L D (EFE) Para el jefe del Gobierno, "frente a la cobardía de los agresores, la intervención de los espectadores es una respuesta". Raffarin ha apelado al " coraje ciudadano para que podamos resistir a la circulación de la violencia en la sociedad".
"La policía y la justicia están movilizadas para arrestar y castigar lo más rápidamente posible a los autores de actos indignos", dijo Raffarin a la prensa durante una visita a la base aérea de La Teste, en el suroeste de Francia. "El antisemitismo es una vergüenza y queremos combatir esta forma de racismo intolerable", señaló.
La policía francesa está actuando para encontrar a los agresores de una joven madre y su hijo, a la que pintaron esvásticas en el vientre y tiraron al suelo a su bebé, al creer que eran judíos, en un acto que ha desatado la indignación unánime del país, con el parlamento, el gobierno y el presidente Chirac a la cabeza.
Los investigadores de la policial judicial de Versalles, a las afueras de París, encargados del caso, han lanzado un llamamiento a todo aquél que pueda facilitar información sobre los hechos. También esperan hallar pistas que permitan detener rápidamente a los agresores en la grabación efectuada por la cámara en el vagón del tren de cercanías en el que tuvo lugar la agresión, el pasado viernes, en las afueras de París. La víctima, de 23 años y cuya identidad no ha sido revelada, explicó ante los investigadores los hechos, pero no pudo dar detalles precisos de los autores, según han informado fuentes policiales.
La mujer y su bebé de 13 meses fueron agredidos en un vagón de la línea de cercanías de la región de París por un grupo de seis jóvenes, de entre 15 y 20 años, de origen magrebí. Tras arrancarle el bolso y registrarlo, los agresores encontraron un carné de identidad con una dirección en el distrito 16 de la capital, donde reside un importante número de judíos. Los jóvenes comenzaron entonces a empujarla e insultarla, le cortaron un mechón de pelo y, tras rajar su ropa con un cuchillo, le pintaron con un rotulador varias cruces gamadas en el vientre, mientras el resto de viajeros del vagón observaba la escena sin hacer nada. Antes de huir precipitadamente, tiraron al suelo bebé, que no resultó herido de gravedad.
Tanto la agresión como la pasividad de los pasajeros han desatado la indignación de todo el mundo político, además de la repulsa de las organizaciones de derechos humanos y de carácter religioso. La agresión se produjo sólo un día después de que Chirac pidiera a los franceses que se mantuvieran “alerta” contra el “avance de las intolerancias y del rechazo de las diferencias” y advirtiera del “riesgo de pasividad” de los ciudadanos, ante el recrudecimiento en los últimos meses de actos racistas y antisemitas.
Los investigadores de la policial judicial de Versalles, a las afueras de París, encargados del caso, han lanzado un llamamiento a todo aquél que pueda facilitar información sobre los hechos. También esperan hallar pistas que permitan detener rápidamente a los agresores en la grabación efectuada por la cámara en el vagón del tren de cercanías en el que tuvo lugar la agresión, el pasado viernes, en las afueras de París. La víctima, de 23 años y cuya identidad no ha sido revelada, explicó ante los investigadores los hechos, pero no pudo dar detalles precisos de los autores, según han informado fuentes policiales.
La mujer y su bebé de 13 meses fueron agredidos en un vagón de la línea de cercanías de la región de París por un grupo de seis jóvenes, de entre 15 y 20 años, de origen magrebí. Tras arrancarle el bolso y registrarlo, los agresores encontraron un carné de identidad con una dirección en el distrito 16 de la capital, donde reside un importante número de judíos. Los jóvenes comenzaron entonces a empujarla e insultarla, le cortaron un mechón de pelo y, tras rajar su ropa con un cuchillo, le pintaron con un rotulador varias cruces gamadas en el vientre, mientras el resto de viajeros del vagón observaba la escena sin hacer nada. Antes de huir precipitadamente, tiraron al suelo bebé, que no resultó herido de gravedad.
Tanto la agresión como la pasividad de los pasajeros han desatado la indignación de todo el mundo político, además de la repulsa de las organizaciones de derechos humanos y de carácter religioso. La agresión se produjo sólo un día después de que Chirac pidiera a los franceses que se mantuvieran “alerta” contra el “avance de las intolerancias y del rechazo de las diferencias” y advirtiera del “riesgo de pasividad” de los ciudadanos, ante el recrudecimiento en los últimos meses de actos racistas y antisemitas.