
Pocos han sabido moverse con tanta habilidad como Óscar López, un socialista de largo recorrido que emerge como la apuesta de Pedro Sánchez para enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas de 2027. Aunque la decisión aún no está tomada, en Ferraz lo dan por hecho: López, actual ministro de Transformación Digital y Función Pública, encarna el perfil que Moncloa considera necesario para disputar una plaza históricamente esquiva al PSOE desde 1995, cuando Joaquín Leguina perdió la capital.
Con raíces en Madrid pero forjado políticamente en Castilla y León, López ha construido una trayectoria que lo convierte en un rostro conocido tanto en las trincheras internas del PSOE como en el engranaje del Ejecutivo. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, con la doble especialidad de Administración Pública y Relaciones Internacionales, su perfil ha sido siempre el de un hombre de partido, cercano al poder y de toque guerrillero, un atributo que comparte con su compañero de filas y tocayo Óscar Puente.
Desde su paso por la Secretaría General del PSOE en Castilla y León y liderando la oposición en las Cortes entre 2008 y 2012, López se consolidó como un líder combativo, un estilo que no ha abandonado al convertirse en ministro. Su llegada al Ministerio en septiembre de 2024 no estuvo exenta de polémica al sustituir a José Luis Escrivá, cuando este pasó, en una decisión inédita, del Consejo de Ministros a ser gobernador del Banco de España.
Relevo generacional del socialismo
El currículum de López es extenso y variado: fue portavoz en el Senado, presidente de Paradores y jefe de Gabinete de Sánchez entre 2021 y 2024. Fue también portavoz de la Comisión de Control Parlamentario de RTVE en el Congreso de los Diputados (2004-2011), y secretario de Organización del PSOE bajo la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba, de quien aprendió buena parte de su carácter político.
Por aquel entonces —en 2012— precisamente se enfrentó al PP por lo que calificó de "control" a RTVE, siendo una de las voces más críticas con la reforma popular que permitía nombrar al presidente de la televisión pública por mayoría absoluta y eliminando la necesidad de consenso parlamentario. Sin embargo —ahora y en contraste— desde su posición como ministro del Gobierno de Pedro Sánchez, ha sido uno de los principales defensores del reciente decreto que concentra en el Congreso la elección del Consejo de Administración de RTVE, excluyendo al Senado, donde el PP ostenta la mayoría.
Su papel fue clave —a la vez que polémico— en la moción de censura contra el PP de Ponferrada en 2013, en la que los socialistas recibieron el apoyo de un concejal condenado por acoso sexual. Como secretario de Organización del PSOE, fue él quien autorizó a los socialistas leoneses a llevar a cabo la moción, a pesar de que la dirección federal, encabezada por Rubalcaba, desconocía los detalles de la maniobra. López admitió su "error", aunque defendió su actuación señalando que hizo lo que "entendía que correspondía", y puso su cargo a disposición del partido, que acabó por mostrarle su apoyo.
Político de toda la vida, su vínculo con otras figuras socialistas como Pepe Blanco, ministro y secretario de Organización en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, refuerza su perfil como un relevo generacional de ese socialismo más veterano.
Si finalmente se convierte en candidato, López tendrá ante sí una misión titánica: enfrentarse a una presidenta autonómica consolidada, en una Comunidad de Madrid que no ha dado señales de inclinarse hacia el socialismo en décadas.


