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Wimbledon deja de ganar cientos de millones para proteger su tradicional marca

Los encargados de organizar el Campeonato han priorizado la seguridad del recinto y poder ofrecer una buena experiencia antes que el dinero.

Los encargados de organizar el Campeonato han priorizado la seguridad del recinto y poder ofrecer una buena experiencia antes que el dinero.
Carlos Alcaraz en el Campeonato de Wimbledon | Cordon Press

Wimbledon no es solo el torneo de tenis más antiguo del mundo; es también uno de los negocios deportivos más potentes y, a la vez, más peculiares de las islas británicas. En un entorno donde el deporte profesional tiende a exprimir cada euro posible, el All England Lawn Tennis Club, organizador del torneo, sigue firme en una estrategia que genera grandes beneficios, pero renuncia a cientos de millones de ingresos potenciales que prefiere ignorar para priorizar el prestigio y la pureza de su tradicional marca.

En 2024, los ingresos de Wimbledon rondaron los 385 millones de euros, según las estimaciones derivadas de los informes financieros y proyecciones del torneo. De esa cifra, más de la mitad, alrededor de 218 millones de euros, proceden de la venta de derechos de televisión en todo el mundo. El torneo británico es un producto premium para las cadenas deportivas internacionales, que pagan auténticas fortunas por garantizarse la retransmisión de partidos.

Estos ingresos podrían ser mayores en el caso del Reino Unido, pero los reguladores de las islas han "protegido" este evento por ley, declarándolo "de interés nacional", lo que obliga a que los partidos se emitan en abierto, asegurando a la BBC su histórica cobertura del torneo. En 2024, la plataforma de streaming de la BBC sumó más de 50 millones de espectadores en línea. Asimismo, el canal público superó los 7,5 millones de televidentes en la final que disputaron el español Carlos Alcaraz y el serbio Novak Djokovic y que se dirimió a favor del murciano.

La venta de entradas, pese a la enorme demanda, apenas representa un 16% de los ingresos, unos 65 millones de euros. Esto se debe a que Wimbledon mantiene precios moderados en muchas localidades y ofrece miles de entradas asequibles, tanto mediante sorteo como en las taquillas, donde se pueden encontrar incluso el mismo día de la competición. Hablamos, pues, del Grand Slam que más esfuerzo hace por preservar un vínculo directo con el público normal y corriente, renunciando a multiplicar los precios, como ocurre en otros grandes eventos deportivos.

Con más de 530.000 asistentes presenciales en 2023 y 2024, y previsiones muy similares para este año, no faltan los analistas que consideran que sería perfectamente viable duplicar o incluso triplicar el ingreso por taquilla. Sin embargo, los gestores de Wimbledon priorizan el control de aforos y ofrecer una experiencia más tranquila a los asistentes, rechazando cualquier tentación de abarrotar las gradas con capacidades más amplias; de igual modo, se cierran en banda a imponer precios prohibitivos, por mucho que ello merme los ingresos potenciales de la competición.

La cuestión de los patrocinios

Los patrocinios constituyen otra peculiaridad. Representan alrededor de 65 millones de euros, es decir, otro 16% del negocio. Sin embargo, en lugar de abrir las puertas a decenas de marcas ávidas de visibilidad, el torneo británico mantiene una lista muy reducida de patrocinadores, cuidadosamente elegidos. Basta con echar una mirada a la Pista Central o al resto de instalaciones donde se disputan los partidos para comprobar que la concatenación de anunciantes que caracteriza a otros torneos brilla por su ausencia en el evento estrella del tenis sobre hierba.

Así, apenas un puñado de compañías como Rolex, Slazenger, Barclays o Emirates han logrado hacerse con un permiso para anunciar sus productos en Wimbledon. Lo hacen, además, conscientes de que sus logotipos apenas asoman de manera discreta, respetando una filosofía conocida como "clean court" o "pista limpia", que básicamente huye de la saturación publicitaria. Así, frente a la espectacularidad y el colorido comercial de citas como el US Open, Wimbledon elige la sobriedad y la tradición, aunque eso implique renunciar a ingresos adicionales. Se estima que, de explotar más agresivamente su inventario publicitario, Wimbledon podría generar entre 55 y 90 millones de euros más cada temporada.

A estos ingresos se suman los procedentes de las concesiones y el merchandising, que aportan aproximadamente 46 millones de euros, es decir, en torno a un 12% del total. Incluso aquí, la filosofía es la misma: precios relativamente moderados y productos clásicos como las míticas fresas con nata, que siguen costando apenas 3 libras por ración, a pesar de que se venden más de 200.000 unidades cada año. El torneo prefiere mantener precios populares en parte de su oferta para preservar la experiencia única que caracteriza el ambiente de sus jardines y gradas.

Comparativa con otros Grand Slam

Si se compara con otros torneos de Grand Slam, el contraste resulta de lo más llamativo. El US Open, por ejemplo, rozó en 2023 unos 400 millones de euros en ingresos, pero con una estructura mucho más dependiente de taquilla y patrocinios masivos. Roland Garros y el Abierto de Australia, igualmente, explotan de forma más intensa sus oportunidades comerciales. Wimbledon, en cambio, sigue un camino propio: ingresos robustos, pero claramente moderados si se tiene en cuenta el potencial real de su marca.

El coste de esta estrategia es evidente. Los analistas estiman que Wimbledon deja intencionadamente de ingresar cada año cientos de millones de euros con su apuesta por (1) mantener precios de entradas accesibles, (2) reducir el número y visibilidad de los patrocinadores y (3) renunciar a estrategias más agresivas de marketing y hospitality hasta en casos tan llamativos como las fresas con nata.

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