
A las señoras de Sumar ni siquiera les da vergüenza ser unas demagogas, unas cuentistas y unas analfabetas. Ocurre en todos los lados, pero la exposición pública de personajes como Yolanda Díaz o Ada Colau recrudece el oprobio y afila las aristas de esa clase política.
Tampoco hay que despreciar los alardes de estulticia de ministras como Isabel Rodríguez, titular de Vivienda, probablemente la cartera más huera de las 22 que componen el Consejo de Ministros que preside el simpar Sánchez. Es todo un logro teniendo en cuenta que compite con Ana Redondo, Óscar Puente, Óscar López, Pilar Alegría o Diana Morant. En fin, la lista es tan larga que los incluye a todos.
De la casta a la castuza. El deterioro comenzó mucho antes de que un perdonavidas como Pablo Iglesias llegara a vicepresidente del Gobierno.
Que una incompetente de la talla de Yolanda Díaz le esté haciendo la cama a Isabel Rodríguez, cuya única gestión al frente del ministerio de Vivienda ha consistido en un anuncio asqueroso que se toma a broma el drama de no poder pagar un sitio donde caerse muerto, muestra la nula lealtad entre los socios del "Gobierno de corrupción", brillante y certero lapsus de la Demóstenes de Fene.
Ha replicado doña Isabel que habrá más anuncios porque, eso sí, a chulos no les gana nadie. A lo mejor ese es el secreto. Tener más jeta que los demás. José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García así lo atestiguan. Afinando un poco, a Isabel Rodríguez hay que compararla con María Antonia Trujillo, la ministra de Vivienda de Zapatero que se sacó del magín un plan de vivienda que incluía "pisos" de 30 metros cuadrados para jóvenes. Treinta metros. Auténticos palacios en comparación con los "minipisos" de 15 metros cuadrados que propuso Beatriz Corredor, también ministra de Vivienda y mundialmente conocida por el gran apagón del 28 de abril de este mismo año.
Y ahora resulta que en vez de construir pisos lo que hay que hacer son anuncios, más anuncios y más cachondeo. Ni siquiera se les ha ocurrido, siguiendo la estela de Trujillo y Corredor, la posibilidad de conceder cédulas de habitabilidad a las plazas de garaje que se pongan en el mercado del alquiler "habitacional".
Lo que no cuentan en Sumar es que su candidata a ministra de Vivienda es la señora Ada Colau, que iba a arreglar el problema de la vivienda en Barcelona y lo que consiguió fue encarecer el mercado de compra y alquiler. Todo un logro de la "activista" que va por ahí preguntado a quienes critican su último crucero por el Mediterráneo qué están haciendo ellos para parar el supuesto genocidio de Gaza. Recuerda vivamente aquel chiste que se hizo popular en Barcelona después de la Guerra Civil. —¿Y tú que has hecho por la Victoria? —Le he puesto un piso en la calle Aribau.
