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España toca fondo ante el desconcierto general

La crisis de la deuda ha situado a España al borde del abismo a sólo tres días de las elecciones, pero los partidos, en plena campaña, no han podido reaccionar.

El 17 de noviembre de 2011 será recordado como el día en el que la prima de riesgo española rebasó los 500 puntos básicos. Horas después, el parche del Banco Central Europea comprando deuda española, conseguía aliviar momentáneamente la situación. A sólo tres días de unas elecciones que supondrán el fin de ocho años de zapaterismo, España se asoma al precipicio, como epílogo a la peor etapa de nuestra historia democrática.

La situación de auténtica emergencia nacional ha cogido a los partidos enfrascados en la campaña electoral con la vista puesta únicamente en el 20 de noviembre, día de las elecciones. Del dontancredismo irresponsable de Zapatero y Rubalcaba, al desconcierto en las filas del PP.  Ambas formaciones tiene fijadas sus estrategias electorales y parece que nada las puede cambiar.

En el caso de Mariano Rajoy, que según todas las previsiones será el próximo presidente del Gobierno, ha improvisado un gabinete de crisis, para contrarrestar la imagen de vacío de poder que perciben los inversores en los mercados de deuda. Pero Rajoy está atado de pies y manos por su propia estrategia, que le impide concretar las medidas económicas que tomará una vez llegue al Gobierno. Un programa que debe incluir fuertes recortes y que daría mucho más empuje a sus esfuerzos por trasladar un mensaje de esperanza y confianza en la economía española.

Frente al esfuerzo de Rajoy, el todavía presidente del Gobierno y del candidato del PSOE, los responsables políticos del desastre, se han limitado a ponerse de perfil y suplicar ayuda al Banco Central Europeo como si la cosa no fuera con ellos. Y es ésta precisamente la idea fuerza que, en materia económica está presidiendo la campaña de Rubalcaba.

El candidato socialista se ha desvinculado completamente de los gobiernos a los que él mismo perteneció y ha apostado por una campaña en la que se sitúa al margen de la realidad. Su petición de una moratoria de dos años a Bruselas para aplicar los recortes, la demonización de los mercados y el mensaje del miedo a la derecha, son mensajes que parecen más dirigidos a la lucha interna por hacerse con el poder del PSOE, dando por descontada la derrota el 20-N, que de un candidato que esté pensando en afrontar la situación desde el Gobierno.

Todo contribuye a la sensación de vacío de poder que se alarga desde que Zapatero anunció en julio que convocaría elecciones en noviembre. Pero la agonía puede continuar un mes más, sin no se adelantan los plazos establecidos para la constitución del nuevo Congreso –prevista para el 13 de diciembre– que retrasaría la toma de posesión del nuevo Gobierno hasta casi el año próximo.

Mientras la mayoría de los ministros del todavía Gobierno de España están literalmente en desbandada por el mundo. Apuran sus últimos días para hacer todo tipo de viajes exóticos y ni se han dejado ver en esta campaña electoral. El destino preferido es China. En el último mes, hasta cuatro ministros han viajado al gigante asiático. Los últimos, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, desaparecida en combate en la campaña de Rubalcaba, que la semana pasada estuvo en Pekín y el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que este jueves ponía fin a una minigira por China. No acaban aquí las excursiones. Cristina Garmendia, ministra de Ciencia, viaja a Chile los días 23 y 24 de noviembre. Por si fuera poco, esos mismo días se celebra el Encuentro Empresarial España-Rusia en Moscú. Estaba prevista la presencia de José Blanco, pero no irá.

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