Llega el día de las elecciones a Estados Unidos, aunque muchos norteamericanos llevan semanas votando gracias a las facilidades para el voto temprano que se popularizaron en muchos estados con la excusa de la pandemia del covid y que no se han hecho atrás.
¿Quién va a ganar? Pues no lo sabe nadie. Pero hay algunos indicios que apuntan a una victoria de Trump. El primero es precisamente ese voto anticipado. En aquellos estados en los que se conoce el número de personas que ya ha votado diferenciado por si se han registrado como republicanos, demócratas o independientes, el porcentaje de republicanos ha crecido extraordinariamente desde las últimas elecciones. Sin embargo, es cierto que entonces Trump insistió mucho en que la gente fuera a votar el mismo día de las elecciones y no antes, así que es posible que esa mejora simplemente esté canibalizando votos del día electoral que hubieran ido al republicano.
Por otro lado, tenemos el comportamiento de las campañas. Coincidiendo con algunas filtraciones que indicaban que las encuestas internas de ambas campañas apuntaba a la victoria de Donald Trump, se produjo un cambio significativo en la campaña de Harris. Pasó de esconderse de la prensa y lanzar un mensaje abstracto de "alegría" a hacer entrevistas, todas menos una amigables, y llamar fascista y Hitler al candidato republicano, en un alarde de originalidad. Y no se cambia lo que está funcionando.
Por último, la media de las encuestas le da una ventaja mínima a Donald Trump en cinco estados bisagra. Harris sólo se llevaría Wisconsin y Michigan. Además, las encuestas de voto popular a nivel nacional dan demasiada poca ventaja a Harris como para que pueda ganar en el colegio electoral. Pero están todas las encuestas dentro del margen de error, así que un punto de diferencia en cualquier dirección llevaría a cualquiera de los dos candidatos a ganar los siete estados en disputa.
Pero en 2016 todos los indicios indicaban que ganaría Hillary y ya sabemos lo que sucedió. Así que quien diga que sabe quién gana, miente.