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Guerra en la derecha norteamericana por culpa de Tucker Carlson

La entrevista de Tucker Carlson a un líder de la extrema derecha antisemita desata una crisis interna en el conservadurismo estadounidense.

Durante la semana previa a las elecciones ha arrancado una suerte de guerra civil dentro de la derecha norteamericana. La causa radica en una entrevista que Tucker Carlson le ha hecho a Nick Fuentes, antiguo presentador estrella de Fox y que desde su salida ha adoptado una deriva básicamente contraria a Israel, favorable a Putin y, en general, muy opuesta a lo que representa la derecha estadounidense, tanto la tradicional como la maga.

Fuentes es un personaje que aquí apenas nadie conoce, salvo quienes siguen de cerca la información norteamericana, y que se presenta como líder de un grupo autodenominado como groypers, que no es más que la extrema derecha antisemita de siempre: odia a los judíos, a los homosexuales, a las personas de otras razas y, en fin, encarna todas esas acusaciones que se vierten habitualmente contra la derecha en general y que, en la mayoría de los casos, son falsas. Esto es Nick Fuentes, un personaje conocido, pero con una influencia relativamente pequeña.

Una entrevista que reabre viejas heridas

Tucker Carlson, sin embargo, sigue siendo pese a su reciente deriva una figura aceptada en el mainstream de la derecha norteamericana: lo era cuando estaba en Fox y lo sigue siendo, más o menos, ahora. La entrevista que le hizo a Fuentes no fue agresiva; al contrario, fue complaciente, casi aduladora, en la que llegó a decir que el grupo que más odiaba en el mundo eran los "cristianos sionistas".

No los nazis como Fuentes, no, los cristianos que no creen que Israel sea el único país del mundo que no tiene derecho a existir por el hecho de ser judío. Esto ha generado un grave problema, porque, al menos en todo Occidente y desde luego en Estados Unidos, la derecha goza de una clara superioridad moral sobre la izquierda por una sola razón: trazó una línea en el suelo dejando a gente como Nick Fuentes al otro lado y dijo: "Si la cruzas, no formas parte de nosotros; eres otra cosa".

Tucker Carlson, aprovechando las excelentes relaciones que mantiene de cuando era normal con el Partido Republicano, con muchos pensadores, líderes de opinión y figuras mediáticas de la derecha, está intentando introducir de nuevo a Nick Fuentes y su secta dentro de esa línea, lo que equivaldría a borrarla por completo.

La izquierda y sus propios límites

Acaban de elegir fiscal general de Virginia a alguien que enviaba mensajes deseando que mataran a los hijos de un rival político, o que decía que, si tuviera solo dos balas y delante a cierto político republicano, Hitler y Pol Pot, dispararía las dos al republicano. Eso es la izquierda actual.

Porque la izquierda nunca ha trazado una línea clara y siempre ha aceptado en su seno a sus totalitarios. En España también lo vemos: Sumar, Podemos y hasta Bildu resulta que son partidos aceptables. El comunismo, pese a ser un totalitarismo de izquierdas, sigue siendo un discurso aceptado. En cambio, el totalitarismo de derechas fue enviado a las tinieblas exteriores tras los juicios de Núremberg y nunca regresó.

División en la derecha y crisis en Heritage

Pero Tucker Carlson está intentando traerlo de vuelta, y eso ha provocado una fuerte reacción en la derecha norteamericana, que básicamente dice: si Tucker hace esto, no está incorporando a Nick Fuentes a la gran tienda de la derecha, sino que se está autoexcluyendo a sí mismo.

Pero he aquí que el presidente de la Heritage Foundation —una organización clave en la derecha, uno de los grandes think tanks desde hace décadas, cuyos programas adoptan en parte los gobiernos republicanos y muchos de cuyos miembros terminan en ellos—, salió a decir que quienes criticaban a Tucker Carlson formaban una "coalición venenosa" y que Carlson siempre tendría un sitio en la derecha.

Lo acompañó de explicaciones confusas sobre qué es o no antisemitismo, de modo que todo el mundo interpretó lo único que se podía interpretar: que esa coalición venenosa eran los judíos de derechas y los "cristianos sionistas" que tanto odia Carlson y aquellos que querían excluir el Mal de la gran coalición de la derecha.

Una crisis que amenaza con fracturar el movimiento conservador

Esto ha escalado la guerra a niveles enormes y la ha situado también dentro de la propia Heritage Foundation, que ahora está decidiendo cómo salir de esta crisis. Su presidente, Kevin Roberts, no ha dimitido ni ha hecho nada que sugiera que cortará públicamente lazos con Tucker Carlson, aunque varios miembros de la Fundación sí lo han hecho porque no quieren mezclarse con quienes publicitan o disculpan el antisemitismo.

No se sabe cómo acabará esto, pero lo único claro es que, aun con Trump en el Gobierno, el Senado y el Congreso en manos republicanas, hay una guerra civil por el alma de la derecha norteamericana que no sabemos cómo terminará, pero que puede acabar muy mal.

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