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Política verde, futuro muy negro

El Gobierno exige metas verdes, pero bloquea las inversiones clave en la red eléctrica, frenando la digitalización y el desarrollo sostenible.

El Gobierno exige metas verdes, pero bloquea las inversiones clave en la red eléctrica, frenando la digitalización y el desarrollo sostenible.
Red eléctrica de Canarias. | EFE

Estamos asistiendo a un espectáculo tan ridículo como costoso: tenemos miles de millones de inversión internacional llamando a la puerta y, sin embargo, la red eléctrica no da de sí. Las distribuidoras acaban de poner al descubierto lo que ya todos sabían: la red eléctrica está saturada. Casi todo el país aparece en rojo, sin huecos para nuevas conexiones, lo que resulta en proyectos bloqueados, promesas de empleo que se esfuman y un frenazo a la digitalización en toda regla.

Lo más grotesco es la contradicción. El Gobierno insiste en que debemos acelerar la lucha contra el cambio climático, electrificarlo todo y liderar la transición energética, pero no ha permitido que se pongan en marcha las infraestructuras necesarias para que eso ocurra. Reclama menos emisiones y más coches eléctricos, pero no hay red que los alimente. Promete una industria verde y digital, pero se niega a invertir lo suficiente en redes. Es el postureo climático convertido en política: exigir metas imposibles mientras se bloquean los medios reales para alcanzarlas.

Sostenibilidad de escaparate

El último ejemplo es de juzgado de guardia: un Real Decreto para regular los centros de datos en el que se exige que, para obtener los permisos, estén entre el 15% más eficiente de la tecnología existente en consumo de energía y agua. En otras palabras, en lugar de favorecer la transformación digital, ponen listones burocráticos para presumir de sostenibilidad. El gobierno ha empezado la caza de brujas contra los centros de datos. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero pretenden exigirles requisitos inexistentes en el resto de la UE, requisitos que los harán inviables e incapaces de competir con otros países.

El Ejecutivo convierte cada problema en un escaparate. No hay red suficiente, pero nos entretienen con decretos de cartón piedra. No hay inversión en infraestructuras críticas, pero se multiplican las exigencias cosméticas. Y lo mejor: ni siquiera hace falta pasar por el Parlamento, basta con publicar la norma y a otra cosa. La política del rodillo. Así funciona la digitalización al estilo Sánchez: titulares verdes, realidades negras.

El sector, mientras tanto, habla claro. Spain DC ya respondió a la ministra Aagesen cuando insinuó una "burbuja" de centros de datos: no hay burbuja, hay falta de redes. Y esa falta de redes no se resuelve con burdos e inoperantes requisitos de Consejo de Ministros, sino con inversión en cables, transformadores y subestaciones. Tan simple como eso.

La consecuencia es devastadora. España podría ser el hub digital e industrial del sur de Europa. Tenemos la ubicación, tenemos la oportunidad y tenemos inversores dispuestos. Lo único que falta es un Gobierno que deje de marear la perdiz y permita que el país se conecte de verdad al siglo XXI. Pero en vez de enchufes, nos dan decretos. En vez de red, excusas. En vez de futuro, titulares. Y mientras no se resuelva lo esencial, todo lo demás es humo. Verde, eso sí. Pero humo.

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