
Este miércoles 7 de mayo comienza el cónclave para elegir nuevo Papa. En estos momentos tan cruciales para el futuro de la Iglesia Católica, un nombre está sonando cada vez con más fuerza en San Pedro. Se trata de Pierbattista Pizzaballa. Nació en 1965 en Bérgamo, Italia. Desde joven mostró una inclinación por la vida religiosa. Ingresó a la orden de los franciscanos en 1984 en Ferrara y fue ordenado sacerdote en Bolonia en 1990. Ese mismo año se trasladó a Jerusalén, donde completó su formación teológica con una especialización en Teología Bíblica. Estudió hebreo y tradujo textos litúrgicos para las comunidades católicas en Israel.
Pizzaballa lleva más de tres décadas en Oriente Próximo. Fue nombrado custodio de Tierra Santa en 2004 y renovado hasta 2016. Ese año fue designado administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, y más tarde confirmado como patriarca. Fue ordenado obispo en su ciudad natal en 2016. En 2020 fue nombrado patriarca latino de Jerusalén y en septiembre de 2023 el papa Francisco lo hizo cardenal.
Hamás y Netanyahu
Habla italiano, inglés y hebreo. Ha promovido el diálogo entre religiones, y su trayectoria lo convierte en un referente en el conflicto entre Israel y Palestina. Tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, se ofreció como rehén a cambio de niños israelíes secuestrados en Gaza. Bajo el habitual lenguaje equidistante de la diplomacia vaticana —"la violencia de ambos lados"—, Pizzaballa ha apuntado con especial dureza a Israel por lo que considera una respuesta de ataque desproporcionada en Gaza. Sus críticas se han alineado con las del Vaticano, lo que ha provocado malestar en el gobierno de Benjamin Netanyahu.
Como patriarca, su jurisdicción abarca Israel, los Territorios Palestinos, Jordania y Chipre. Es miembro del Dicasterio para las Iglesias Orientales y del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Se le reconoce por su carácter austero, coherencia, y compromiso con los cristianos en zonas de conflicto. En diciembre de 2024, presidió una misa en Gaza, declarando que "no les abandonaremos jamás".
Ideología
Pizzaballa puede ser considerado un conservador pastoral. Es doctrinalmente ortodoxo, apegado a la tradición litúrgica y crítico del relativismo religioso, como demuestra su frase: "No es cierto que todos seamos iguales ni que todas las religiones sean iguales". Sin embargo, mantiene un enfoque pastoral y abierto al diálogo, en línea con el estilo del papa Francisco. Promueve la paz y la convivencia sin diluir la especificidad de la fe cristiana.
En cuestiones como el aborto, sostiene la posición tradicional de la Iglesia, que considera el aborto como moralmente inaceptable. Respecto a la homosexualidad,su enfoque se alinea con el del Papa Francisco, quien ha abogado por una actitud de acogida y comprensión hacia las personas homosexuales, sin modificar la doctrina sobre el matrimonio.
Pizzaballa mantiene su esperanza en la paz, reconociendo las dificultades actuales y reafirmando su compromiso con la reconstrucción de las comunidades cristianas castigadas por la guerra. En Gaza, esas comunidades han sido víctimas directas de los bombardeos israelíes, que no han dudado en arrasar incluso templos cristianos. El caso más trágico fue el ataque a la iglesia ortodoxa de San Porfirio el 19 de octubre de 2023, donde al menos 18 civiles —incluidos cristianos palestinos— fueron asesinados mientras se refugiaban dentro del recinto sagrado.
Lejos de tratarse de un error aislado, otras iglesias como la bizantina de Jabalia o la iglesia católica de la Sagrada Familia también han sufrido daños por la ofensiva israelí. El propio Patriarcado Ortodoxo Griego calificó el ataque a San Porfirio como un "crimen de guerra que no puede ser ignorado". En este contexto, la diplomacia vaticana, representada por figuras como Pizzaballa, ha levantado la voz frente a los ataques israelíes que no distinguen entre combatientes y fieles indefensos, profanando incluso lugares sagrados del cristianismo.
Con todo esto sobre la mesa, Pizzaballa gana enteros para ser el sucesor de Francisco. Y es que, su experiencia en Oriente Próximo, su perfil humilde y diplomático, y su compromiso pastoral lo convierten en un candidato relevante geopolíticamente y dentro de la Iglesia.