
Alemania resucitará la Gran Coalición y será gobernada por los democristianos de la CDU y los socialdemócratas del SPD. Los primeros obtuvieron el 28,5% de los votos y mejoraron sustancialmente el 24,1% cosechado en 2021, mientras que los segundos han caído hasta el 16,4%, una auténtica sangría en comparación con el 25,7% que lograron en los anteriores comicios. Alternativa por Alemania logró el 20,8%, duplicando los registros de la anterior cita con las urnas, pero el "cordón sanitario" que le aplican los demás partidos dejará a la formación de Alice Weidel sin posibilidad de formar gobierno.
La cancillería quedará, por tanto, en manos del democristiano Friedrich Merz, que tomó las riendas de su formación el pasado mes de septiembre. De casi dos metros de altura, intentó liderar a su partido tras la salida de Angela Merkel, con quien nunca llegó a entenderse. Ahora que Alemania ha girado a la derecha, Merz se siente reivindicado en su mirada crítica a los años de la ex canciller, pero lidia con la dificultad de frenar el auge de Alternativa por Alemania sin alejarse demasiado del SPD.
En clave económica, Merz ha puesto el foco en cuatro puntos: aboga por reducir el Impuesto de Sociedades del 30% al 25%, quiere recortar las prestaciones sociales para endurecer el acceso a las mismas, aboga por un plan de reducción de la burocracia y la regulación y considera que es un error ahondar en la "agenda verde" con medidas como la prohibición de vender vehículos de combustión interna a partir de 2035.
En todos estos puntos, Merz deberá buscar un punto de encuentro con el SPD. La rebaja de Sociedades, por ejemplo, tendrá difícil justificación ante el electorado socialdemócrata si no viene de la mano de alguna medida de alivio fiscal pensada para las familias. En este sentido, Merz ha defendido un IRPF simplificado de tres tipos (12%, 24% y 36%), cuya implementación podría facilitar el acuerdo con sus socios de coalición. De igual modo, los llamados de la izquierda germana a endurecer la fiscalidad sobre el patrimonio o las herencias quedan ahora descartados, habida cuenta del predominio que han logrado las fuerzas de la derecha.
Las diferencias programáticas también son evidentes en lo tocante a las prestaciones sociales. Merz ha llegado a plantear la eliminación del subsidio por desempleo, que quedaría reemplazado por un sistema de "nueva red de seguridad básica" bajo el cual se descarta el pago de cualquier tipo de ayuda a aquellos que, estando capacitados para trabajar, optan por no hacerlo. El SPD ha abogado tradicionalmente por una política de continuo fortalecimiento de estos dispendios, de modo que la CDU no lo tendrá fácil para plantear esta reforma.
En cuanto a la burocracia y la simplificación regulatoria, Merz ha propuesto "congelar la contratación de empleados públicos", "eliminar y fusionar ministerios" y "derogar regulaciones en vigor que impidan la actividad económica". A priori, el SPD tendrá que aceptar ciertos avances en este frente, sobre todo porque el canciller saliente, Olaf Scholz, reconoció en su momento que Alemania necesitaba simplificar sus procedimientos administrativos y sus cargas regulatorias, llegando incluso a introducir un plan para avanzar en esta linea. Hay, pues, cierto consenso en este punto.
El cuarto de los puntos prioritarios que abordará el nuevo canciller tiene que ver con la aplicación de la "agenda verde". En este punto, no hay que olvidar que Olaf Scholz fue un firme defensor de estas políticas, pero empezó a desmarcarse de las mismas cuando comprobó que tales restricciones apuntalan el voto a la extrema izquierda y dañan a la economía germana. Así, el ex mandatario llegó a pedir a Ursula von Der Leyen una flexibilización de los estándares medioambientales, así como la retirada de la normativa CAFE que introduce distintas multas a los fabricantes de automóviles en función de su desempeño relativo a los límites de emisiones fijados por Bruselas. Parece probable, pues, que Merz siga una línea de rechazo a las regulaciones comunitarias que tanto daño están haciendo a la industria automovilística germana. Donde no lo tendrá tan fácil es en el plano de la generación de energía, donde reactivar las centrales nucleares cerradas por los anteriores gobiernos parece casi imposible, ante lo cual la CDU ha propuesto abrir hasta 50 plantas de energía a gas con las que garantizar un suministro estable.
El análisis de Rainer Zitelmann
El empresario y escritor Rainer Zitelmann recalca a Libre Mercado que "en términos políticos, Merz ha remodelado gradualmente la postura de los demócratas cristianos en una serie de cuestiones, en particular la inmigración, pero cada vez que ha querido criticar las políticas seguidas en los últimos años, se ha encontrado con una Alternativa por Alemania que vinculaba el curso del país con las medidas adoptadas en su día por Angela Merkel. Le pasó con el debate migratorio, con el cierre de las nucleares, con las restricciones a la industria del automóvil…".
Colaborador habitual de Libre Mercado, Zitelmann considera que "para señalar de manera efectiva un nuevo comienzo político, Merz debería haberse distanciado de las políticas de Merkel mucho antes y con más determinación. Tendría que haber abordado de manera proactiva el pasado de su partido. Sin embargo, Merz tenía miedo de hacerlo porque sabe que su formación está dividida entre quienes piensan como él y quienes siguen estando alineados con las políticas de la ex canciller Angela Merkel. Renunciar públicamente al legado de Merkel, aunque fuera absolutamente necesario, habría provocado divisiones muy profundas dentro de su partido".
"Merz también ha tenido dificultades para explicar de manera convincente cómo planea implementar los cambios radicales en la política migratoria y económica que prometía. Después de todo, había descartado una coalición con Alternativa por Alemania y se había comprometido con el SPD o los Verdes como socios de coalición, los mismos partidos responsables de las desastrosas políticas migratorias y económicas de los últimos tres años. Todo esto significa que el giro político radical que Alemania necesita con tanta urgencia después de la Era Merkel no se producirá. Lo que Alemania realmente necesita es un canciller que reduzca drásticamente los impuestos, desregule de forma drástica, ponga fin a las políticas de "transición ecológica" y emule la política migratoria de Dinamarca, Países Bajos o Polonia. Todo esto es difícil de implementar en una coalición con los socialdemócratas y, en la medida en que ese giro no se materializa, cada vez más votantes se pasan a Alternativa por Alemania", apunta Zitelmann.


