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La lección de Minnesota: por qué importar masivamente otras culturas puede acabar en desastre

Minnesota afronta el impacto de una inmigración que ha puesto en jaque sus instituciones

Voy a hablarles de Minnesota y, seguramente, muchos se preguntarán con toda la razón: "¿Por qué demonios va a hablarme este señor de Minnesota? ¿A quién le importa Minnesota?". La verdad es que a mí tampoco es que me importe demasiado, pero es un buen ejemplo para hablar de otra cosa: la importancia de preservar una sociedad con gran confianza entre los ciudadanos.

De la cultura escandinava a la erosión de la confianza social

Se han hecho muchos estudios para evaluar en qué países la gente es más honrada, que suele coincidir con aquellos países en los que hay mayor confianza entre los ciudadanos. Un ejemplo clásico consiste en dejar una cartera en la calle y ver qué porcentaje de gente la devuelve y cuánto se la quedan. Minnesota era (y en buena medida sigue siendo) una sociedad de gente que las devuelve, porque históricamente fue un estado donde el grueso de la población provenía de Noruega, un país cuyos ciudadanos tienen altísimos niveles de confianza mutua, y esa norma social la trasladaron a Minnesota. Aunque, por supuesto, hay población de muchas otras culturas, todos ellos se han adaptado más o menos a la forma de vivir escandinava de ese estado.

Y la verdad es que la existencia de confianza entre los ciudadanos es algo tremendamente importante, no solo para la calidad de vida, sino también para la prosperidad económica. Todo el mundo —empresas, organismos públicos y consumidores— se ahorra enormes costes de transacción cuando puedes confiar en la palabra de los demás. Un ejemplo tonto pero fácil de entender: en una sociedad de alta confianza puedes dejar la tienda desatendida; si alguien entra en ese momento puede irse sin su compra o dejar el dinero encima del mostrador. Si el gobierno pone en marcha un programa social puede esperar que sólo reciban fondos quien lo merece sin necesidad de gastarse buena parte del dinero destinado al programa a vigilar que se emplea como se debe. Y así con todo.

La llegada masiva de inmigración somalí

Pues bien, lo que ha pasado en Minnesota es que en las últimas décadas ha empezado a recibir una inmigración masiva procedente de Somalia, un país cuya cultura tienen posiblemente los niveles más bajos posibles de confianza. Por lo tanto, muchos inmigrantes somalíes han llegado a un lugar donde la sociedad y las instituciones funcionan asumiendo que la gente va a hacer las cosas bien aunque no se les esté vigilando con lupa, y se han aprovechado de ello.

Estos últimos años se ha empezado a descubrir que varios programas sociales de Minnesota han sido objeto de fraude masivo por parte de la población somalí. Por ejemplo, durante el COVID se creó un programa para alimentar a familias con pocos recursos: las organizaciones se apuntaban, declaraban haber repartido cientos de miles de comidas a cientos de miles de familias y recibían los fondos correspondientes. Como Minnesota era una sociedad de alta confianza y encima estábamos en plena pandemia, no había apenas vigilancia de que realmente sucedía con el dinero.

El caso ‘Feeding Our Future’

Así nació una organización llamada Feeding Our Future (Alimentando nuestro futuro), que básicamente declaraba haber alimentado a mucha gente y se quedaba con absolutamente todo el dinero sin repartir ni una sola comida. Hasta el momento han sido detenidas y condenadas más de 70 personas por un fraude que se estima en torno a 300 millones de dólares. Una vez destapado el escándalo se han empezado a investigar otros programas y el patrón se repite: fraude masivo en ayudas a niños autistas, en guarderías, etc. El fiscal federal de Minnesota estima que el dinero defraudado en total por redes somalíes supera ya los miles de millones de dólares y una parte de ese dinero ha ido directamente a financiar a Al-Shabaab, la filial de Al-Qaeda que opera en Somalia.

La respuesta política

Por esa razón, el presidente Trump ha anunciado que el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los somalíes no se renovará cuando expire en marzo de este año y que ese programa queda cancelado para ellos. Esto, francamente, es poner una tirita a un problema mucho más profundo, porque el problema de fondo es de muy difícil solución: o Minnesota consigue expulsar o reducir drásticamente la población somalí hasta el punto de que los que se queden se adapten a la cultura mayoritaria de alta confianza, o tendrá que olvidarse para siempre de los beneficios que le reportaba ser una sociedad de alta confianza y pasar a funcionar de otra manera. Una manera peor y más cara.

El reto cultural de fondo

Ese es uno de los innumerables problemas que a veces trae la inmigración. No importas individuos sin bagaje: importas una cultura distinta a la tuya y, en bastantes casos, esa cultura es peor en algunos aspectos importantes, que es una de las razones por las que las sociedades de origen son pobres y sus habitantes emigran en busca de un futuro mejor. Mientras esa inmigración se mantenga en números razonables, hay una oportunidad de que se adapten a la cultura mayoritaria. Pero si no, las consecuencias para el país de acogida pueden ser desastrosas.

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