
La apelación a la unidad de todos contra la extrema derecha, leit motiv de la política marcada por Macron durante años, se ha roto ante la imposibilidad de nombrar un primer ministro tras el resultado de las legislativas francesas del 9-J.
Si durante la campaña electoral el presidente lo fió todo a la necesidad de parar los pies a la extrema derecha —que amenazaba con hacerse con la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, a tenor de los resultados de la primera vuelta—, en un giro radical y obligado por las circunstancias, Macron se ha visto obligado a pedir el apoyo de Le Pen para conseguir la nominación del conservador Michel Barnier, excomisario europeo.
Hay que resaltar que Macron adelantó estas legislativas tras el éxito de Le Pen en las europeas, y con el objetivo de frenar a la ultraderecha, cosa que consiguió en la segunda vuelta.
Por ello resulta realmente paradójico que ahora se apoye en esa ultraderecha para salir del atolladero en el que lleva metido la política francesa.
En un comunicado del Elíseo se señala que "el presidente de la República ha nombrado primer ministro a Michel Barnier, al que ha encargado formar un Gobierno unificador al servicio del país y de los franceses. Este nombramiento se produce después de un ciclo de consultas sin precedentes durante el cual, de conformidad con su deber constitucional, el presidente se ha asegurado de que el primer ministro y el futuro gobierno reunirán las condiciones para ser lo más estable posible y dar la oportunidad de reunir lo más ampliamente posible"
¿Tiene futuro Barnier como primer ministro?
Los analistas predicen que Barnier, al frente de la quinta fuerza en la Asamblea —Los Republicanos—, va a durar poco, dado la fragmentación de la Asamblea Legislativa Francesa en tres bloques casi iguales.
La izquierda de Melenchón, ganadora de las elecciones, reclamó desde el primer minuto el puesto de primer ministro y una amplia representación en el gabinete.
Melenchon, al frente de la Francia Insumisa, es un político radical, que presume de un antisemitismo brutal, defiende el terrorismo islamista, con un programa populista de máximos que bebe del comunismo más rancio, que rechaza a la OTAN y es próximo a Putin… rasgos todos ellos que lo convierten en un peligro para Francia y, por ende, para Europa. Un político que viene dispuesto a que salten por los aires todos los consensos políticos, económicos y sociales sobre los que se asienta la V República.
Es quizás este el motivo del giro de Macron para buscar el apoyo de Le Pen y nominar a Michel Barbier, un político respetado pero que, ante la inestabilidad política surgida de las elecciones legislativas del 9-J es posible que dure poco en el cargo. Melenchon, de momento, ya ha anunciado que presentará una moción de censura.
Le Pen, por su parte, excluida de las consultas iniciales de Macron hasta el pasado miércoles, puso sobre la mesa sus exigencias para no vetar su nominación. Dijo Marine Le Pen que Barnier "responde al menos al primer criterio que habíamos exigido, el de un hombre que sea respetuoso con el resto de partidos, capaz de poder dirigirse a Reagrupamiento Nacional (RN), primer grupo de la Asamblea". Barnier de hecho no participó en el cordón sanitario contra RN tras la primera vuelta en las que Le Pen arrasó, un punto a favor del apoyo de la extrema derecha, pero que jugará en su contra para los votantes de izquierda. Por ello es posible que evite la censura parlamentaria, pero no la de la opinión pública de izquierdas que considera que su nombramiento es "un desprecio a la democracia".
Mientras Mélenchon señala que les "han robado las elecciones" el líder del Partido Socialista, Olivier Faure, opina que Francia "entra en una crisis del régimen".
Un político con experiencia
Barnier, de 73 años, tiene una amplia experiencia política: ha sido diputado, cuatro veces ministro, dos veces comisario europeo y fue quien negoció el Brexit en representación de la Unión Europea, motivo por el que en su entorno se le conoce como Mr. Brexit.
Se presentó al congreso de Los Republicanos, partido conservador de la derecha francesa, con el que concurrió a las presidenciales. Europeísta y con un perfil económico en la línea macronista, Barnier mantiene un discurso duro con la inmigración, un punto a favor del apoyo de Le Pen pero que ha sido muy criticado. En su opinión, si no se hace nada contra la inmigración descontrolada tendremos otro Brexit, una postura que estaría alejada de la ortodoxia de la UE.
Tiene ante sí una tarea muy complicada y su permanencia en el cargo es impredecible. Este sábado hay ya convocada una manifestación contra él, y la Francia Insumisa ha presentado una iniciativa pidiendo su destitución.