres, se contrató a Franco Nero -que no sabía artes marciales- para que hubiera un nombre llamativo en el cartel. Al actor lo convencieron tras encontrarle de manera casual en un restaurante en Cannes. La cinta fue un éxito y tuvo dos secuelas.

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El erotismo jacarandoso fue siempre una de las constantes de Yoram y Globus, que compraron una compañía dedicada al cine erótico y de explotación para establecerse en EEUU y ni siquiera se molestaron en cambiar su nombre. En 1981 reunieron de nuevo a Just Jaeckin y Silvia Kristel, director y estrella de Emmanuelle, para El amante de Lady Chatterley, cinta con todavía más desnudos de los que probablemente requería la novela de D.H. Lawrence.

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El erotismo fue uno de los recursos básicos de la productora. En la imagen, Bo Derek en Bolero, cinta dirigida por su marido John que, debido a las presiones de Golam y Globus de introducir más sexo y desnudos, llevó a Metro Goldwyn Mayer a disolver su acuerdo de distribución con Cannon.

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Por un lado estaba el sexo, y por otro la violencia gratuita. La historia de Desaparecido en combate, uno de sus mayores éxitos y vehículo de lanzamiento de Chuck Norris, es igualmente delirante. Se filmaron dos películas, y debido a la superior calidad de la segunda de ellas, se estrenó en primer lugar convirtiendo la original en una precuela a estrenar después. Y Santas Pascuas.

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Uno de los aciertos en la taquilla de Golam y Globus fue la olvidadísima Breakin', cinta musical consagrada al breakdance, el baile que arrasaba en la cultura urbana juvenil de los ochenta. Electric Boogaloo -que da título al documental- fue su secuela, mucho menos exitosa. Los israelíes insistirían en el género una vez disuelta la compañía con dos películas sobre la lambada, ya entrados los noventa.

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Golam y Globus fueron los primeros en tratar de llevar los cómics Marvel al cine. En Cannon también llegaron a acuerdos con la editorial, que entonces no estaba constituida como estudio, para realizar adaptaciones de sus personajes. En la imagen, el Capitán América dirigido por Albert Pyun en 1990, mucho menos lujoso que el que todos conocemos ahora. En sus planes estaba adaptar Spider-Man, pero el filme nunca llegó a ver la luz.

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Los dos Chucks -Chuck Norris y Charles Bronson- se erigieron como las dos grandes estrellas del grupo. Golam y Globus compraron los derechos del celebrado thriller El Justiciero de la ciudad a Dino DeLaurentis, y erigieron alrededor de Bronson una saga de cinco películas cada vez más violenta y delirante. La tercera de ellas, Death Wish 3, va camino de convertirse en película de culto por su brutalidad. ¡Temblad, pandilleros!

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La saga El Guerrero Americano (1985), protagonizada por el estadounidense Michael Dudikoff, se convirtió en uno de sus mayores activos. La cinta pretendía adaptar las aventuras de ninjas que la productora realizó en su origen a los gustos del público americano, y durante un par de películas lo logró, al menos en la taquilla. La imagen pertenece a la segunda película.

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El director de cine de terror Tobe Hooper, responsable de La matanza de Texas, firmó un contrato de varias películas entre las que destaca la muy interesante Lifeforce (Fuerza Vital). La película de ciencia ficción y terror que fue un absoluto fracaso, como las otras dos que filmó con ellos, Invasores de Marte y Matanza de Texas 2. Pero también uno de los títulos más extraños y logrados de la factoría: el presupuesto fue desorbitado para sus estándares y, de manera inaudita en la productora, al americano se le permitió cuidar hasta el mínimo detalle. Atención a la presencia (sin ropa) de Mathilda May.

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La Cannon también intentó hacer cine de autor y a la europea. De hecho, a su manera, lo logró. Justo antes del declive definitivo, el mismísimo Jean Luc Godard firmó con Golam un contrato en una servilleta de papel para realizar King Lear, una adaptación libre de Shakespeare de argumento e intenciones casi abstractas, y que fue un absoluto fracaso de público y crítica.

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Aunque un poco por casualidad, y por su voluntad de fichar y fichar talentos, en ocasiones el producto sí estaba a la altura. La excelente El Tren del Infierno de Andrei Konchalovski es una de las joyas de la compañía, un filme infravalorado por, precisamente, haber sido realizado por Cannon Group.

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Menahem y Yoram compraron a los Salkind los derechos de Superman, y los fans temblaron. La película, sin embargo, iba a gozar del presupuesto más alto de la historia de la compañía, pero fieles a su línea habitual, se fue reduciendo paulatinamente antes, durante y tras el rodaje. Al final, la Superman IV que conocemos se estrenó inacabada y está considerada una de las (varias) condenas de muerte de la Cannon.

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Mejor suerte corrió el Otello, de Franco Zeffirelli. De hecho, el italiano es uno de los pocos realizadores que tuvieron una buena relación con Golam y Globus, que le concedieron carta blanca con la película. Se trata de una adaptación de la ópera de Verdi basada en la obra inmortal de Shakespeare, realizada con gran primor visual y protagonizada por Plácido Domingo.

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La Cannon ya atravesaba dificultades económicas cuando decidió fichar a la mayor estrella del momento, Sylvester Stallone, para protagonizar Yo, el halcón (dirigida por el propio Menahem) y Cobra. El contrato millonario elevó el listón de los sueldos en Hollywood, por mucho que la compañía se financiase ya con bonos basura, precipitándose aún más en su inminente quiebra.

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En plena debacle, Cannon seguía produciendo títulos, algunos inesperadamente influyentes. Masters del Universo se adelantó a la moda de producir películas basadas en franquicias jugueteras tan habitual en el Hollywood actual, lo que demuestra que en cierto modo los israelíes sí fueron -para bien o para mal- unos verdaderos adelantados.

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La productora quebró pero una vez separados, los dos primos y exsocios decidieron llevar su riña a las carteleras, enfrentándose entre ellos con dos filmes dedicados a la Lambada, el baile de moda a principios de los noventa. Ambas se estrenaron simultáneamente... y fracasaron.

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