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La extrema derecha de Estados Unidos colapsa con el ataque a Irán

Una nueva derecha aislacionista y contradictoria gana espacio en redes, pero choca con la realidad del poder y las decisiones de Trump.

Una nueva derecha aislacionista y contradictoria gana espacio en redes, pero choca con la realidad del poder y las decisiones de Trump.

De un tiempo a esta parte, sobre todo tras las elecciones de noviembre, hemos visto cómo crecía en audiencia en redes sociales, YouTube y plataformas similares una cierta derecha que, escondiéndose tras la figura de Trump, hacía gala de una visión en política exterior que bien podría firmar Noam Chomsky o cualquier de los políticos más a la izquierda en Estados Unidos, como pueda ser Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez. Una parte de esa derecha es lo que se está dando en llamar derecha woke, que requeriría su propio análisis aparte, pero en general es una derecha aislacionista.

Hay que reconocer que el aislacionismo es una tendencia que tiene algo de bipartidista en Estados Unidos, pero que en muchos casos puede degenerar o ser manipulada hasta convertirse en oposición directa a los intereses y aliados del país y hasta en apoyo a sus enemigos. Lo vimos en el caso de la guerra contra Ucrania cuando Tucker Carlson, antiguo presentador de Fox News que ahora trabaja por su cuenta tras ser despedido por la cadena, se fue a Moscú a hacerle una entrevista de rodillas a Putin y perpetrar reportajes ridículos en los que, por ejemplo, alababa como algo específicamente ruso y acertado meter una moneda para coger un carrito de supermercado.

El desencanto con Trump y la realidad de su influencia

Tras ver la vergonzosa estrategia de Trump hacia este conflicto, esta derecha se envalentonó y se puso los galones de ser ellos y su enorme influencia los que habían llevado al presidente de Estados Unidos a insultar a Zelenski y alabar a Putin. Y se creyeron aun más influyentes cuando en los últimos dos meses, Trump pareció alejarse de Israel y Netanyahu, a quienes había apoyado incondicionalmente, para perseguir acuerdos con Catar y, sobre todo, Irán.

Pero hete aquí que Israel ha lanzado la que probablemente sea la operación militar más importante de su historia desde la guerra de los seis días para acabar con los intentos de los ayatolás por convertirse en una potencia nuclear y Trump ha salido a aplaudir y a ponerse la medalla. Y esa derecha que había pasado de culpar a Ucrania de ser invadida a culpar a Israel de todos los males de Oriente Medio se ha visto con que su supuesta influencia ni existía ni había existido nunca. Los más torpes e ingenuos de ellos han empezado a renegar de su voto y a exigir que Trump sea destituido mediante juicio político y han acusado al republicano de dividir a su base. Pero las encuestas muestran que el votante de derechas está con Trump en su defensa de Israel.

Todos tenemos esa tendencia a proyectar en nuestros líderes nuestras ideas e ilusiones para invariablemente quedar decepcionados cuando demuestran ser distintos a esa falsa imagen que nos habíamos hecho de ellos. Y claro, si el político que teníamos idealizado es Trump, encima nos arriesgamos a que sea especialmente cruel con nuestras ilusiones, como lo ha sido con Carlson al llamarle "chiflado" en su red social ante sus críticas y aclararle que no se puede permitir que Irán tenga armas nucleares. Pero qué quieren, resulta agradable que alguien ponga en su sitio a estos falsos profetas a quienes las redes sociales les han hecho creer que son mucho más de lo que realmente son.

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