
Sumar se ha superado. Tras sus mil exigencias para que trabajemos menos, sus ataques a la "uberización" de la economía, o sus comentarios inexplicables sobre los algoritmos, ha llegado la cruzada ecologista contra la IA. Porque "generar 100 palabras en ChatGPT le cuesta al planeta el equivalente a una botella de agua y al consumo de 14 bombillas LED durante una hora". Imperdonable, según los comunistas. Mucho mejor la vuelta al muy moderno comunismo de 1848, toda una evidencia de muerte para más de 100 millones de personas en todo el mundo y de quiebra para infinidad de países.
"Generar 100 palabras en ChatGPT le cuesta al planeta el equivalente a una botella de agua y al consumo de 14 bombillas LED durante una hora. Si el 10 % de la población activa en Estados Unidos usara este servicio semanalmente, el consumo sería igual al abastecimiento de agua de una ciudad de un millón de habitantes durante un día y medio y supone un consumo energético de todos los hogares de Washington DC durante 20 días", señala SUMAR.
Porque, "así lo desvela un estudio de la Universidad de California recogido en un informe de The Washington Post del pasado mes de septiembre". Y porque "Recientemente hubo un pico en el uso de la IA a raíz del fenómeno viral de convertir una foto en una ilustración manga (Studio Ghibli). ChatGPT anunció que se habían sumado un millón de usuarios en tan solo una hora".
Para los comunistas, hay que frenar el desarrollo y el progreso. Porque ellos son muy progresistas. Y porque, "si tenemos en cuenta los datos anteriores aportados por ChatGPT, el consumo de agua es realmente preocupante. La razón por la que estos centros de datos consumen tanta cantidad de agua puede ser menos intuitiva que en lo referente a la potencia energética. Los centros de datos generan grandes cantidades de calor al realizar miles de cálculos simultáneos, y esto hace sobrecalentar los servidores albergados en ellos".
¿La receta de Yolanda Díaz? "Para evitarlo se requiere un enfriamiento constante, y ahí entra en juego el agua, variable según la tecnología aplicada, como los sistemas que la utilizan para transferir el calor hacia torres de refrigeración. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los centros de datos fueron responsables de cerca del 1 % del consumo global de energía a finales de 2019, sin contar la minería de criptomonedas, que también vive entre estas instalaciones". Y eso le parece a SUMAR inadmisible. "También según la propia Comisión Europea, el consumo energético de los centros de datos en la UE creció casi un 42 % entre 2010 y 2018, lo que supuso un 2,8 % de la demanda. Los datos publicados sobre el consumo no son proporcionados precisamente por las corporaciones dueñas de las instalaciones, ya que existe un problema alarmante en cuanto a la transparencia de los datos que manejan en relación con su consumo de energía y agua", añaden los comunistas. Y, "según algunos investigadores, esta opacidad se puede deber a que no quieren normas medioambientales más duras, que implicarían más inversión e innovación para disminuir el consumo de recursos".
Por todo ello, Yolanda Díaz exige diseñar y publicar, con participación pública, una planificación general de la industria de los centros de datos acorde con las necesidades reales y los límites finitos de recursos del territorio. En él se debe contemplar el impacto medioambiental y de seguridad de suministro energético que se derivan de los centros ya existentes, sus ampliaciones y aquellos que se puedan proyectar en el futuro. Así mismo, debe contemplarse el posible impacto sobre otras proyecciones de crecimiento industrial en la misma zona u otras cercanas al área donde se quisiera instalar un centro de datos".
Es más, hay que "fomentar la sostenibilidad medioambiental de los centros de datos que se instalan en nuestro país, implementando la refrigeración natural (o free cooling); supervisando el uso de energía; reciclando y reutilizando equipos (con especial atención de las materias primas críticas que contienen y de cuyo consumo son intensivos); consolidar los servidores (apagar los servidores inutilizados); mejorando la gestión del aire (para refrigerar y evitar la recirculación del aire caliente de los sistemas informáticos); implementando sistemas de certificación de edificios ecológicos. Es decir, impulsar los mecanismos necesarios, junto a las demás administraciones competentes, para establecer el requisito de sostenibilidad ambiental como requisito vinculante, tanto para los nuevos centros de datos como para los ya operativos". Y, por si eso no los hiciera ya difícilmente competitivos, "este requisito debe establecer la obligatoriedad de no perjudicar de ningún modo los recursos energéticos e hídricos de la población, especialmente en momentos de escasez, así como la obligatoriedad de que el proyecto de centro de datos sea autosuficiente y sostenible en materia ambiental".


