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Un padre de Texas trata de evitar que su exmujer castre químicamente a su hijo de 9 años para convertirlo en una niña

La madre comenzó a pensar en la transición cuando tenía 2 años porque pidió "un juguete de niña" y quería ser una de las protagonistas de Frozen.

La madre comenzó a pensar en la transición cuando tenía 2 años porque pidió "un juguete de niña" y quería ser una de las protagonistas de Frozen.
James junto a su padre y junto a su madre, quien le llama Luna y le pone vestidos | Facebook

En plena polémica por la tramitación parlamentaria de la ley Trans en España, los medios americanos siguen con atención la incansable lucha de Jeff Younger, un padre de Texas que trata de evitar que su exmujer castre químicamente a su hijo de 9 años para convertirlo en una niña trans. Ante la imposibilidad de hacerlo en su propio Estado, la madre del pequeño se ha trasladado recientemente a California, donde el pasado 1 de enero entró en vigor la nueva ley que permite este tipo de tratamientos en menores.

Tras percatarse de las intenciones de su exmujer, Younger solicitó a la Corte Suprema que impidiera el traslado. Sin embargo, su solicitud fue denegada al considerar que carece de pruebas que demuestren inequívocamente que esos son sus planes, por lo que el padre ha emprendido una gira por distintos medios de comunicación a fin de visibilizar su caso y que los jueces o la propia madre de sus hijos entren en razón.

"Se me heló la sangre cuando me di cuenta de lo que había planeado para el niño -aseguró hace unos días en el programa Tucker Carlson Tonight-. Los registros del pediatra muestran que ella tenía la intención de castrarlo químicamente a los 8 o 9 años, su edad actual. ¿Y justo ahora se muda mágicamente a California? No creo que esto sea una casualidad".

Juguetes y películas de niñas

Su ex comenzó a tratarle como a una niña cuando James tenía solo dos años. A los cinco, trató de inscribirlo en una clínica de género en Dallas, según denuncia el padre, que asegura que una terapeuta que le evaluó le recomendó que comenzara la transición usando vestidos y llamándose "Luna", después de que su madre insistiera en que el pequeño había pedido un "juguete de niña" y quería ser uno de los personajes femeninos de Frozen, la famosa película de Disney.

Ella defiende que es el niño el que reclama usar vestidos y que le llamen Luna. Sin embargo, el padre está convencido de que dichas tendencias le han sido impuestas por su exmujer. De hecho, en un video que el propio Younger ha facilitado a los medios de comunicación se ve cómo al pequeño le preguntan si es un niño, a lo que responde con rotundidad: "No, soy una niña". Acto seguido, no obstante, aclara que es su madre la que le dijo que era una niña y le puso vestidos.

¿Un tratamiento reversible?

Hasta ahora, Younger confiaba en que su exmujer no fuera más allá. Sin embargo, su traslado a California hizo que saltaran todas las alarmas. De hecho, la ley que acaba de entrar en vigor fue promovida como un refugio para las familias trans de otros puntos de EEUU. "La ley está diseñada para proteger a los niños transgénero y sus familias si están siendo criminalizados en sus estados de origen", defendió en su día el senador demócrata Scott Wiener.

Según The Texan, la Justicia determinó que "ninguno de los padres puede tratar a un niño con terapia de supresión hormonal, bloqueadores de la pubertad y/o cirugía de reasignación transgénero (si corresponde) sin consentimiento de los padres o una orden judicial". Sin embargo, al no tener más pruebas de que esa sea la intención de su exmujer, la Corte Suprema de Texas ha optado por no adoptar medidas cautelares y se limita a informar al padre de que, en caso de que se ejecute la castración, "podría buscar una reparación de apelación inmediata"

La castración química no requiere de ninguna cirugía, sino que se basa en la utilización de determinados productos que sirven para detener la producción de hormonas sexuales: inhibe la producción de testosterona y cercena el deseo sexual y la apariencia física del sexo masculino. A priori, es reversible. Sin embargo, los expertos alertan de posibles efectos secundarios, más allá del condicionamiento que supone para un niño de tan solo 9 años. "Un niño no tiene la madurez para tomar decisiones tan profundas como esta", defiende el senador republicano Ted Cruz.

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