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El milagro Marmolejo, 3: cómo ir en procesión y repicar al mismo tiempo

Los allegados al señor Marmolejo Ledesma han conseguido financiar una operación urbanística.

Recordatorio sucinto. Mientras ejercía de Consejero de la Cámara de Cuentas, el señor Marmolejo Ledesma, destacado miembro del PSOE de Andalucía y amigo de Pizarro y Chaves, ha asistido al espectáculo de actividades incompatibles con su cargo pero que han sido realizadas por personas a las que está comercialmente y legalmente vinculadas. No por él mismo, claro, aunque algo ganaría, suponemos. Es decir, ha logrado ir en la procesión y repicar al mismo tiempo.

La sociedad Sotogolf Costa, SA, de la que son partícipes la señora Almudena García Muñoz, esposa de Marmolejo, y el señor Paulino Rodríguez Castro, ambos relacionados mercantilmente con Marmolejo Ledesma (además del cuñado de doña Almudena y concuñado de Marmolejo Ledesma, Luis Felipe Vilela), logró obtener dos préstamos por casi 3.000 millones de pesetas de la Caja San Fernando Sevilla-Jerez, controlada por el Partido Socialista como todo el mundo sabía y sabe, y de la que Antonio Marmolejo Ledesma había sido Vicepresidente hasta 1996. Tales préstamos fueron concedidos en 1999 y 2000.

Dichos préstamos tuvieron como finalidad la construcción de 68 viviendas en Sotogrande, lo que supuso un “pelotazo” en toda regla para sus accionistas. Vean el siguiente gráfico:
 


Lo que aparece a la izquierda es el gráfico que la empresa e-informa hace de la actividad de la sociedad Sotogolf Costa, SA. Como puede apreciarse, del 2001 al 2003, cuando ya se ha dado el "pelotazo", la sociedad multiplicó sus ventas por 23.

La sociedad Sotogolf Costa, SA logró obtener dos préstamos por casi 3.000 millones de pesetas de la Caja San Fernando Sevilla-Jerez, controlada por el Partido Socialista como era sabido, y de la que Antonio Marmolejo Ledesma había sido Vicepresidente hasta 1996.

Tales préstamos fueron concedidos en 1999 y 2000 y tuvieron como finalidad la construcción de 68 viviendas en Sotogrande que ha supuesto un “pelotazo” en toda regla para sus accionistas. Gran obra social-ista la de esta Caja de Ahorros. El pelotazo es tan evidente que ha sido reflejado de un modo gráfico e indudable por las empresas dedicadas al registro e información sobre empresas.

De hecho, el pelotazo es manifiesto por cuanto la empresa Sotogolf Costa, SA, no tuvo apenas movimiento desde su constitución a finales de 1999, como queda atestiguado en dicho documento. Es el préstamo concedido por la Caja de Ahorros Sevilla Jerez y el posterior desarrollo de la operación lo que da lugar al pelotazo. Podemos decir que con toda probabilidad la empresa Sotogolf Costa SA parece haber sido constituida para dar este pelotazo. ¿Y cómo se enteraron Marmolejo y socios que iba a venderse un terreno en Sotogrande? ¿Tal vez hubo información confidencial de la Caja de Ahorros, de la que había sido altísimo cargo el señor Marmolejo? ¿Y cómo es que le conceden a uno un préstamo de 3.000 millones sin disponer de los terrenos? Preguntas sin respuesta pendientes de la investigación que nunca se hizo.

Anatomía del pelotazo

Lo que sigue a continuación explica el lamentable espectáculo de una Caja de Ahorros que debería servir de instrumento para una obra social y que, al contrario, ha colaborado necesariamente e insólitamente en una operación urbanística destinada a viviendas de lujo para personas y familias de altísimo poder adquisitivo, eso sí, en nombre del socialismo y de los pobres.

En concreto, la Caja de Ahorros San Fernando Sevilla-Jerez, de la que Antonio Marmolejo Ledesma había sido vicepresidente hasta su nombramiento como Consejero de la Cámara de Cuentas, prestó a una sociedad recién constituida, con sólo 10 millones de pesetas de capital social y sin solvencia demostrable, la nada despreciable cantidad de 2.984 millones de pesetas en sendos préstamos de 553 millones y 2431 millones.

El pelotazo se inicia con la compra de una finca en Sotogrande por valor de 420 millones de pesetas el mismo día que el antiguo propietario, Inmobiliaria SotoAlto, SA satisfacía el importe hipotecado años antes con La Caixa Todo ocurre el 8 de noviembre de 1999. Qué coincidencias.

Sotogolf Costa, SA, una empresa de nueva creación, septiembre de 1999, y que sólo cuenta con 10 millones de pesetas de capital social, obtiene, no sólo los 420 millones de pesetas que costaba la finca sino 553 millones de pesetas, un 36 por ciento más del precio reconocido, de la Caja de Ahorros San Fernando-Jerez, algo insólito.

Poco después, Sotogolf Costa, SA inscribe una división de la finca en obra nueva para proceder a la construcción de 74 viviendas pareadas y un Club Social, que luego quedarían en 68.

El préstamo sirvió para financiar la compra del solar y las obras posteriores de modo que, al final de la operación, Sotogolf Costa, SA, fundada poco antes, sin solvencia ni dinero, pudiera construir y vender esas 68 viviendas a un precio medio superior a 60 millones de pesetas (es el precio que se recoge en el registro de la propiedad en algún caso, no el precio del mercado que es muy superior, próximo a los 100 millones/unidad), lo que eleva a poco más de 4.000 millones el montante global de la operación, lográndose unos beneficios brutos de 2.000 millones de pesetas, aproximadamente (tirando por lo bajo).

En la nota simple del Registro de San Roque, relativa a la finca 17281, folio 025, se explica perfectamente el coste previsto y confesado de la operación, que suman los 420 millones relativos al solar más 1.608 millones relativos a la obra. (Estos documentos están en poder de Por Andalucía Libre).

Es decir, sin poner una peseta y financiando la operación con dos préstamos de una entidad bancaria de la que el señor Marmolejo Ledesma había sido vicepresidente años antes, fue posible construir una urbanización de lujo y recogiendo unos beneficios brutos de alrededor de 2.000 millones de pesetas.

Y esta operación tiene lugar ocultando la presencia en la sombra del señor Marmolejo Ledesma. Sólo aparecen su mujer, Almudena García Muñoz y su socio, Paulino Rodríguez Castro, su cuñado, Luis Felipe Vilela Gallego, arquitecto de la operación y accionista también y representante de numerosas empresas. Eso sí, al final, el señor Marmolejo aparece como propietario de dos viviendas de las construidas y socio de las empresas que operan. Ir en la procesión y repicar.

¿Debería haber dimitido el señor Marmolejo? De manera inmediata. Pero eso no pasa en Andalucía, ni siquiera por cuatro trajes.

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