
Como he escrito en reiteradas ocasiones en Libre Mercado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) siempre ha sido una institución de la máxima fiabilidad, como corresponde a un organismo estadístico serio.
La estadística es una ciencia esencial para poder tomar decisiones en el día a día y ver los efectos que estas producen, sus posibles desviaciones y correcciones a realizar. Especialmente importantes son todas las estadísticas oficiales que miden la actividad económica y el mercado de trabajo.
Por eso, es vital que los organismos estadísticos sean completamente pulcros e independientes en su labor, de manera que no se produzcan filtraciones, en primer lugar, y, en segundo lugar, que los datos obedezcan al máximo rigor técnico. Es decir, puede haber equivocaciones, pero no manipulación si lo que se quiere es contar con una estadística fiable y comparable en el contexto nacional e internacional.
Las revisiones de algunos de sus indicadores son normales y habituales, conforme se va contando con una información más fina que permite ajustar dichos indicadores, para que estos últimos den la imagen más real de la evolución de la magnitud medida. De esta manera, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de entre tres y cuatro años, que comienza con el avance del PIB en contabilidad nacional trimestral, continúa con los principales resultados, le sigue la publicación de los principales agregados de la contabilidad nacional, y así sucesivamente hasta que el dato se asienta y se pueden construir de manera perfecta el marco input-output del ejercicio en cuestión, al cabo, como decimos, de alrededor de entre tres y cuatro años.
Por tanto, nada que objetar a que se produzcan revisiones al respecto, que es normal. Ahora bien, esas revisiones buscan mejorar el dato conforme se cuenta con un mayor número de indicadores para poder ajustarlo, pero la revisión es una mejora del dato, hacia arriba o hacia abajo, en términos de exactitud, pero sobre la base de un dato inicial calculado también de manera muy escrupulosa y técnica y que, por tanto, estará siempre bastante cerca del dato definitivo.
Sin embargo, desde hace alrededor de tres años asistimos a las ya constantes revisiones muy volátiles que el INE realiza del crecimiento de la economía española. Como vuelvo a insistir, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de entre tres y cuatro años, pero lo que empieza a no ser normal es que dichas revisiones sean habitualmente de una intensidad importante, que sean permanentes, que siempre sean en el mismo sentido y que terminen cuadrando las rúbricas que suben y bajan pero que mantengan invariable el dato final.
Y ese período de tres años coincide con la destitución disimulada como dimisión del anterior presidente del INE, el catedrático Rodríguez Poo, tras meses de fuertes presiones del Gobierno, que en público llegó a decir que el INE infraestimaba el crecimiento y sobrevaloraba el IPC. La vicepresidenta Calviño encabezó ese ataque contra el INE, llegando a crear en su ministerio un indicador diario de evolución del PIB, que ejercía como presión sobre el órgano oficial de estadística.
Con el relevo en la presidencia, el INE empezó a incrementar el crecimiento del PIB y a moderar el IPC, pero sobre todo a revisar muy al alza lo primero, la marcha de la actividad económica, de forma que iba convergiendo con las estimaciones del Gobierno, con revisiones que no eran normales, que han elevado el crecimiento en términos constantes de algún año en casi dos puntos.
Desde ese momento, las últimas publicaciones revisadas de la contabilidad nacional trimestral introducían mucho desasosiego a la hora de valorar la fiabilidad de la información estadística suministrada, ya que había revisiones abultadas, siempre al alza y en el sentido que parecía indicar el Gobierno. Además, se llegaba a dar la circunstancia, que se mantiene en las últimas revisiones, de que en ocasiones el dato intertrimestral o interanual global se mantiene, pero con cambios significativos en las rúbricas intermedias, de manera que lo que gana una rúbrica lo pierde otra, dejando el global sin cambios, con la publicación de los principales agregados en julio volvió a suceder lo mismo. Así, el INE no deja de sorprendernos en cada nueva publicación de la contabilidad nacional, pues la volatilidad de las revisiones es sorprendente, y más sorprendente es que dichas revisiones:
- Siempre sean al alza en términos globales.
- El retoque a la baja de una rúbrica se compense con el retoque idéntico al alza de otra.
- La revisión a la baja de trimestres anteriores impulse el crecimiento del trimestre actual.
- Un mismo dato, en poco más de un mes, es modificado tras haber sido variado hace poco más de treinta días, como sucedió en la publicación de abril.
Por ello, escribí hace unos meses un artículo en Libre Mercado titulado "Casualidades y causalidades estadísticas", en el que decía que esperaba que el cambio en las estimaciones del INE coincidiendo con el relevo en la presidencia del instituto no fuese más que una casualidad y no una causalidad.
Sin embargo, Nadia Calviño, en sus memorias "Dos mil días en el Gobierno" , ha desvelado que ayudó al INE a estimar bien, a cambiar su metodología, porque el instituto estaba cometiendo graves errores, que distorsionaban la imagen real, según ella, de la marcha de la economía española. La realidad es que ella siempre defendió una recuperación de la economía española en forma de V y estaba siendo en forma de L, que hacía que la economía española siguiese todavía por debajo de los niveles de crecimiento previos al coronavirus. Adicionalmente, Carlos Segovia, en El Mundo, cuenta que la propia Calviño abroncó a Rodríguez Poo y que le pidió la destitución de personas profesionales de larga tradición en el INE, porque no estaba contenta con los datos que ofrecía el instituto estadístico.
Rodríguez Poo se fue y desde entonces todo fue en línea con el Gobierno. Podríamos pensar, como hace meses, que podía ser una casualidad o una causalidad, y que deseábamos que fuese una casualidad, pero con el texto del libro de Calviño queda claro que hubo injerencia del Gobierno, que ha tratado de convertirlo en su CIS estadístico y que el ataque a la independencia del INE por parte del Gobierno constituye un hecho muy grave que mina la credibilidad de la institución.
Eurostat debe realizar urgentemente una auditoría extraordinaria al INE, en la que analice si, realmente, el Gobierno ha interferido en el instituto para presionarlo y manipular las cifras estadísticas, especialmente las de crecimiento económico. Urge que lo haga, porque hasta entonces no podremos confiar en cifra alguna, ya que todo el mundo podrá dudar con razón de las cifras que ofrezca, tras esas palabras de Calviño que constituyen un ataque a la independencia estadística, esencial en una economía.
El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en "su" CIS estadístico, como parece que empezó a hacer con la intervención confesada por Calviño. El INE cuenta con directivos y profesionales magníficos, que tratan de velar por el mantenimiento de esa independencia, pero la intromisión desvelada por Calviño la pone en duda y deja en cuarentena cualquier cifra que publique el INE mientras no sea auditado de manera extraordinaria por Eurostat, que le permita recuperar su prestigio, menoscabado por la actitud confesada por Calviño.
Confiemos en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca de ahora en adelante se explique detalladamente, con toda base técnica y que permita la comparación homogénea de las series, que el Gobierno deje de tratar de controlar el INE y que Eurostat pueda indicar el camino a seguir para restablecer el buen nombre que el Gobierno ha puesto en entredicho, tras la confesión de Calviño.
Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, del CES Cardenal Cisneros y Director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.


