
España lleva dos ejercicios sin Presupuestos Generales del Estado y el Ejecutivo da muestras de no tener intención de presentar los de 2025 y veremos si presenta los de 2026. El Gobierno da muestras de una gran irresponsabilidad presupuestaria, tanto interna como externa, al renunciar, no sabemos si definitivamente, a la presentación de proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE). Es más, hace unos meses se atrevió a decir que presentar los presupuestos era "una pérdida de tiempo", argumentando que descarrilarían al no contar con apoyos.
Esto es inaudito: presentar los PGE no es una pérdida de tiempo, sino la obligación legal del Gobierno, y si le son devueltos o ve que no tiene apoyos para sacarlos adelante, entonces debe o dimitir para dejar que se intente formar otro ejecutivo, o convocar elecciones para que pueda salir de las urnas una composición de Las Cortes
que permita formar un gobierno fuerte, capaz de gobernar, no sólo de estar, como hace Sánchez desde hace tiempo, al menos desde las elecciones de julio de 2023.
Irresponsabilidad todavía mayor al tener que afrontar un necesario incremento del gasto en defensa, que debería ir aparejado del necesario recorte de gastos innecesarios, pues el último techo de gasto no financiero -el de 2025, para unos PGE nunca presentados- mostraba la barbaridad de incremento de gasto en el período del actual Gobierno: el incremento del gasto no financiero -sin fondos europeos- de un 3,2%, que equivalen a 6.138 millones de euros más, para dejarlo, sin fondos europeos, en 195.353 millones.
Aun sin contar los fondos europeos, el gasto no financiero habrá crecido en 75.519 millones desde que Sánchez llegó al Gobierno. Con los fondos europeos es un incremento del gasto no financiero desde 2018 de 79.337 millones de euros. Si se suman los fondos europeos, el techo de gasto no financiero se eleva hasta 199.171 millones, es decir, 51 millones de euros sobre el actual que incluye fondos europeos.
La ley de PGE es la ley más importante del año, que plasma la política económica del Gobierno, a través de los ingresos y gastos presupuestados. Es, además, imprescindible para marcar el restablecimiento de la senda de estabilidad presupuestaria, esencial para conseguir una estructura económica sana, que se mantenga por sí misma, no por el gasto público creciente, que ahoga a la economía con deuda y más deuda. Adicionalmente, la credibilidad de la economía española no puede ponerse en juego por un desistimiento intencionado debido a la debilidad parlamentaria del Gobierno, que no puede sacar adelante casi ninguna iniciativa legislativa. Esta decisión del Gobierno hace un gran daño a la economía española por los siguientes motivos:
- Los plazos importan, y el no respetarlos resta credibilidad.
- Si no lo presenta, se debe o a falta de ideas, que nos llevaría a pensar que son incapaces de pensar en una política económica que no sea la del aumento del gasto sin criterio, o a un camuflaje de la realidad de los ajustes, para que los apoyen Sumar -pese a estar en el Gobierno, la negociación con ellos es tensa en muchos temas presupuestarios-, Podemos y ERC, y a una subasta para que los apoye Junts.
- Esto muestra la deriva del Gobierno, sin ideas, sin apoyos y sin capacidad para proponer reformas que saneen a la economía española.
- Todo ello, resta seguridad jurídica, ahuyenta inversiones y perjudica a la economía y al empleo.
Esta desidia se une a la irregularidad que ya representa el hecho de que tengamos unos presupuestos prorrogados, los de 2023, y que el Gobierno desistiese también de presentar un proyecto para 2024 y ahora parece que, definitivamente, también desiste para 2025 y veremos para 2026. Incumple, así, una de sus obligaciones, que es el
elaborar un anteproyecto de presupuestos cada ejercicio. Así, desde hace dos años, España está sin Presupuestos Generales del Estado, manteniendo la prórroga presupuestaria que opera en estos momentos.
Si el Gobierno ha desistido de intentarlo estos años, es reflejo significativo de su debilidad parlamentaria, de su incapacidad para poder gestionar adecuadamente la economía, pues no tiene fuerza para sacar adelante unos presupuestos, ni aun cediendo en todo lo que le pidan, como viene haciendo desde que Sánchez volvió a ser investido presidente del Gobierno.
Es necesario, por supuesto, incrementar el gasto en defensa, porque España tiene varios flancos preocupantes, empezando por el sur, además de que tiene que cumplir con sus compromisos internacionales. Ahora bien, no puede darse ese incremento como gasto adicional en el presupuesto, sino que hay que aumentarlo reduciendo todo el gasto improductivo. Además, las cuentas deben ser claras, sin artificios que inflen dicho gasto en defensa y sin esperar fondos de fuera que aumenten el gasto sin reducir lo superfluo.
Insistir en seguir gobernando con una nueva prórroga presupuestaria es una absoluta irresponsabilidad, pues las cuentas públicas constituyen la ley más importante de cada año, como digo, ya que recoge las actuaciones de política económica del Gobierno,
como he dicho. La ausencia de los mismos introduce inestabilidad económica, inseguridad jurídica y deja a la cuarta economía del euro a la deriva, perdiendo oportunidades, es decir, perjudicando a la actividad económica y empleo. Una cosa es que el presupuesto deba ser de gasto limitado, que reduzca la deuda y baje impuestos, y otra cosa es se gobierne con prórrogas, pues esto es una situación excepcional que no puede ser aplicada de manera ordinaria y habitual.
Sin presupuestos, un gobierno debe irse o convocar elecciones: en la facultad, nos enseñaban en la primera asignatura que teníamos de Economía Publica que la devolución de unos presupuestos conllevaba la dimisión del Gobierno, al no poder sacar adelante la ley más importante del año que articula la acción de Gobierno, al igual que nos enseñaban en Microeconomía que había que elegir entre cañones o mantequilla.
Hace algún tiempo que eso dejó de tenerse en cuenta, pero es lo que el Gobierno debería hacer, pues está claro que no tiene la confianza parlamentaria necesaria para poder sacar adelante las cuentas públicas, de ahí que desistiese de continuar su tramitación para 2024 y de que, probablemente, también desista en 2025 y puede que en 2026. Es la oportunidad para realizar un presupuesto de base cero, pero mucho me temo que el Gobierno estirará la prórroga presupuestaria hasta que no de más de sí, con el deterioro que conllevará para la economía española.
Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, del CES Cardenal Cisneros y Director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.

