Por su interés reproducimos íntegramente el comunicado de la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española:
Hoy cumple veintiocho años la Constitución de 1978. Llegamos a este aniversario en una situación fuertemente ambigua: la Constitución ha sido útil y ha garantizado nuestro más largo periodo de paz en democracia, pero, al mismo tiempo, en los últimos años la presión de los nacionalismos periféricos ha roto sus costuras mediante la proliferación de “realidades nacionales”. Así pues, el orden constitucional, si desea sobrevivir, debe renovarse. Y debe hacerlo, especialmente, cerrando de una vez el Estado de las Autonomías.
El Estado de las Autonomías cumplió una tarea importante: dio carta de naturaleza política a la diversidad real de España, institucionalizó el carácter plural de la nación española. Hace tiempo, sin embargo, que ese objetivo se cubrió con creces. Y ahora es obvio que se ha llegado demasiado lejos, pues el marco autonómico ha dejado de ser útil para la nación y, al contrario, se ha convertido en un factor de desagregación, de conflicto entre regiones, de insolidaridad. Hay que plantear, pues, la necesidad urgente de detener el proceso de desintegración del Estado.
Como la Constitución de 1978 parece incapaz de tal cosa con sus actuales estructuras, es preciso modificar la Constitución en el sentido de reforzar su verdadera base doctrinal, que no es el Estado de las Autonomías, sino que es la afirmación de la nación española, indivisible, como sujeto de la soberanía. No hay tiempo que perder.
El Estado de las Autonomías cumplió una tarea importante: dio carta de naturaleza política a la diversidad real de España, institucionalizó el carácter plural de la nación española. Hace tiempo, sin embargo, que ese objetivo se cubrió con creces. Y ahora es obvio que se ha llegado demasiado lejos, pues el marco autonómico ha dejado de ser útil para la nación y, al contrario, se ha convertido en un factor de desagregación, de conflicto entre regiones, de insolidaridad. Hay que plantear, pues, la necesidad urgente de detener el proceso de desintegración del Estado.
Como la Constitución de 1978 parece incapaz de tal cosa con sus actuales estructuras, es preciso modificar la Constitución en el sentido de reforzar su verdadera base doctrinal, que no es el Estado de las Autonomías, sino que es la afirmación de la nación española, indivisible, como sujeto de la soberanía. No hay tiempo que perder.