
Los avicultores españoles viven en alerta constante por la expansión de la gripe aviar. Vicente Betrán, propietario de una granja con 32.000 gallinas ponedoras a las afueras de Jaca (Huesca), reconoce que tanto él como sus compañeros del sector están "con mucho miedo" y "rezando" para evitar una enfermedad que podría dejarles en la ruina porque les obligaría a sacrificar todas las gallinas.
El Ministerio de Agricultura ha publicado una orden con nuevas medidas de control frente a la gripe aviar, que incluyen la prohibición de la cría al aire libre en las zonas de especial riesgo, así como la prohibición de la cría conjunta de patos y gansos con otras aves de corral y el uso de aguas accesibles a aves silvestres.
El texto, que entra en vigor el 10 de noviembre, responde al "empeoramiento de la situación" que el propio Ministerio admite. Entre el 1 de julio y el 5 de noviembre, España ha concentrado 14 de los 139 focos registrados en toda la Unión Europea, y el Gobierno teme que el frío acelere la propagación del virus.
"El virus ya está instalado"
"Antes lo veíamos como algo lejano, del norte de Europa. Ahora ha llegado aquí y el miedo es real", explica Betrán. En su granja, las gallinas viven en jaulas, una práctica denostada por los animalistas y la propia UE, pero que, paradójicamente, ofrece mayor bioseguridad frente al virus.
Sin embargo, asegura, el riesgo "nunca es cero": "El virus es muy volátil y se transmite fácilmente por los camiones o incluso el pienso. Hemos tenido que hacer seguros especiales para cubrir posibles pérdidas, porque si entra el virus, hay que sacrificar todas las gallinas, eliminar todos los huevos y prácticamente empezar de cero".
El productor aragonés menciona con preocupación las grandes granjas situadas cerca de la laguna de Gallocanta (Teruel), muchas de ellas con gallinas en suelo o al aire libre: "Allí están muertos de miedo. Si entra la gripe, es la ruina total".
Betrán critica también la reacción tardía y descoordinada de las administraciones, tal y como ha sucedido en episodios anteriores: "La administración, como siempre, va tarde y mal. No están preparados". Y pone como ejemplo la gestión de los brotes en Valladolid, donde los productores tienen dificultades para sacrificar las aves y encontrar personal cualificado para el traslado de los especímenes infectados de forma segura: "No tenemos medios, no hay seguridad… lo único que nos queda es rezar para que no pase nada".
El futuro incierto del sector
Mientras las nuevas medidas del Gobierno pretenden frenar la expansión de la enfermedad, muchos productores temen que el impacto económico sea devastador. "Hemos invertido más de 200.000 euros en nuestra granja. Si entra el virus y hay que sacrificarlo todo, es un desastre total", advierte Betrán.
En un contexto de encarecimiento de los piensos, crisis energética y regulaciones crecientes, los granjeros sienten que trabajan "entre el miedo y la incertidumbre". Como concluye el productor oscense: "Hacemos todo lo posible, rezamos y esperamos que no pase nada. Pero el miedo está ahí y cada día el virus parece estar más cerca".

